Begur

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Viajes

Así es el parador más espectacular de la Costa Brava: un mirador panorámico y 200 obras de arte

Se inauguró en los 60 y por sus habitaciones han pasado los más destacados artistas de la cultura catalana. Entre ellos, Miró y Tàpies

10 mayo, 2024 09:53

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La Costa Brava está llena de encantos. De los jardines de Blanes al castillo de Perelada, pasando por las hermosas casas escondidas en el Camí de ronda, no hay rincón feo en esta zona de Cataluña. Pero por si eso fuera poco, la arquitectura de algunos de sus pueblos le dan un encanto todavía más especial.

Uno de estos lugares que parecen salidos de una película se encuentra en lo alto de la Punta d’es Muts, a las afueras de Begur. En este enclave privilegiado que se sumerge en las aguas cristalinas del Mediterráneo, se alza el mítico Parador d’Aiguablava.

Piscina del Parador d’Aiguablava

Piscina del Parador d’Aiguablava

Un parador renovado 

Renovada hace cerca de cinco años, este alojamiento abrió sus puertas en 1966. Desde entonces, este icónico establecimiento ha sido testigo de innumerables historias y ha cautivado a generaciones con su espectacular belleza. Esa forma de cubo blanco, diseñada por el arquitecto Raimon Duran Reynals, se mantiene prácticamente intacta.

A pesar de las reformas que se tuvieron que hacer por la aplicación de la Ley de Costas y las medidas requeridas por Patrimoni de la Generalitat, esa apariencia setentera todavía se respira. Eso sí, desde 2020, tiene un renovado esplendor que lo han convertido casi en un museo vanguardista en el que dormir.

Más de 200 obras de arte 

Sólo entrar por esas puertas, los visitantes se encuentran inmersos con espacio diáfano, minimalista, que crea un ambiente de sofisticación. La luz natural y las obras de arte contemporáneo acaban de crear una atmósfera única.

No se trata sólo de las delicias arquitectónicas y de interiorismo que tiene la casa, sino, literalmente, de 200 obras de arte que decoran todo el Parador d’Aiguablava. Los nombres son grandes nombres de las vanguardias catalanas.

'Llegaremos más tarde, hacia las cinco', de Salvador Dalí

'Llegaremos más tarde, hacia las cinco', de Salvador Dalí

De Dalí a Miró 

Salvador Dalí, Antoni Clavé, Antoni Tápies, Josep María Subirachs y Joan Miró adornan sus paredes, convirtiendo cada rincón en una experiencia estética única. La elección cuidadosa de estas obras, que abarcan diversas disciplinas artísticas, refleja el compromiso de Paradores con la cultura local y la excelencia estética.

Todas estas obras se reparten entre los pasillos, restaurantes y 78 habitaciones distribuidas en las seis plantas que constituyen el Parador d’Aiguablava. Una experiencia entre artística y relajante que ofrece este excepcional alojamiento.

Exclusividad y sostenibilidad 

Desde sus amplias habitaciones dobles hasta sus espectaculares suites en la tercera planta, cada espacio ha sido diseñado para brindar confort y elegancia. Además, todas las habitaciones cuentan con terrazas con vistas al mar, invitando a los huéspedes a sumergirse en la belleza natural de la Costa Brava.

A su respeto y cuidado del huésped y la cultura catalana, el parador mantiene un compromiso con la sostenibilidad. La eliminación del plástico de un solo uso y el uso de materiales biodegradables en las amenities garantizan una experiencia responsable.

Interior del Parador d’Aiguablava

Interior del Parador d’Aiguablava

Una cocina de lujo

No todo se queda allí. Conocedores de la importancia de la oferta gastronómica y la excelencia de la cocina gerundense que ha dado nombres como Ferran Adrià y los hermanos Roca, el alojamiento también ofrece una cuidada variedad culinaria que celebra los sabores de la región.

Desde las croquetas de gamba hasta los pescados frescos del día, cada plato es una celebración de la cocina catalana. Además, el compromiso con el producto local se refleja en la selección de ingredientes de primera calidad que protagonizan cada menú.

Qué puedes hacer en Begur

Todo ello en un pequeño pueblo ubicado en la provincia de Girona, que cada año atrae a turistas que buscan no solo descubrir su mejor patrimonio histórico, sino bañarse en algunas de las calas más bonitas de este litoral catalán: Begur. Una localidad que para siempre estará unida a la historia de una bailaora de temperamento como fue Carmen Amaya.

Nacida en el año 1913 en el Somorrostro, un barrio de barracas de Barcelona, comenzó a bailar desde que era una niña junto a su padre en las tabernas y tablaos. Una leyenda del flamenco de fama internacional que quiso descansar los últimos años de su vida en esta hermosa localidad. Darse un paseo por sus calas y calles es conocer de qué hablaba la bailaora.

Cedida

Un espectacular mirador

Una buena idea para empezar esta visita por Begur es hacer un homenaje a la bailaora y subir hasta el mirador que lleva su nombre. Una atalaya que recuerda la historia de unión entre Begur y Carmen Amaya, que quiso descansar en esta localidad hasta su muerte en 1963, y donde hay dos esculturas que el pueblo le dedicó en agradecimiento por llevar el nombre de la localidad por todo el mundo de manera altruista. 

El mirador está ubicado justo antes de entrar en Begur y desde él uno puede contemplar bellas imágenes de todo el barrio histórico de la misma localidad, donde destaca la presencia de la Iglesia de Sant Pere y Santa Reparada. Pero uno no puede despedirse del recuerdo de Carmen Amaya sin nombrar Mas d'en Pinc (donde vivió), una de las masías mejor conservadas de la zona y que hizo que la bailaora quisiera conocer este rincón de la Costa Brava. En la actualidad, este edificio es de titularidad pública y se ha convertido en espacio expositivo para homenajearla.

La historia de Begur

No se puede comprender el Begur que es hoy sin hacer un repaso a su rico patrimonio histórico, concentrado en varios puntos imprescindibles de esta visita como son el edificio eclesiástico mencionado en líneas anteriores, las Torres de Defensa y el castillo de la localidad. Empezando por la iglesia, se trata de un templo de principios del siglo XVII que se ubica en pleno centro histórico, en la conocida Plaza de la Villa que alberga los mejores establecimientos gastronómicos. 

Desde este mismo punto se puede recorrer el camino hacia la Torre de Sant Ramón, una de las seis atalayas defensivas que se construyeron en la localidad (esta es de las mejor conservadas) para defenderse de los ataques de los piratas que llegaban en barco. Tras visitarla, la siguiente parada en este recorrido por Begur no se encuentra lejos. Es su castillo, construido en el siglo XVI y del que lamentablemente solo quedan restos de su antigua muralla y de una de sus torres. 

Mirador del castillo de Begur

Mirador del castillo de Begur

Patrimonio histórico y cultural

Hablar de ese patrimonio es hacerlo también desde un punto de vista arquitectónico, y donde destacan bellos ejemplos de casas de indianos, con la Casa Bonaventura Caner Bataller como punto clave. Esta edificación se construyó en el año 1866 por un emigrante que había ganado mucho dinero en la industria del corcho en Cuba. El espacio sorprende por ese aire colonial tan reconocible, pero con unos toques de estilo neoclásico. 

En esta ruta también merece la pena detenerse en el casino cultural, fechado en 1870 y levantado desde lo que fueron inicialmente dos antiguos casinos que ya existían antes en Begur. 

Las playas más bonitas

Cala Aiguafreda, en Begur (Girona)

Cala Aiguafreda, en Begur (Girona) Cedida

Sin embargo, uno de los principales atractivos de los turistas para acercarse hasta este municipio costero es disfrutar de sus bellas playas y calas que parecen sacadas de una postal; no en vano aquí se encuentra el que dicen es uno de los mejores arenales de toda la Costa Brava: Aiguablava. Un oasis con arena fina y dorada y un agua que sorprende por sus distintos tonos de azul. El mejor lugar para relajarse que también puede repetirse en Sa Tuna, en la salvaje de S’Eixugador o a Aiguafreda, una cala sin arena pero con un espacio magnífico para tomar el sol. 

El último rincón frente al mar que merece la pena conocer es Illa Roja, para darse un baño y para contemplar uno de los más bellos atardeceres del verano. Como muchos podrán adivinar, esta playa (que se ha convertido en una de las mejores para hacer nudismo) recibe su nombre del color rojizo tanto de su arena como de la inmensa mole de piedra que la protagoniza.