Miembros del Ejército encargados de instalar el hospital de campaña de Sabadell / CG

Miembros del Ejército encargados de instalar el hospital de campaña de Sabadell / CG

Política

La otra cara del recibimiento al Ejército: escupitajos y basura arrojada desde ventanas

Un exsoldado escribe para 'Crónica Global' sus vivencias en Cataluña, desde el 'procés' hasta el coronavirus y la polémica de Sabadell, pasando por el rechazo de la alcaldesa Colau

8 abril, 2020 00:00

Se llama Víctor Torres y fue soldado del Ejército destinado en Cataluña hasta el año pasado. Elige Crónica Global para escribir, de puño y letra, sus vivencias en los días convulsos que van desde el inicio del procés hasta una epidemia de coronavirus que ha requerido la ayuda de las fuerzas armadas. Con el rechazo expreso del Govern y el agradecimiento de muchos catalanes, como aseguraba Fernando Aznar Ladrón de Guevara, Teniente General, Inspector General del Ejército y representante institucional de las Fuerzas Armadas en Cataluña, en una carta publicada por este medio.

Pero Víctor explica la otra cara de ese cariño demostrado estos días. Es su testimonio. En primera persona:

"Mientras los españoles se agolpan en los balcones de sus casas todos los días a las ocho de la noche a aplaudir con entusiasmo los esfuerzos de los servidores públicos por paliar la grave crisis epidémica que nuestra nación sufre en estos momentos, en las calles catalanas algunos de éstos son rechazados con fuertes insultos, silbidos, escupitajos e incluso con basura arrojada desde las ventanas. Es el caso de los soldados profesionales del Ejército de Tierra, militares con gran espíritu de sacrificio, voluntad de trabajo y abnegada dedicación a la protección de sus conciudadanos pese a las malas actitudes recibidas por esta minoritaria parte de la población".

El Ejército ayuda al Banco de Alimentos de Mallorca a transportar 12 toneladas de comida / EP

"Rencores sectarios"

"Pudiera parecer --añade-- que en estos tiempos de necesidad aquellos beneficiados por la intervención de las Fuerzas Armadas aparcarían sus rencores sectarios por la mera existencia de personas capaces de arriesgar su integridad física en pos de mejorar las condiciones de vida de éstos, pero nada más lejos de la realidad. Mientras tanto, las tropas cumplen con sus obligaciones ignorando a sus detractores. Lo hacen por disciplina, por orgullo profesional, por la íntima satisfacción del deber cumplido. Pero también, y eso es un detalle que a muchos lectores pudiera llegar a asombrar, lo hacen porque ya están acostumbrados".

"Prohibido salir vistiendo el uniforme"

"En Cataluña, a diferencia de otras regiones de España, ser militar es una lacra, una vergüenza. Algo a ocultar por indecoroso y amoral. Permitan que les exponga la situación desde un subjetivo punto de vista personal. De vocación militar, ingresé en el Regimiento de Cazadores de Montaña Arapiles 62 en el año 2014. Sito en tierras catalanas, el Batallón Barcelona II, en el que me alisté, tenía su plaza en el famoso cuartel del Bruc, junto a la Diagonal. Desde el principio, los mandos nos dieron claras instrucciones a aquellos de incorporación reciente: Estaba prohibido de forma terminante salir del acuartelamiento vistiendo el uniforme".

"También, en largas charlas formativas, añadieron puntos y normas de gran importancia para el servicio tales como cambiar la ruta de ida y vuelta de forma habitual. No informar a vecinos y conocidos de nuestro servicio en el Ejército. Evitar hablar del trabajo con nadie. A un joven recién llegado, todas aquellas precauciones le parecieron exageradas. No estábamos en tiempo de la ETA, pensaba. Y así era, pero no contaba con un importante matiz; aquel batallón estaba abandonado por los representantes políticos, era poco más que una pieza en disputa en el complejo tablero de relaciones institucionales interno del sistema comunitario español".

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, muestra su rechazo en que el Ejército esté en el Salón de la Enseñanza de Barcelona en 2016 / CG

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, muestra su rechazo en que el Ejército esté en el Salón de la Enseñanza de Barcelona en 2016 / CG

Por una parte "el Ayuntamiento de la ciudad de Barcelona cayó en manos de los populistas miembros de Barcelona en Comú a principios de 2015. Su alcaldesa, doña Ada Colau, hizo de la desaparición de los militares del cuartel del Bruc una cuestión personal. Durante meses, sus seguidores hicieron guardia a las puertas del mismo, teléfono móvil en mano, a la espera de cazar cualquier ejercicio, salida de tropas, movimiento de vehículos, lo que fuera".

"Miedo de los niños"

"Cualquier pequeño detalle --continúa este soldado-- que en una población sana con relaciones razonables con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado habrían sido motivo quizá de curiosidad, como mucho de alegre atención, se convertía en manos de los expertos propagandísticos de las fuerzas de ultraizquierda en provocación, provocación del Estado opresor, terror entre los indefensos y pacíficos ciudadanos barceloneses. Era común en esta época encontrar artículos en periódicos afines al movimiento independentista refiriendo al miedo que pasaban los niños al ver columnas de militares armados avanzando sobre las calles de Barcelona (sic), grabaciones comentadas in situ sobre cómo los soldados avanzaban por las montañas de Collserola espantando a campistas con sus maniobras militares".

"Las botas afectan a la reserva natural del parque"

"Recuerdo incluso como un presunto periodista especialmente osado se atrevió a decir que las botas de los soldados afectaban a la reserva natural del parque, pues sus pisadas dañaban la flora. Por la otra, frente a las inclementes acusaciones, desmanes, insultos públicos y difamaciones constantes el Gobierno español siempre respondió con silencio. Los altos mandos siempre enviaban las mismas órdenes al acuartelamiento, consistentes en mantener la paz, guardar un perfil bajo, no caer en provocaciones".

Reducción de las marchas a mínimos

"Coincidiendo con el ascenso de Colau, al Bruc llegó un nuevo jefe del acuartelamiento para relevar al anterior por su cambio de destino. Éste, obedeciendo con disciplina castrense, acató todo lo recibido e incluso dio pasos más allá mostrando, quizá, exceso de celo en sus funciones. Las marchas por el parque de Collserola se redujeron a mínimos, cuando se salía del recinto militar para éstas, el armamento debía ir envuelto en fundas para no espantar a la población civil (sic). Las actividades físicas se harían dentro del acuartelamiento dos de los cinco días de la semana y, durante las carreras de fondo (actividad imprescindible para la formación militar), quedó prohibido de forma estricta entonar cantos marciales de ningún tipo".

Un grupo de soldados del Ejército de Tierra entrenan en Collserola / EJÉRCITO DE TIERRA

Un grupo de soldados del Ejército de Tierra entrenan en Collserola / EJÉRCITO DE TIERRA

"Durante las jornadas de puertas abiertas de ese año y el siguiente, pequeños grupos de manifestantes bloquearon el acceso al recinto, siendo requerida (pero en absoluto necesaria de haber contado con el apoyo del Gobierno) la presencia de la Guardia Urbana para desalojarlos. No fue suficiente, por supuesto. Oliendo sangre de la presa herida, las enfervorecidas masas críticas con el cuerpo apretaron aún más si cabe. Corría el año 2016, uno de los puntos álgidos de la carrera independentista cuyo auge se remonta a la actividad política de Don Artur Mas en 2012".

"Compañeros arrestados por responder"

"Cuando salíamos a correr --narra Torres--, uniformidad de deporte consistente en camiseta del color de la propia compañía y pantalón corto siendo ambas prendas en absoluto militares, era habitual que individuos afines al movimiento nos insultasen al paso. Asesinos, gritaban. Fascistas. Nuestras madres solían aparecer bastante, también. Eramos las fuerzas de ocupación y ellos valientes rebeldes enfrentándolas. Es obvio que estas actitudes nunca habrían sido comunes de no ser por las órdenes de los mandos. Debíamos evitar conflicto, repetían. Ordenaban silencio cuando algún soldado trataba de responder a las provocaciones aún de forma verbal. Algunos de mis compañeros fueron arrestados (con la suspensión de salario que ello implicaba) por defender la honra del cuerpo frente a los rabiosos exabruptos de estos desaprensivos".

Despliegue por el 1-O

"Como dije más arriba, estas tibias respuestas sólo supusieron un aumento de la intensidad y frecuencia de estos insultos. Que sólo empeoraron al año siguiente. El año 2017 fue el pico de esta escalada violenta. Primero, con los atentados de agosto, el batallón se dispuso a mobilizarse para proteger a la ciudadanía, pero el Ejecutivo nunca llegó a dar esa orden. La presencia de militares en Cataluña habría aterrorizado a la población, nos dijeron. Después, con los altercados del 1 de octubre, el fraudulento e ilegal referendo auspiciado por las fuerzas independentistas, los militares de Barcelona nos vimos obligados a desplegar en posiciones de importancia capital dentro de la ciudad. Turnos de guardia de tres, cuatro e incluso cinco días consecutivos, durmiendo en esterillas en el mismo suelo de los lugares a proteger con el equipo dispuesto. El Gobierno, por su parte, mantuvo el silencio. Sólo el discurso de Su Majestad el Rey supuso un freno a las terribles actitudes despóticas de los miembros del Ejecutivo catalán".

El discurso del Rey

"Recuerdo verlo, expectante y nervioso, en el pequeño televisor del cuerpo de guardia. Esperaba el nacimiento de mi segunda hija y no sabía si podría asistir. Estábamos preparados para movilizarnos en cualquier momento. De nuevo, la falta de actitud y valor del Gobierno nos mantuvo quietos, expectantes. Cumpliendo con disciplina la ausencia de órdenes recibida desde arriba. Tras esto, la tensión fue descendiendo de forma paulatina en paralelo con la pérdida de fuerzas del movimiento independentista ante su fragmentación gracias al encarcelamiento de los golpistas. Quedaba, no obstante, resentimiento por parte de aquellos que desde el principio no habían apreciado a los militares".

Efectivos del Ejército de Tierra a su llegada a la pista cubierta de atletismo de Sabadell / EFE

Efectivos del Ejército de Tierra a su llegada a la pista cubierta de atletismo de Sabadell / EFE

"Aún derrotados, o quizá por ese motivo, los separatistas siguieron haciendo campañas, artículos vídeos en contra de los militares. Los insultos siguieron, los mandos mantuvieron medidas para prevenir altercados. El motivo de este artículo no es victimizar a los militares. Nada más lejos de la realidad. Tratar de hacerlo supondría mayor afrenta para su orgullo que cualquiera de los insultos, escupitajos, miradas cargadas de odio. No".

La polémica de Sabadell

"Lo que pretendo hacer es poner en contexto la actitud de aquellos que han maltratado a nuestros soldados en Sabadell, entre otras ciudades catalanas que han recibido la desinteresada ayuda de éstos. Explicar a aquellos que no alcanzan a comprender el motivo de estas actitudes repentinas que las mismas no surgen del aire, no son en absoluto nuevas para nuestros hombres. Y poner un pequeño broche a esta situación. Los soldados en Cataluña, Navarra, País Vasco, los pocos sitios en que no son bienvenidos, son los más valiosos de nuestros Ejércitos. No por sus habilidades marciales, quizá. Ni por sus conocimientos en diferentes campos de las artes bélicas. Quizá ni siquiera por su disciplina. Lo son porque arriesgan su integridad física, su salud, el pasar tiempo con sus familiares confinados en la cuarentena, todo cuanto tienen. Y lo hacen por proteger a aquellos que los desprecian profundamente. ¿Existe alguna forma más elevada de heroísmo?".