El presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès

El presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès EUROPA PRESS

Política

Junts arrastra a Aragonès e Illa al debate inmigratorio en Cataluña ante la presión del partido ultra de Ripoll

Pedir mano dura contra los delincuentes multirreincidentes no sólo tiene premio electoral para los alcaldes neoconvergentes; también permite desgastar a ERC, que gobierna la Generalitat en solitario y en minoría

12 enero, 2024 00:00

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Las elecciones generales del 23J devolvieron a Junts al epicentro de la política catalana, después de años de ostracismo provocado por múltiples factores. En primer lugar, el declive del procés tras los sucesos de otoño de 2017. Segundo, por su negativa a llegar a cualquier tipo de pacto con Pedro Sánchez desde que llegara al poder en 2018, para poder así distinguirse de ERC. Tercero, y no menos importante, tras romper su acuerdo de gobierno con Pere Aragonès y abandonar el Govern de la Generalitat.

Pere Aragonès (c), presidente  de la Generalitat, con el 'conseller' de Salud, Manel Balcells (i)

Pere Aragonès (c), presidente de la Generalitat, con el 'conseller' de Salud, Manel Balcells (i) Cedida

Ahora, Junts vuelve a vivir momentos de gloria con sus escaños decisivos para la mayoría parlamentaria que sustenta al Gobierno de Sánchez y, además, vive un protagonismo sin precedentes en el escenario mediático. Esto ha provocado que el partido salga definitivamente de su letargo para ser “más competitivos electoralmente”.

Es tal la convicción de volver a ser determinantes en el tablero político catalán y del conjunto de España, que el partido ha activado el chip preelectoral agarrándose al debate inmigratorio en Cataluña.

Guiño a los alcaldes convergentes

Al principio, lo hicieron sus alcaldes del Maresme ante el caso Calella, que saltó a la palestra debido a la alarma social generada por un grupo de 11 jóvenes extutelados que sembraron el caos en el municipio, acumulando 260 detenciones en tan sólo seis meses. Este movimiento fue tolerado y bendecido por el secretario general de Junts, Jordi Turull, uno de los dirigentes más respetados a nivel orgánico, quien además ejerce como hombre bisagra entre el sector radical y el sector convergente, si bien últimamente suele decantar la balanza a favor de estos últimos.

La presidenta de Junts, Laura Borràs y el secretario general de Junts, Jordi Turull,

La presidenta de Junts, Laura Borràs y el secretario general de Junts, Jordi Turull, EUROPA PRESS

En los últimos días, el partido ha exigido el control de las fronteras -entre otras cuestiones- al gobierno de Sánchez, anclándose en el lado derecho del espectro ideológico catalán ante unos alcaldes convergentes que han olido la oportunidad. Para ellos, pedir mano dura contra los delincuentes multirreincidentes tiene premio electoral entre los vecinos de sus municipios, y además, ahondar en el debate inmigratorio les permite desgastar a ERC tanto en sus ciudades y pueblos como a nivel autonómico.

La bandera de la seguridad

Y es que serán los de Aragonès quienes hayan de lidiar con un eventual traspaso de esta competencia, ya que es ERC la que pilota en solitario --y en minoría-- la Generalitat. Los republicanos, contrariados ante este movimiento de Junts, intentan zafarse de las críticas de “demagogia” en esta materia. Unos ataques alimentados por los neoconvergentes que, próximamente, también podrían ser dirigidos hacia los dirigentes del PSC. Los socialistas, no obstante, hace tiempo que intentan hacer de la seguridad una bandera en los municipios que gobiernan. Una decisión que todavía no ha sido explorada por ERC.

La alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols

La alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols Cedida

Por el momento, los problemas de seguridad en Cataluña no son definitorios de la escena política, pero esto podría empezar a cambiar si Junts logra llevar el debate migratorio a la primera plana e instrumentalizar casos como el de Calella en los municipios en los que gobiernan. La bandera antiinmigración no sólo les permite volver a ser reconocibles después de años de metamorfosis enterrando el pasado convergente, también puede ser un atajo para frenar el paso a la formación ultra de Sílvia Orriols, la alcaldesa de Ripoll que ha hecho del racismo y la xenofobia su principal bandera.

Está por ver si Junts obtiene réditos electorales de esta jugada de última hora, pero no cabe duda de que el debate ya está sobre la mesa y que sus rivales electorales, republicanos y socialistas, también habrán de planificar sus próximos movimientos.