"Hay todo un país que nos espera", alentaba a los suyos Carles Puigdemont en sus primeras palabras como presidente de Junts este domingo. Es la segunda vez que el hasta ahora líder moral de los neoconvergentes asume el máximo cargo orgánico del partido, el mismo que abandonó hace dos años para dar paso a la fracasada etapa de Laura Borràs.
Volver a tomar las riendas de la formación es la única opción que tiene para mantenerse en la primera línea política en su posible vuelta a Cataluña, después de fallar con estrépito en su asalto a la Generalitat y de negarse a liderar la oposición en el Parlament por "respeto" a sí mismo. Aunque ello suponga dejar a la altura del betún su promesa electoral de abandonar si no recuperaba la presidencia del Govern.
Nadie que le tosa
El 90% de las bases de Junts han apoyado su candidatura en el congreso celebrado este fin de semana en Calella. Era la única lista presentada ante la ausencia de una alternativa y con nombres como el del democristiano Antoni Castellà, capaz de seducir a los pragmáticos desde la cercanía al expresident y hombre clave en esta "nueva etapa" en la que la formación se lanza a "convencer y motivar a más gente".
Míriam Nogueras (portavoz en el Congreso), Mònica Salas (su homóloga en el Parlament) y Josep Rius (actual portavoz del partido) se reparten las otras tres vicepresidencias, al tiempo que Jordi Turull (quien ayudó a Puigdemont el 8 de agosto en su segunda fuga de Barcelona) repite como secretario general. Un acomodo total para el nuevo presidente, que relega a Borràs al think thank FunDem.
Agitador
Relegados a la oposición y sin poder apoyarse en una ERC fuera de combate, los neoconvergentes apuestan ahora por reforzar su estrategia de confrontación, tanto al gobierno del PSOE en Madrid como del PSC en Cataluña. Fían sus únicas opciones de "activar" el independentismo a su acción combativa y ajena a la normalidad que hoy impera en la política catalana de la mano de Salvador Illa, la misma que tanto celebran agentes económicos y sociales, y a la que se han rendido los independentistas republicanos.
La ponencia Esperanza y alternativa: la reanudación del independentismo y el buen gobierno, aprobado por las bases en Calella y que guiará a los neoconvergentes en los próximos años, define a Junts como "un partido de lucha". Defiende la necesidad de "enfrentarse políticamente al PSOE y PSC -que a la práctica son lo mismo-, manteniendo en tensión a los gobiernos del Estado y de la Generalitat".
Y es en este contexto que recurren a su principal agitador, el dos veces fugado de la acción de la justicia y que "resiste" desde el "exilio". "Los principales partidos del Estado español no escuchan ni respetan al pueblo catalán", "este es el Govern más españolista y hostil de la historia" o "monopolio asfixiante de un solo partido en todas las instituciones" son algunas de las proclamas que ha lanzado a los 2.830 militantes que han votado en el cónclave.
Aferrarse a lo único que le queda
Pero su vuelta a la presidencia de Junts no es casualidad. La formación anunciaba a principios de mes que deja vacante el puesto de líder de la oposición, que le correspondería a Puigdemont como número uno de la segunda lista más votada. Sin embargo, este se ha borrado porque asumir dicho rol sería faltar el "respeto" a su condición de expresident. No cree que trabajar por una oposición constructiva al Govern sea digno para él.
Así pues, y sin haber logrado recuperar el despacho de president que fue suyo hasta 2017, al organizador del referéndum del 1-O se le agotaban las opciones para mantenerse en primera línea cuando volviera a Cataluña. Se las prometía felices en junio, cuando el Congreso de los Diputados aprobó una Ley de Amnistía que no tardó en complicársele a pesar de estar hecha a su medida. Hoy, su regreso sigue en el tejado del Tribunal Constitucional (TC).
El TC no 'respirará' hasta verano "como pronto"
La Corte de Garantías arrancó uno de sus debates más delicados de su historia en septiembre sobre la constitucionalidad o no de la norma que exonera a los líderes del procés. Admitió a trámite la cuestión planteada por la Sala Penal del Tribunal Supremo, aunque hay acumuladas 19 impugnaciones en total, 14 de ellas de los Gobiernos y Parlamentos autonómicos controlados por el PP.
Los magistrados contemplan resolver primero la del Alto Tribunal, "como pronto" antes del verano, aunque las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL admiten que es un pronóstico optimista. Solo un hipotético aval entonces podría allanarle el camino de vuelta a Puigdemont, quien ha presentado un recurso de amparo (como lo han hecho Jordi Turull, Oriol Junqueras y otros condenados), pero este "quedará en la cola", explicó el citado medio.
Con todo, el horizonte temporal se difumina; si el Alto Tribunal no responde con contundencia en verano, el escenario más probable es que la totalidad de las impugnaciones no se resuelvan hasta 2026.