Dalí es el catalán más universal. Tal vez el único que le puede hacer sombra es Gaudí, pero el arquitecto de Reus ha conseguido su fama internacional una vez fallecido. En cambio, el pintor catalán fue toda una estrella en vida.
Su fama llegó tan lejos que trabajó en Hollywood. Son conocidos los escenarios que diseñó para el film Recuerda, de Alfred Hitchcock, o la colaboración con Walt Disney que, a pesar de ver la luz hace unas décadas, demuestra el interés que suscitaba en todo el mundo. Todavía se pueden recuperar entrevistas o participaciones del empordanés en programas de la televisión estadounidense.
Una ruta daliniana
Pero si uno quiere conocer realmente al pintor surrealista más importante que dio España, además de ver sus obras, también debe caminar sus pasos. Sus primeros pasos. Literalmente.
Desde hace unos meses, en Figueres se ha abierto al público la casa natal de Dalí, allí donde empezó a caminar. El lugar donde empezó seguramente a garabatear sus primeros papeles. Aquí empieza una ruta por el Empordà más daliniano: un viaje que empieza en esta ciudad y acaba en Cadaqués.
Primera parada: su obra
Hace años que la capital del Alt Empordà es de obligada visita para los amantes de Dalí. Allí se encuentra el Teatro-Museo Dalí, un espacio que da la bienvenida al visitante presentando el Cadillac que Gala conducía en el periplo de la pareja por Estados Unidos. Claro, que en Figueres está intervenido.
Allí hay cuadros míticos como el Rostro del Gran Masturbador, el Autorretrato blando con bacon frito, La persistencia de la memoria o el Rostro de Mae West con el rojo sofá con forma de labios. Estos son sólo algunos de los ejemplos.
La importancia de Figueres
Pero una vez vista la obra, toca el momento de recorrer los pasos que llevaron a esas obras. Era el 20 de octubre de 2023 cuando, por primera vez, Figueres abría las puertas de la casa natal de Dalí para conocer dónde empezó todo.
A través de los espacios que recorrió en sus primeros años de vida, de las diferentes estancias de esa vivienda, el visitante puede descifrar mejor la influencia de aquella época familiar en sus pinturas posteriores. En esta visita, se habla de cómo su conflictiva relación con el padre le llevó a ser desheredado y expulsado de casa, por ejemplo.
Segunda parada: su casa natal
En este edificio de estilo modernista el padre del artista instaló su despacho de notaría en la planta baja, mientras que la familia establecía su residencia en el entresuelo. Es en esa notaría donde empieza el recorrido de esta exposición que evita todo orden cronológico. En ese despacho, aparecen ya algunos hologramas para hacer de la visita una experiencia inmersiva.
Cada rincón está impregnado de objetos, proyecciones y todo tipo de información que lleva a conocer mejor la relación de Dalí con sus padres, pero también con las mujeres. Pero sobre todo, uno empieza a intuir de donde surgen sus obsesiones y, en consecuencia, su arte.
La importancia de Gala
Para que este arte eclosionara también fue fundamental una persona, Gala. Esta mujer cuyo nombre basta para saber quién es llevó el arte de Dalí a otros niveles. Fue mucho más que una musa, fue casi la esencia del artista, a pesar de mantenerse en la sombra.
El surrealista trataba de agasajarla y quererla como pobremente podía. Esto lo llevó a la adquisición de un castillo, lugar donde sigue el Empordà de Dalí. Se trata de Púbol. Allí Dalí adquirió una fortaleza que estaba tan deteriorada que tenía los techos hundidos, unas grandes grietas y un jardín en estado semisalvaje. Pero sólo un artista como él podía sacarle todo el potencial.
Tercera parada: Púbol
El afamado pintor se encargó de la decoración interior con representaciones pictóricas en muros y techos, con falsas arquitecturas, con simbología romántica y con unas estancias decoradas al estilo barroco. Todo el castillo adquirió un ambiente delicado diseñado, exclusivamente, para su esposa. De hecho, en todas las estancias se rinde culto a Gala, como si se tratara de una señora feudal.
El Castillo Gala Dalí de Púbol, abierto al público desde 1996, permite descubrir un edificio medieval en el que Salvador Dalí materializó un desbordante esfuerzo creativo pensando en una única persona, Gala, y en una sola función: crear un lugar apropiado para ofrecer descanso y refugio a su esposa. El paso del tiempo determinó la transformación de este espacio, entre los años 1982 y 1984, en el último taller de Salvador Dalí y en un mausoleo para su musa.
Cuarta parada: Cadaqués
Y de allí se llega a la última parada del viaje. Aunque en realidad es un dos en uno. Cadaqués y Portlligat, Portlligat y Cadaqués, dos localizaciones tan próximas como inspiradoras para el pintor catalán.
Las casas blancas de estilo pescador que se encuentran en Cadaqués forman parte del ideario daliniano. Tal vez no forman parte de sus obras más conocidas, pero el artista dibujo sis calles, su paseo, si iglesia y sus gentes en diversos cuadros. Allí, Dalí no sólo daba rienda a su yo interior, también a sus más absolutas extravagancias. Pero en cualquier caso, era su lugar seguro.
Quinta parada: los amigos de Dalí
Al pueblo costero llevó a Buñuel mientras preparaban las dos películas que rodaron juntos, Un perro andaluz y La edad de oro. Pero también estuvieron allí Lorca, Duchamp y muchos más. Todos ellos conocieron Cadaqués.
El chiringuito que todavía se mantiene en pie en la playa del pueblo es testigo de todas las aventuras que allí se vivieron. Hay fotografías que lo atestiguan y todavía algún vecino puede contar las fechorías que allí se llevaron a cabo.
Destino final: Portlligat
Y, por último, Portlligat. Este pequeño rincón a las afueras de Cadaqués y a las puertas del Cap de Creus donde Dalí se construyó una casa a su imagen y semejanza. No de físico, sino de mente. Las formas abstractas, las cuevas y los huevos viven en comunión con la tierra del jardín y el azul del mar.
Entre esas casitas blancas y callejuelas estrechas del pueblo, Dalí erigió su refugio ideal donde pasó buena parte de su vida, y sus últimos días. Ese laberinto hecho casa vio como el pintor daba rienda suelta a su imaginación y pintaba sus grandes obras que lo han convertido en quien es: el catalán más universal. Este viaje por los pueblos de su vida y su obra no hacen otra cosa que constatarlo.