Donald Trump, que tras ganar las elecciones será, dentro de unos pocos días, presidente de Estados Unidos, prometió en campaña terminar la guerra entre Rusia y Ucrania de manera expedita.
Sería maravilloso, pero ¿deberíamos tomarlo en serio? Así lo cree Russell A. Berman, profesor Walter A. Haas en Humanidades en la Universidad de Stanford e Investigador la Hoover Institution, uno de los 10 think tanks más influyentes del mundo, que ha surtido de consejeros a varios presidentes norteamericanos del partido Republicano.
Sus previsiones sobre cómo y por qué EEUU va a lograr la paz en Ucrania pueden parecer demasiado optimistas, pero quizá valgan por lo menos para que sepamos lo que Trump se propone ofrecer de entrada a rusos y ucranianos. A continuación traduzco y condenso el ensayo que Mr. Berman acaba de publicar en la excelente revista de geoestrategia 1945:
“Acabar con la guerra sólo puede significar proponer un acuerdo que ambas partes acepten. Tanto Putin como Zelensky deben ver cualquier propuesta como satisfactoria para sus necesidades. Además, el presidente Trump querrá salir del proceso de negociación como un ganador; ciertamente, no quiere cargar con un legado como la desastrosa retirada de Afganistán del presidente Biden. Si se percibiera que Trump abandona a Ucrania, su credibilidad se vería disminuida. Por lo tanto, esta no es la ruta que elegirá. Por el contrario, ya ha adelantado una fórmula para el éxito: paz a través de la fuerza, paz en Ucrania a través de una afirmación de la fuerza estadounidense.
“Desplegar esa fuerza significa enviar el mensaje correcto a Putin. Esto debería ocurrir a través de canales diplomáticos discretos en lugar de en titulares: hablar suavemente pero llevar un gran garrote. En este caso, el garrote significa la perspectiva de una escalada significativa en el hardware militar proporcionado a Ucrania. El presidente Trump debería confrontar a Putin con un plan para suministrar a Ucrania armamento al menos suficiente para cortar las cadenas de suministro a las tropas rusas. Podrían entrar en juego otros objetivos militares específicos, como la seguridad de la flota rusa del Mar Negro. La cosa no es dar estos pasos, sino amenazar con esta escalada a menos que Rusia se retire de todo el territorio ucraniano: Ucrania tiene derecho a la restauración de su integridad territorial.
“(…) Sin embargo, es poco probable que Putin responda a una amenaza que no le dé nada a cambio. El arte de este acuerdo requiere identificar suficientes incentivos que ayuden a Putin a aceptar. Afortunadamente, se puede ofrecer una lista de concesiones para convencer a Putin de reducir sus pérdidas y retirarse.
“El histórico deseo ruso de acceso al Mar Negro es una causa fundamental de la guerra. Esta ambición podría abordarse mediante un acuerdo internacional que garantice a Rusia el paso sin obstáculos en el Mar de Azov y el Estrecho de Kerch. Además, se podrían ofrecer a Rusia términos favorables para el acceso ferroviario y de camiones a los puertos ucranianos del Mar Negro. Rusia no debería tener que conquistar Ucrania para beneficiarse del comercio a través del puerto de Odesa.
“Un segundo componente debería abordar la grave situación económica de Rusia. Cuanto más se prolongue la guerra, más se convierte Rusia en el socio más débil en su relación con China. Esta subordinación no puede ser cómoda para Putin. En cambio, un acuerdo para poner fin a la guerra podría incluir, además del levantamiento de sanciones, un acuerdo comercial adecuadamente adaptado con Estados Unidos. Para Putin, la perspectiva de una mejora económica debería ser un maná caído del cielo.
“Un acuerdo comercial entre Estados Unidos y Rusia también sería de gran interés para Estados Unidos como vehículo para alejar a Rusia de China. Los términos podrían, por ejemplo, proteger a Rusia de las políticas arancelarias pendientes de la administración Trump. Imponer aranceles o levantarlos puede servir como herramientas para lograr objetivos políticos”.
Finalmente, Berman sugiere otro anzuelo para convencer a Putin: retirar la orden de arresto de la Corte Penal Internacional contra él, aunque “tal exoneración de Putin sería una píldora amarga de tragar en Occidente; él es indudablemente responsable de los atroces crímenes cometidos durante la guerra. Sin embargo, en última instancia es más importante poner fin a la guerra que imaginar el improbable escenario de llevar a Putin ante un tribunal.
“Estas grandes líneas de actuación”, concluye el estratega de la Hoover Institution, “o sea, acceso al Mar Negro, un acuerdo comercial y el rechazo a la CPI, deben ser elaborados en sus detalles, donde siempre está el diablo. Además, se debe formular una estrategia para mantener la paz en el futuro, ya sea con la membresía de Ucrania en la OTAN o no. Sin embargo, el presidente Trump ha expresado repetidamente una preocupación genuina por el costo humano de la guerra, y tiene la intención de ponerle fin. Que tenga éxito.”