Juan Prat: “Artur Mas se creyó sus propias mentiras”
El exdelegado del Govern en Bruselas (2011-2013) explica cómo dejó el cargo ante la deriva independentista y afirma que la solución al 'procés' “no será judicial, sino política. Se necesita diálogo”
13 junio, 2019 00:00“Con este pasaporte, no puedo ir en contra de España”. Con estas palabras, Juan Prat (Barcelona, 1942) comunicó a Artur Mas su decisión de abandonar el cargo de delegado en Bruselas ante la deriva independentista del Gobierno catalán.
Este embajador, que ha recorrido medio mundo --Ecuador, URSS, Corea, Marruecos...-- explica sus vivencias en el libro De Cataluña a Catalunya. Sorprendentes e inesperados destinos. Memorias de un embajador de España (Editorial Cuadernos del Laberinto). Asegura en una entrevista con Crónica Global que “Cataluña ha pasado de ser un referente en Bruselas a ser un problema”, y que la solución al conflicto separatista “es política, no judicial”. Asimismo, está convencido de que con un Gobierno socialista potente es más viable salir del conflicto.
Prat explica que estas memorias surgen de la necesidad de explicar la vida de un embajador que, según dice, “no sólo consisten en cenas y cócteles". Pero también de una petición de sus hijos, que le han acompañado en sus diferentes destinos, y también han sufrido sus ausencias.
"Cataluña no pertenece a España ¡Es España!"
“Los embajadores representamos a España en el exterior, es una función muy delicada, exige mucha responsabilidad”, afirma Prat. Pero el título del libro responde a dos momentos fundamentales en la trayectoria de este embajador, que pasó de representar a España en Bruselas en sus inicios a ser delegado de la Generalitat en esta ciudad como colofón de su carrera. “En su momento, muchos no lo entendieron --había sido embajador de José María Aznar en la OTAN--. Pero es perfectamente posible ser catalán y representar a España. En mis destinos, Cataluña ha estado siempre muy presente. Eso demuestra la presencia de esta Comunidad en la historia española. Cataluña no pertenece a España. ¡Es España!”.
Juan Prat asegura que “muy modestamente, cuando acepté ser delegado en la Bruselas, intenté evitar el choque de trenes. Se veía que las cosas se podían complicar. Se percibía, era subterráneo. Duran i Lleida explica en su libro que no pensaba que el procés viniera de tan lejos. Y me tranquiliza, porque yo no lo veía”.
Aceptó ese cargo “por dos motivos, porque era el final de mi carrera diplomática, volvía a mis orígenes. Y porque era el momento oportuno tras el cambio de gobiernos a nivel nacional --del PSOE a PP-- y en Cataluña –del tripartito a CiU--. En 2010, CiU era la heredera de un nacionalismo moderado. Jordi Pujol, hasta que se descubrió lo de Andorra (sus cuentas ocultas) era un hombre de compromiso. Trabajó por la gobernabilidad de España porque eso beneficiaba a Cataluña. Era un gran estadista”.
"No puedo ir en contra de España"
“Yo soy europeísta --añade--, y consideré necesario que se hicieran recortes a consecuencia de la crisis. Pensé que desde Cataluña se podía contribuir a eso. Mi misión era ensalzar el papel de Cataluña en una Europa con 340 regiones”.
Pero hubo un momento en que todo se torció. “Tuve que parar, la deriva independentista era inaceptable para mí. Le dije a Artur Mas: con este pasaporte español, no puedo seguir, no puedo ir en contra de España. Fue un disgusto para mí”. ¿Y qué le contestó Mas? “Me dijo: Lo siento, pero lo comprendo. Y a continuación me pidió consejo sobre mi sustituto. Y me hizo caso”. Fue relevado por Pere Puig.
“¿Qué cuándo se jodió Perú, como diría Vargas Llosa? Hubo varios errores y momentos visibles. La gran manifestación de la Diada de 2012, que Mas pretendía transversal, pero que finalmente fue liderada por el independentismo, que ha ganado la batalla de la opinión pública”, explica Prat. Después vendrían las elecciones catalanas. “Mas decía que no podía admitir que el pueblo se manifestara solo en la calle, se tenía que manifestar en las urnas. Pensaba que lograría la mayoría absoluta. Yo le dije que se equivocaba, que la gente votaría al original, no a la copia independentista. Pero ahí no me hizo caso. Y se entregó a ERC primero, y después a la CUP”.
"Una dinámica que yo viví en los Balcanes"
El embajador asegura que “en política, no hay nadie peor que quien se cree sus propias mentiras. Y a Mas le pasó eso. Se creyó aquello de que España nos roba”. Y advierte de que esa actitud lleva a una dinámica “que no se puede parar. Yo lo he visto en los Balcanes. Vivió ese drama”.
Juan Prat afirma que, a pesar de la propaganda independentista, “la imagen de España es muy buena a nivel oficial. Se la considera una de las democracias más avanzadas. Nuestra Constitución, que tomó nota de otras, era la más avanzada de Europa. Era ejemplar”. Además “recibimos más de 70 millones de turistas que aseguran que España es magnífica. Curiosamente, los principales símbolos son catalanes: la Sagrada Familia, Barcelona, la dieta mediterránea, los Juegos Olímpicos...”
Sin embargo, existe perplejidad respecto a lo que está ocurriendo “en este país tan magnífico” que se enfrenta a “un relato independentista falso desde el punto de vista político, cultural e histórico. ¿Democracia es votar? ¿Una democracia no se entiende sin un Estado de Derecho?”. El diplomático afirma que Cataluña “ha pasado de ser un referente a ser un problema en Bruselas”.
Un PSOE fuerte en el Gobierno
¿Qué hacer entonces? “Sé lo que no se debe hacer. El problema no se resuelve en los tribunales, se ha tenido un exceso de confianza en que la ley resolvería las cosas. Es necesario dialogar, pero para eso se necesitan a dos partes. Como en un tango. Y los independentistas se inventan una república catalana que no existe, están encerrados en un mundo virtual. Eso no funciona así. Y, desde luego, lo que no va a resolver el problema es una intervención internacional, que es lo que quieren ellos”.
Considera que, con la formación del nuevo Gobierno español, “hay una buena oportunidad. Con un PSOE fuerte en el poder, puede ser más viable. Los diplomáticos trabajamos para el Estado, no para los partidos. No lo digo como crítica, pero la derecha es más nacionalista y el socialismo, más internacionalista, ve las cosas desde otra perspectiva”.
Sin embargo no ve una salida a corto plazo. “Hay que resistir, tener paciencia”.