El protagonismo de la ultraderecha catalana golpea a ERC en su momento más débil
Junts logra desgastar a ERC con el debate sobre la inmigración; la primera víctima se ha saldado en Ribera d'Ondara, donde los de Junqueras han expulsado a una concejal por negociar una moción de censura con Aliança Catalana para echar al alcalde del PSC, como avanzó en exclusiva Crónica Global
17 enero, 2024 00:00Noticias relacionadas
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La semana pasada, Junts anunció un pacto con el Gobierno en materia de inmigración a cambio de salvar los decretos ley ómnibus de Pedro Sánchez. Si bien no han trascendido los detalles de la concesión más allá de una simple nota de prensa de los neoconvergentes, el asunto ha supuesto un debate de gran envergadura. Desde entonces, la supuesta cesión de competencias a Cataluña en el control de las fronteras ha hecho ganar protagonismo a los partidos de la ultraderecha catalana que ya defendían un discurso independentista, xenófobo y racista.
Se trata de Aliança Catalana, cuya líder Sílvia Orriols arrasó en el Ayuntamiento de Ripoll, convirtiéndose así en la primera alcaldesa catalana que ahora se propone irrumpir en el tablero político autonómico tras las próximas elecciones. Junts se lo ha puesto en bandeja: y es que la dureza del discurso que ha protagonizado en los últimos días no ha hecho más que dar visibilidad a las tesis de Orriols contra la inmigración, en vez de frenarle el paso de cara a los comicios autonómicos.
La primera víctima, en Ribera d'Ondara
Pese a todo, no cabe duda de que Junts también ha logrado ahondar en la que viene siendo su mayor obsesión desde su salida del Govern: desgastar a ERC tanto en el ámbito autonómico, como en sus ciudades y pueblos. Como avanzó en exclusiva Crónica Global, la primera víctima se ha saldado en Ribera d’Ondara, un pueblo de la Segarra (Lleida) en el que sus tres concejales negociaban una moción de censura con Aliança Catalana para echar al alcalde del PSC, Francesc Sabanés.
Si meses atrás esta negociación hubiese pasado desapercibida, en el actual contexto político ha sido letal. Con el debate de la inmigración encima de la mesa y las críticas de los de Oriol Junqueras a Junts, a quienes tildan de xenófobos, los republicanos no se pueden permitir que se les acuse de mercadear con “la Vox catalana”. Por eso, tras las informaciones de este medio, han sido contundentes y han amenazado a todos los concejales con expulsarles del partido si mantienen contactos con el partido de Orriols. Unas amenazas que, hasta ahora, no han dado resultado en su concejal en Ribera d’Ondara, Elisabet Jové, quien ha desafiado a la dirección de ERC y ha acabado expulsada por resistirse a mantener al PSC en la alcaldía.
La política local
Mientras la dirección de ERC considera que el diálogo con la formación ultra supone una “falta grave” y contraria a sus “principios ideológicos”, fuentes republicanas del ámbito local lo achacan a “las contradicciones” que, muchas veces, se dan entre la política municipal. “Hay muchos matices de carácter local que la condicionan”, más aún en pueblos pequeños como es Ribera d’Ondara, con cerca de 500 habitantes. “Amistades o enemistades, dinámicas de pueblo, etcétera”, avisan. Y es que el ritmo de la política es muy distinto en los pueblos respecto al Parlament.
En los pueblos, los políticos que forman el consistorio han podido ser compañeros desde pequeños o, incluso, “cuñados”, recuerdan. Y contra estos lazos tan personales no hay nada que hacer, pese a que el partido matriz se posicione en contra y lance órdenes desde arriba. Además, recuerdan que, en muchas ocasiones, se trata de regidores o alcaldes “que ni siquiera cobran y hacen esta tarea de forma altruista pensando en el bien del pueblo”.
Una vocación que le ha salido muy cara a Esquerra Republicana, cuyos dirigentes tendrán que explicar a la oposición por qué “va por esta vía del acuerdo para echar a un gobierno democrático”, tal y como expresó el martes la portavoz del PSC, Alicia Romero. Y sobre todo: habrá de afrontar este escándalo en su momento más débil, con una sequía sin precedentes y con un Pere Aragonès que cuenta los meses que le quedan en la Generalitat, si el PSC y los comunes no le cierran antes el grifo de los apoyos parlamentarios.