ERC está condenada a entenderse con el PSC. La política catalana pivota sobre los republicanos, que tienen la última palabra en la formación del nuevo Govern y en una eventual repetición electoral. Las negociaciones recaen sobre su secretaria general, Marta Rovira, quien coquetea con la vuelta a las urnas con tal de sostener el relato independentista y a pesar de que los números de la investidura de Puigdemont no salgan.
No obstante, el mismo pacto del que recela lo ha llevado a cabo en pueblos, ciudades y entidades supramunicipales en beneficio de ambas formaciones. Y mientras un sector del partido aboga por volver a la utilidad e investir al candidato ganador de las elecciones, Salvador Illa, a nadie se le escapa que unos nuevos comicios no serían un buen negocio para los republicanos, por mucho que recuperen la extinta fórmula de Junts pel Sí.
A continuación, los acuerdos que mantienen PSC y ERC a lo largo y ancho de Cataluña.
El acuerdo se abre paso en Barcelona y Sitges
En la capital catalana, el grupo municipal de Elisenda Alamany ha cerrado un acuerdo con el alcalde, Jaume Collboni, para entrar al gobierno del Ayuntamiento, y ha llamado a las bases a dar su visto bueno, aunque la votación prevista para el jueves se aplazó. No se trata de una votación más, sino que sirve de termómetro sobre la opinión de parte de la militancia sobre los pactos con los socialistas.
Mientras tanto, Sitges se encamina hacia un tripartito precisamente entre ERC, PSC y Junts. La debilidad del consistorio liderado por la republicana Aurora Carbonell, salpicada por corrupción, empuja a las tres formaciones a negociar la entrada de las dos últimas al gobierno, por el momento en solitario.
Gobiernan juntos en tres de cuatro diputaciones
Las cosas no son distintas en las diputaciones de tres de las cuatro provincias catalanas. Desde verano del año pasado, socialistas y republicanos gobiernan codo con codo en la de Barcelona, cuando un acuerdo permitió la entrada de los independentistas al Ejecutivo presidido por Lluïsa Moret.
ERC también comparte con el PSC el control de las diputaciones de Lleida y Tarragona, estas encabezadas por los republicanos Joan Talarn y Noemí Llauradó, respectivamente. Precisamente, los republicanos se sirvieron de su buena sintonía con los socialistas para revalidar en junio de 2023 la presidencia de ambas entidades supramunicipales.
Curiosamente, la sección local de ERC en Lleida ha anunciado su oposición rotunda a cualquier pacto con Illa en la Generalitat, a pesar de gobernar allí con dicho partido. Habla de "coherencia e integridad" de los principios de ERC ante "aquellos que han actuado en contra de la voluntad democrática del pueblo catalán".
Vetos al aire en los ayuntamientos
El independentismo levantó todos sus vetos al PSC tras las elecciones municipales del año pasado, comicios en los que los socialistas arrasaron, como en las últimas autonómicas. Junts pactó con ellos en una veintena de ayuntamientos, tales como Sant Antoni de Calonge, Vilafant y el sonado caso de Roses. "Cada pueblo es un mundo", justificó el diputado Joan Canadell.
ERC se sirvió de esta premisa en 11 localidades para gobernar mano a mano con el partido de la rosa. Se trata de Reus, Móra la Nova, Torredembarra y Tortosa en Tarragona; Castelló d'Empúries, Palamós y Selva del Camp en Girona; Masquefa, Llinars del Vallès y Les Franqueses del Vallès en Barcelona, y Tàrrega en Lleida.
En tantos otros municipios, son los neoconvergentes y los republicanos los que comparten gobierno con los socialistas: El Catllar y Cambrils en Tarragona, y Senterada en Lleida. En Torredembarra, Junts apoyó desde la oposición el acuerdo.
Guerra entre facciones
Que Salvador Illa alcance la presidencia del Govern o Cataluña vaya a una repetición electoral en otoño dependerá de cómo se resuelva la guerra interna en ERC.
Marta Rovira juega duro en las negociaciones y hace aumentar el riesgo de una repetición electoral en la que los republicanos se darían otro batacazo. De hecho, esta semana ha entregado a Junts la presidencia del Parlament, la segunda institución del territorio, dando plantón a los socialistas y los comunes.
Al otro lado de la división se encuentran los pragmáticos, con el ya expresidente Oriol Junqueras a la cabeza, que confían en que la secretaria general ceda a un pacto final con el PSC que dé estabilidad a la comunidad y permita mantener cuotas de representación institucional.