El disco rayado de Puigdemont y el último "servicio" de Colau
- El vecino de Waterloo renueva la cúpula de su partido con la abstención de más de la mitad de la militancia. Colau amenazó con tumbar los presupuestos si se repetía la Copa América
- En portada: El ‘no’ a la Copa América desata la primera crisis entre la burguesía catalana y el PSC
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Cabe la posibilidad de que hasta a Carles Puigdemont le aburra la cháchara procesista, ese bucle laberíntico cuyo agujero negro es el mes de octubre de hace siete años. De ahí que su discurso de clausura del congreso de Junts no haya respondido a lo que se espera de la intervención de un hombre que acaba de ser elegido presidente de su partido con el 90% de los votos. A la búlgara, sin contestación y después de haber fulminado al sector borrasista, las madaulas y los dalmases que pretendían una formación política a la medida de las ambiciones de la defenestrada Laura Borràs. De modo que harto de escucharse las mismas milongas, Puigdemont realizó una faena de aliño para poner el punto y final al encuentro en Calella.
Tiene cierto mérito el control absoluto de Puigdemont desde Waterloo, aunque Junts no es Convergència, un partido que llegó a tener 50.000 afiliados en sus momentos de mayor esplendor y 12.000 tras pasar por las manos de ese fenómeno de la política que responde al nombre de Artur Mas. Poco más de seis mil militantes son los que forman Junts. Y para poner un poco más de contexto, más de la mitad de esos afiliados se abstuvieron de participar en el congreso.
En esas condiciones, a Puigdemont le ha bastado un capataz tan eficaz como gris, el fiel Turull, para recuperar el cetro y montar una estructura que responde perfectamente a su personalidad, gente aguerrida, dispuesta a dar el cante, sin miedo al ridículo. Y leal a su persona sobre todo.
En El País afirman que "Puigdemont vuelve a la presidencia de Junts y llama a ocupar la “centralidad” para recuperar el poder". También destacan que "Solo un 43% de la militancia vota para ratificar la nueva dirección del partido". Escribe Marc Rovira: "Carles Puigdemont ha cerrado con un discurso telemático desde Bélgica el congreso político que Junts per Catalunya ha celebrado, desde el viernes y hasta este domingo, en Calella (Barcelona). La intervención del líder del partido, ahora ya líder oficial porque ha sido elegido presidente en sustitución de Laura Borràs, ha apelado a la necesidad de movilizar todos los efectivos disponibles para recolocar al partido en algún peldaño de poder: “Pasemos a la ofensiva”, ha manifestado este domingo. Tiene fresco en el recuerdo su tropiezo para recuperar la presidencia de la Generalitat y Junts tampoco manda en ninguna de las grandes capitales catalanas. El partido solo controla la Diputación de Girona. Puigdemont ha hecho una llamada a ocupar “la centralidad” del espacio político catalán y ha pedido seguir mirando fuera de las ventanas de la formación: “Nos hace falta abrir más el partido”, ha dicho. El expresident lleva meses apelando a la necesidad de convertir Junts en un espacio “transversal” del independentismo, ni que sea a costa de relegar de los puestos de decisión a figuras que habían mostrado tener un potente compromiso con el partido. En público, Puigdemont no tiene contestación y nadie ha osado presentar una lista alternativa a la candidatura que comandaban él y Jordi Turull, reelegido secretario general. Sin embargo, solo un 43% de la militancia ha votado para ratificar la nueva dirección del partido. Junts había dado a sus bases la posibilidad de votar telemáticamente".
Sigue Rovira: "El congreso político de Junts se ha hecho coincidir con el último fin de semana de octubre buscando un guiño a la puesta en escena que se realizó en el Parlament en 2017 para aprobar una resolución que pregonaba declarar la independencia de Cataluña y abrir un proceso constituyente. Este domingo se cumplen siete años de aquello. Y pronto se cumplirán siete meses del día en que, durante la campaña electoral por las catalanas del 12 de mayo, Carles Puigdemont comunicó que si no ganaba la presidencia de la Generalitat se iba a retirar del primer plano de la política: “Yo no puedo hacer política activa si no tengo la responsabilidad de la presidencia”, dijo entonces. Puigdemont, que sigue pendiente de poder beneficiarse de la ley de amnistía, ha ofrecido un discurso de tono comedido ante sus fieles, ha hablado apenas un cuarto de hora, pero repetido una de las reflexiones que usa en los últimos tiempos: “ahora nos toca salir de los cuarteles de invierno”".
Y: "Junts se halla en plenas conversaciones con el Gobierno para abordar los presupuestos generales del Estado y tiene líneas de negociación abiertas con el entorno de Pedro Sánchez para poder presentar algún logro ante el electorado independentista. Un año después de apoyar la investidura del líder del PSOE, Junts tiene dificultades para lucir ganancias de aquella operación. Ante el discurso poco chispeante de Puigdemont, el recado político lo ha mandado Jordi Turull, cuando ha dicho que “el PSOE tiene que cumplir los acuerdos” si no quiere sufrir por falta de apoyos en el Congreso de los Diputados. “No estamos casados con nadie, no nos vamos a arrugar”, ha dicho el secretario general. También ha reivindicado la validez de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) cuando ha expresado el compromiso de Junts para hacer efectivo aquello que votaron los catalanes el 1-O y ha defendido la unilateralidad “cuando no hay otra vía”".
En La Vanguardia también destacan la escasa participación de la militancia en el congreso. La pieza es de Iñaki Pardo Torregrosa y arranca así: "Un partido desacomplejado en el ámbito ideológico, “a la ofensiva” y consciente de que el ciclo político ha cambiado en Catalunya. Así es como sale Junts de su tercer congreso, con una renovación de más de la mitad de la dirección y con la vocación de dar la vuelta a la tortilla y volver a asumir cuotas de poder en el futuro. No había rivalidad interna y, por tanto, ninguna incertidumbre, y como era de esperar desde hace semanas, la candidatura que encabezan el expresident Carles Puigdemont y Jordi Turull, que seguirá como secretario general y ha aplicado un rodillo en las votaciones durante estos tres días, ha sido escogida este domingo para pilotar la organización en esta nueva etapa con el respaldo de un 90,18% de la militancia posconvergente. Han participado en el escrutinio un 43,86% de los militantes, 2.830 personas. Menos de la mitad".
Y: "En los discursos que han servido para poner el broche final y bajar el telón, tanto Turull como Puigdemont, han lanzado señales que permiten interpretar en qué parámetros se moverá la formación a partir de ahora. “No podemos caer en el error de no reconocer que estamos en una nueva etapa política en que ciertamente el independentismo está más dividido que nunca, no tenemos mayoría en el Parlament y tenemos el Govern catalán más españolista de la historia y hay un monopolio asfixiante de un solo partido en todas las instituciones”, ha aseverado el expresidente catalán, que aludía al PSC –presente en el recinto de la Fàbrica Llobet-Guri de Calella (Maresme)– y ha pedido a los suyos que salgan “de los cuarteles de invierno”".
En El Confidencial aportan otra interpretación del cónclave. El texto viene con la firma de Marcos Lamelas: "Carles Puigdemont enterró ayer la idea fuerza que llevaba impulsando desde 2018, cuando creó el Consell de la República: que él era el "president" legítimo y que eso le autorizaba a crear estructuras paralelas a una Generalitat heredera de un supuesto "golpe de Estado" que surgió de la aplicación del 155 en Cataluña. Ahora, como ya le reconoció al propio Salvador Illa en conversación telefónica, se asume la legitimidad de Illa, pero invitó a los suyos a "pasar al ataque" y "dejar la resistencia". De modo que el nuevo Junts será de derechas y autonómico, aunque envuelto en una retórica independentista. El Congreso de Junts este fin de semana en Calella ha funcionado sobre cuatro ejes: abandonar la legitimidad que se arrogaba el propio Puigdemont, situar el partido en un eje de derechas autonomista que pueda confrontar con el PSC, de ahí el acento en la cuestión migratoria; ganar tiempo de cara a la implementación de la amnistía y asumir que será el propio Puigdemont quien organice su sucesión en un período de tiempo indeterminado, que podría ser dos años, según apuntan fuentes del partido".
La crónica de Lamelas también apunta factores como la tradicional desidia de nuestro hombre en Waterloo: "Otra cosa es que Puigdemont asuma tareas para las que claramente no está dotado. La vida de partido nunca le ha gustado al expresident, quien siempre se ha inclinado por fundar marcas políticas antes que fortalecer las ya existentes. Y organizar sucesiones tampoco ha sido su fuerte, recordemos los casos de Quim Torra o sus sucesivos fracasos en Girona, ciudad en la que había sido alcalde, con Albert Ballesta, Marta Madrenas o Assumpció Puig. Nadie espera que Puigdemont se vuelva a presentar contra Salvador Illa. Tampoco que ejerza de jefe de la oposición, puesto que han dejado vacante precisamente para que su designación no pueda tener una clave sucesoria. Todo apunta, por tanto, a un Congreso de transición que solo servirá para tener que convocar otro dentro de dos años y designar al candidato que tendrá que batirse el cobre contra Illa. Mientras, el giro a la derecha del partido —por ejemplo, apoyando la ampliación del Aeropuerto de El Prat— o con la inmigración ha de servir para atajar la sangría de votos hacia Aliança Catalana".
Lamelas incluye además una foto del estado del estado actual de la formación: "Junts es un partido con 6.583 militantes, según los datos de este congreso. Pero solo controla ayuntamientos pequeños en la Cataluña rural, un total de 168 municipios. La única excepción que es una gran ciudad es Sant Cugat. Más allá de esa urbe, el poder institucional de JxCAT es nulo, lo que desincentiva a buena parte de las bases que provienen de la antigua Convergència. A muchos no les gusta lo que está haciendo Puigdemont, pero se ven sin fuerza y sin aliados para plantear una alternativa. Ha habido unidad, pero en cierta manera el cónclave se ha cerrado en falso".
Ayer se cumplieron siete años de la estupefaciente sesión del Parlament en la que se proclamó la república sin arriar bandera alguna. Y a modo de celebración, un manifiesto de la Assemblea Nacional Catalana en la que sostiene que la cámara es un engendro ilegítimo secuestrado por el españolismo más feroz. Del texto de Àlex Cárcel en La Razón: "La Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha recordado este domingo la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) que tuvo lugar el 27 de octubre de 2017, hace 7 años, asegurando que "el Parlament está secuestrado desde entonces". "Es un Parlament estéril donde no pueden fructificar leyes ni decisiones soberanas", recoge el manifiesto difundido por la entidad secesionista este domingo, "ha quedado, democráticamente, devaluado". La DUI fue, según la ANC, "la última decisión soberana" de la Cámara, pues "acto seguido fue disuelto y se aplicó de manera fraudulenta y perversa el artículo 155 de la Constitución"".
Es el mundo al revés.
Indignación en el independentismo porque el presidente de la Generalitat ha intervenido en un foro donde no estaba presente en el escenario la señera. "Salvador Illa prescinde de la bandera catalana en su último acto mientras mantiene la española", denuncia El Nacional. El texto es de Guillem Figuerola: "El president de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa, ha intervenido en el 9.º Foro Regional de la Unión por el Mediterráneo (UpM) con una gran ausencia. Illa ha asegurado en un tuit de su cuenta de X que "la Generalitat restablece plenamente las relaciones con la UpM", pero durante su discurso al acto inaugural, ni rastro de la bandera catalana. Durante su parlamento, detrás del president se puede ver la bandera española y la bandera de la Unión Europea, y entre las dos un gran hueco, donde tendría que estar la bandera de Catalunya. Illa dice en su tuit que Catalunya quiere "volver a estar a la altura de su europeísmo abierto, sus raíces y liderazgo mediterráneos" pero en un acto de esta envergadura que se celebra en Catalunya, y está el gran descuido que falta el símbolo de la institución que el president representa y de la tierra que acoge este encuentro de cooperación entre países europeos".
Y: "El president de la Generalitat ha recibido fuertes críticas en su publicación en redes sociales sobre el acto en el foro de la UpM. Muchos catalanes han visto bastante deprisa que durante la intervención del presidente faltaba la bandera catalana, mientras algunos, con más tacto que otros, le han hecho saber el error en Illa. Entre los que han pedido explicaciones al president, está el exconseller de Territori, Jordi Puigneró que sobre Illa y su Gobierno dice que "ni se molestan en hacer poner la 'senyera' en un acto que se hace a Catalunya". Otros se han limitado a preguntar al president por dónde estaba la bandera, pero también hay quien le recuerda "que está incumpliendo un artículo de la Constitución española"".
Tremenda sensibilidad y gran nivel de vexilología. Lástima que no apliquen los mismo argumentos con los ayuntamientos que prescinden de la bandera española.
Actualidad barcelonesa. "El ‘no’ a la Copa América desata la primera crisis entre la burguesía catalana y el PSC", destaca la apertura de Crónica Global. El texto es de Ignasi Jorro, quien bucea en las honduras de las siempre complejas relaciones entre el Ayuntamiento y los patricios indígenas. Así comienza la pieza: "El no del Ayuntamiento de Barcelona a la Copa América de vela ha desatado la primera crisis entre la burguesía catalana y el PSC. Parte del empresariado catalán está molesto con la negativa a repetir la carrera de regatas en 2026, y, sobre todo, con "las formas" mostradas por la Ciudad Condal. Por ello, preparan un acto de desagravio --y agradecimiento-- a Grant Dalton, CEO del torneo, y al Emirates Team New Zealand, equipo organizador. El malestar se ha asentado este fin de semana después de que la semana anterior el ayuntamiento rechazara una nueva edición del trofeo marítimo en dos años. El rechazo provocó la alarma de la gran patronal catalana, Foment del Treball, y del lobi de empresarios Barcelona Global, que pusieron peros a la decisión".
Líneas después, Jorro sitúa la escena en el Civet de Luis Conde: "El cónclave del cazatalentos midió la decepción empresarial por el no a repetir la liza náutica. Ocurrió, sobre todo, la noche anterior, el viernes, cuando un nutrido grupo de empresarios cenaron en Girona. Al cónclave acudió Aurora Catà, vicepresidenta de la Copa América --quien al día siguiente se ausentó del Civet-- y miembros de la familia Puig, de Grupo Puig, que trajeron el evento a Barcelona, entre otros. En el conciliábulo, los patronos se mostraron "muy irritados" por el portazo municipal a una nueva edición de la Copa en Barcelona. Y afearon al ayuntamiento "las toscas formas" con las que se había cerrado la puerta a Grant Dalton. Los patricios, reunidos la noche anterior al Civet, fueron claros, indican fuentes conocedoras: culparon a Ada Colau, hasta ahora líder de BComú, por "exigir a Jaume Collboni que vetara una nueva edición de la Copa para atar el sí de los comunes a los presupuestos municipales de 2025". Convencidos de que fue "el último mal servicio de Colau a la capital catalana", detectaron "poco arrojo" del gobierno municipal por no plantarse ante esa exigencia".
Claro, Colau, quién si no. Respecto a las "aportaciones" de la exalcaldesa escribe el editor de este medio, Xavier Salvador, un artículo titulado "¿Una medalla para Colau?" del que destacan estas líneas: "A Colau la han dejado fuera del poder municipal sus fracasos estrepitosos en vivienda; su incapacidad para aminorar la inseguridad; su escasa preocupación por la limpieza y el orden; y, por supuesto, la demostración palmaria de que Barcelona no es la ciudad de la negatividad que ella se empecinó en construir. Su adiós al poder tiene mucho que ver con el espíritu vengativo que tuvo su paso por la casa consistorial, con el nepotismo con el que actuó su grupo o con la inutilidad de muchas políticas aplicadas en materia de ordenación urbana".
28 de octubre, santoral: Judas Tadeo y Simón, apóstoles. Farón de Meaux, Ferrucio de Maguncia, Fidel de Como, Germán de Annecy, Ginés de Thiers, Juan Dat, Rodrigo Aguilar y Salvio de Amiens.