La contestación interna de Junts al discurso de la inmigración: temen un tripartito
Un sector de los neoconvergentes recela por la posibilidad de que el PSC prefiera gobernar con ERC y los comunes para no trasladar la imagen de estar pactando con un partido que compite con la ultra Sílvia Orriols
17 enero, 2024 00:00Noticias relacionadas
La propuesta de que la Generalitat gestione competencias en materia de inmigración ha provocado un huracán político en el Congreso de los Diputados y en el Parlament, hasta tal punto que la amnistía ha pasado a un plano secundario. Poco o nada se sabe del alcance que tendría una eventual cesión de la competencia por parte del Gobierno, es más, puede que la misma ni tan siquiera llegue a producirse. Sobre todo, después de que el propio presidente Pedro Sánchez descafeinara el asunto alegando que “el control de fronteras es del Estado”, y que Junts culpe ahora a ERC de que la propuesta esté haciendo aguas.
No obstante, es evidente que el discurso de la inmigración ha calado en el escenario político y que Junts se ha ubicado en el lado derecho del espectro ideológico tras años de bandazos sin un proyecto claro para los electores catalanes, especialmente con la llegada a posiciones de poder de Carles Puigdemont -ahora fugado-, Quim Torra o Laura Borràs.
El beneplácito de los alcaldes
El objetivo es cerrar el paso a la más que probable candidatura de Sílvia Orriols a las elecciones catalanas -previstas, si no hay sorpresas, para febrero de 2025-, con su Aliança Catalana haciendo bandera de la independencia a la par que de posturas xenófobas y racistas. Un proyecto ultra que dio la sorpresa en las pasadas elecciones municipales de Ripoll, y que podría irrumpir en el Parlament.
A favor de esta operación estratégica se encuentra un importante sector de Junts que cuenta con el beneplácito del secretario general, Jordi Turull. Se trata de los alcaldes que han de "lidiar con el caos que generan los delincuentes multirreincidentes" a pie de calle, expresan en declaraciones a Crónica Global. Un sector que cogió impulso a raíz del caso Calella, por el cual un grupo de 11 jóvenes extutelados se dedicaban a aterrorizar a los vecinos, acumulando 260 detenciones en sólo seis meses.
"Un debate sobre la seguridad"
Para los ediles neoconvergentes, "no nos encontramos ante un debate sobre la inmigración, sino sobre la seguridad", y ellos son los más "legitimados" para opinar sobre este asunto, porque su Administración ha de dar respuesta a las demandas de los vecinos. "La mayoría de las ocasiones, sin disponer de las herramientas adecuadas", expresan.
En este sentido, reclaman cambios legislativos en relación a la multirreincidencia, un problema troncal que "dificulta la convivencia" en diversos municipios y que estaría vinculado, principalmente según ellos, a inmigrantes “sin papeles” que deberían ser “expulsados” por acumular delitos. Rechazando frontalmente la etiqueta de racismo, este sector pragmático de Junts considera que "estos delincuentes perjudican a los inmigrantes que viven y trabajan en Cataluña de forma ejemplar y cumpliendo las leyes".
Molestos por la "improvisación"
La otra cara de la moneda la protagoniza un sector moqueta del partido, que recela del discurso sobre la inmigración, porque cree que "hace peligrar posiciones de poder en las instituciones". Por el momento elegido y por las formas de sacarlo a la palestra. Para ellos, un giro de guión de esta envergadura “puede incomodar” y, por tanto, no debería ser decidido “entre tres personas”, en referencia a Jordi Turull, Míriam Nogueras y Carles Puigdemont.
Consideran que se trata de una cuestión muy delicada y que se ha generado una “sensación de improvisación” que puede quedar en nada y generar decepciones. Más aún en Cataluña, que “ha sido siempre un país de inmigrantes”, expresan a este medio.
Objetivo: la Generalitat
Además, hay una derivada en este asunto que tiene que ver con la futura contienda electoral autonómica. Y es que situarse claramente en el lado derecho del espectro con una cuestión que levanta ampollas y alimenta los ataques de ERC y los comunes, puede acabar costándole la Generalitat a unos neoconvergentes que desean volver a pisar la moqueta de las sedes de gobierno en Cataluña.
Primero, porque la propuesta no acabe de ser digerida por los catalanes y, segundo, porque el PSC podría acabar decidiéndose por un tripartito con ERC y los comunes para no trasladar la imagen de estar pactando gobierno con quienes compiten con un partido xenófobo y racista como el de Sílvia Orriols. Esto sería fatal para algunos dirigentes críticos que creen que el partido debe regresar a posiciones de poder y gobernar la Generalitat, incluso con el PSC, si fuera necesario.
Así, el debate de la inmigración no sólo promete alterar la competición entre partidos, sino también la guerra entre cargos de Junts por influir en el futuro inmediato de la formación.