Castellar de n’Hug es uno de esos pueblos de los Pirineos catalanes de los que es imposible no enamorarse. Hasta el mismísimo Gaudi, gran amante de la naturaleza y creador de grandes obras, quedó rendido ante este municipio.
Pero es que además de todo lo que tiene la localidad en sí, la riqueza de su entorno la hace excepcional. Miles de personas acuden cada año para conocer la historia del lugar y disfrutar de tranquilos paseos por la naturaleza de la zona. Aunque hay uno que destaca por la imponencia de su destino.
La cueva de la Tuta
La zona de la que hablamos es una cueva que sólo es espectacular por sus dimensiones, sino por las vistas que ofrece a su llegada. Se trata de una cavidad rocosa de un tamaño monumental. Ya sólo su entrada es un enorme agujero de 83 metros que dan acceso al interior de una tremenda roca.
Este lugar fue descubierto por los ganaderos de la zona y, ahora, los aficionados al senderismo lo han rescatado. Se trata de una cueva que daba refugio a ganado y pastores cuando la lluvia les pillaba desprevenidos. Su profundidad, que aún se puede explorar con precaución si se va con linterna y preparado, no sólo hace que allí quepa una gran cantidad de animales, sino que ahora, quien se acerque tenga la sensación de sumergirse en un espacio entre sagrado y conectado con el centro de la tierra.
Ruta a la cueva
Pero si el lugar parece un monumento diseñado por la naturaleza, el camino hasta llegar hasta allí también es digno de mención. Para empezar es apta para todas las edades: primero porque se completa en aproximadamente 25 minutos, pero es que además el sendero es sencillo y se caracteriza por su baja dificultad.
El sendero presenta un ligero desnivel y se supera fácilmente con un ritmo pausado. Claro que con las paradas que se pueden realizar el tiempo puede incrementarse. Los únicos que sí pueden tener algún problema son aquellos que vayan con silla de ruedas o cochecitos de bebé, porque el camino es de tierra y con algunas piedras.
Cómo se llega
La ruta hasta la cueva no tienen pérdida. A lo largo del camino, aparecen varias señalizaciones que hace que se pueda seguir el sendero sin complicaciones para seguirlo. Se empieza desde Castellar de n’Hug, concretamente desde el barrio de l’Erola. Allí hay un aparcamiento para dejar el coche y emprender el viaje.
Lo más complicado que uno se puede encontrar una es una suave subida al final del camino, pero antes hay varios puntos donde uno puede tomar fuerzas. De camino a la cueva se han habilitado zonas de descanso equipadas con mesas para pícnic y una fuente.
A medida que se avanza por el camino, el visitante va a empezar a vislumbrar la Cueva de la Tuta. Antes de entrar uno goza de unas vistas increíbles al valle que bien merece una foto. De hecho, hay varios instagramers que acuden allí por su belleza.
A pesar de la facilidad y la belleza, uno debe ir con cuidado. Como se ha dicho, es importante ir con linternas y equipado. Por la cueva se puede descender unos metros y es importante ir con el calzado adecuado. E insistimos con la iluminación, a veces, se pueden encontrar murciélagos.
Una visita al pueblo
Y si uno se queda con ganas de más, antes o después de explorar la Cueva de la Tuta, uno puede echar un vistazo al pueblo. Castellar de n’Hug, a pesar de tener unos escasos 200 habitantes, guarda una belleza abrumadora.
Más allá del papel que juega el entono rural, el trazado medieval del municipio y la arquitectura de sus edificaciones le han valido una distinción por parte del Ministerio de Turismo. En 1984, este órgano de gobierno reconoció al municipio como uno de los pueblos más bonitos de España.
Qué ver
La localidad todavía mantiene en pie parte de su Historia, que arranca en el año 839. La iglesia parroquial de Santa María lleva allí desde antes del siglo XI, cuando fue sustituida por una de estilo románico de la que todavía se conserva una buena parte.
Un poco de historia
El pueblo empezó a crecer alrededor de este edificio religioso, protegido en lo alto por un castillo del que quedan pocos restos. La tercera guerra carlista hizo mucho daño. Allí mismo, se produjo una de las principales batallas. Con la revolución industrial española todo volvería a florecer.
A pesar de que a finales del siglo XIX y principios del XX el pueblo se enriquecía gracias a la ganadería, la llega de Eusebio Güell a La Pobla de Lillet le dio una nueva vida. Eran varios los trabajadores de la cementera Asland, propiedad del burgués, los que escogían Castellar de n'Hug para vivir. Y entonces llegó Gaudí.
El papel de Gaudí
Un amigo de la familia Güell subió a ver la fábrica y, al pasar por el municipio protagonista de este artículo, tuvo claro que merecía hacer algo allí. El famoso arquitecto diseñó e hizo construir un refugio de montaña para los empleados, en especial técnicos e ingenieros, de una fábrica de carbón que poseían los nobles burgueses.
Poco a poco toda esa actividad productiva se fue perdiendo, pero allí se mantiene el edificio de Gaudí y el trazado medieval de Castellar de n'Hug. Las casas y barracas de piedra de antiguos pastores reconvertidas en viviendas, la iglesia de Sant Vicenç Rus o la de Sant Joan de Cornudell hacen el resto.
Cómo llegar
Quien quiera acercarse allí no lo tiene tan difícil. A pesar de encontrarse en medio de la montaña es de fácil acceso. Hasta el punto de pasar por una autopista de peaje, por ejemplo, si llega desde Barcelona.
Los que vengan de la ciudad condal deben coger la carretera y, una vez se llega a Guardiola de Berguedà, desviarse hacia La Pobla de Lillet y Castellar de n'Hug. En algo más de dos horas se puede llegar. Un poquito menos es desde Girona, donde se toma la C-25, se sigue por la C-17 y, una vez llegado a Ripoll, se toma el desvío hace Campdevànol y se llega a nuestro destino.