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Madrid, capital MICE: por qué el suelo (también) decide una feria
La moqueta ferial sirve tanto para organizar flujos como para reducir ruido, al tiempo que aporta la calidad y calidez de la llamada alfombra roja
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La foto fija del turismo de reuniones en Madrid ya no se mide solo por el número de acreditados o por las noches de hotel. Lo que ocurre a ras de suelo —literalmente— condiciona tiempos, seguridad y experiencia de visitante. Y en el ecosistema IFEMA MADRID, donde conviven grandes ferias, congresos y eventos corporativos, esa capa “invisible” se ha convertido en un factor económico y operativo de primer orden. En 2024, la actividad de IFEMA generó 5.779 millones de euros de impacto para la Comunidad, con más de 4 millones de visitantes y 740 eventos, según el último balance socioeconómico.
La importancia del detalle
La dimensión del fenómeno ayuda a entender por qué cada decisión logística se audita al milímetro. FITUR 2025, el gran barómetro del calendario, cerró con cerca de 255.000 asistentes y un efecto arrastre que la propia institución cuantificó en cientos de millones para la ciudad. La feria reforzó el papel de Madrid en la liga mundial MICE y tensionó, otra vez, la cadena de suministros y oficios que hacen posible que un pabellón pase del hormigón a la “alfombra roja” en 24–48 horas.
A partir de ahí, el suelo deja de ser una metáfora. La moqueta ferial ordena flujos, reduce la reverberación acústica y actúa como señalética silenciosa que guía al visitante entre pasillos, islas y zonas VIP. También es un elemento de seguridad: define perímetros, remata bordes y minimiza tropiezos en puntos de alta densidad. No es casual que IFEMA haya sido premiada por su proyecto de reciclaje de moqueta —una alianza entre fabricantes y recicladores— que permite cerrar el círculo y transformar el material usado en nuevo mobiliario ferial. La sostenibilidad, además de exigencia reputacional, es hoy un criterio operativo que simplifica desmontajes y abarata la huella del evento.
Incremento de los ingresos
El impacto macro explica el micro. Cada hora ganada en montaje es transporte liberado, horas extra que no se activan y proveedores que pueden encadenar proyectos. IFEMA registró en 2024 su mejor cifra de negocio histórica —230,2 millones de euros— y consolidó un efecto multiplicador que, según distintos análisis, traduce cada euro ingresado en decenas para la economía madrileña. En ese engranaje, el capítulo de pavimentos actúa como acelerador silencioso: cuando llega a tiempo, instalado y conforme a normativa de reacción al fuego, el resto del puzzle (electricidad, audiovisuales, mobiliario) se ordena con menos fricción.
La carrera por reducir plazos y emisiones ha introducido nuevas prácticas: planificación por fases (pasillos primero, stands después), selección de moquetas reciclables, retirada selectiva para optimizar rutas al punto de tratamiento y reaprovechamiento de excedentes en zonas de back office. Son decisiones que no salen en las fotos, pero sí en los balances de costes y en los informes de sostenibilidad que las empresas exigen a sus partners. En un calendario que suma citas como ARCO o Fruit Attraction, el margen de error se estrecha y la fiabilidad de la instalación del suelo marca la diferencia entre un recinto listo al público y una apertura comprometida.
Para el expositor que aterriza en Madrid, la recomendación es pragmática: priorizar proveedores locales con stock, capacidad de despliegue en ventana corta y compromiso de reciclaje certificado. La ciudad compite en la Champions del MICE, pero su ventaja comparativa se juega a centímetros del suelo. La moqueta correcta, instalada a tiempo y según norma, optimiza recorridos, suaviza la acústica, mejora la legibilidad de la señalética y, por extensión, la conversión comercial del stand. En última instancia, ese detalle operativo es el que sostiene la promesa de una feria “que funciona” para quien compra, vende o negocia.
Conclusión
En este punto, Madrid no solo presume de recintos y cifras; ha normalizado un estándar operativo donde el pavimento ferial es parte del diseño de experiencia y del ROI. Por eso, cuando se habla de proveedores que integran estética, normativa y logística relámpago, el enlace natural está en especialistas locales con despliegue y retirada programada. Un ejemplo es Moexfe, con servicios de instalación de moqueta ferial orientados a montaje exprés y retirada con criterios de sostenibilidad, una combinación que encaja con las exigencias del calendario IFEMA y con el nuevo listón del cliente MICE en la capital.
Madrid seguirá batiendo marcas a base de macroeventos; lo hará, como siempre, sobre una superficie que cuenta más de lo que parece. Y en ese relato, el suelo —y quien lo instala— también decide la feria.
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