Sexto aniversario del 1-O. El independentismo afronta la efeméride del referéndum ilegal de 2017 con la moral bajo mínimos y en plenas negociaciones de investidura. Ante ello, ha optado por recuperar los gestos. Este año, la Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha organizado una "jornada antirepresiva" de la mano de los Comités de Defensa de la República (CDR), los radicales detrás de la miríada de incidentes violentos ocurridos en los últimos años en Cataluña --el último de ellos, el intento de boicot de La Vuelta en Lleida--.
La alianza entre el brazo civil del separatismo y los encapuchados pretende reanimar unas bases desencantadas por la parálisis del Govern y el fracaso del procés. Un intento a la desesperada por revivir el "espíritu del 1-O" que, visto el escaso éxito de los fastos previos celebrados este sábado, tiene nulos visos de prosperar.
Glorificación de la violencia
Pese a ello, la ANC ha echado el resto con una intensa agenda de movilizaciones. La jornada empezará con tres marchas a pie desde Badalona, Montcada i Reixac y Sant Feliu de Llobregat que confluirán en la antigua cárcel de La Modelo de Barcelona.
Allí habrá un primer acto político a las doce del mediodía que tendrá como protagonistas al exvicepresidente de la ANC y clown Jordi Pesarrodona, así como al exdiputado Albano Dante Fachín y al exvicepresidente del Parlament Josep Costa. En paralelo, a las once se glorificarán en la plaza Urquinaona los graves disturbios perpetrados por los CDR en octubre de 2019.
Acto unitario sin unidad
Será un intento de caldear los ánimos antes del plato fuerte de la jornada: un acto unitario que se celebrará a las seis de la tarde en la plaza Cataluña. En esta concentración participarán Òmnium Cultural, la Asociación de Municipios por la Independencia, la Intersindical y el Consejo de la República, el parlamento fake impulsado por el expresidente prófugo Carles Puigdemont.
El año pasado el secesionismo ya convocó un acto similar que se saldó con los abucheos a la expresidenta del Parlament y condenada por el 1-O, Carme Forcadell. Una escena que incomodó a Òmnium, la entidad cultural más cercana a ERC en el ámbito del nacionalismo. Este año, Toni Castellà, portavoz del Consejo de la República, ha pedido que no se produzcan escenas "censurables y lamentables".
Tras este episodio aletea las divergencias entre la ANC y Òmnium. Mientras los primeros coquetean con presentarse a las próximas elecciones autonómicas, los segundos defienden la negociación con el Estado. Òmnium llegó a tildar de "antipolítica" las críticas contra la reforma del delito de sedición por parte de la plataforma que comanda Dolors Feliu.
Diada menguante
La última Diada dio pruebas de la menguante movilización del independentismo catalán, que ni siquiera se ha reactivado ante las negociaciones entre ERC, Junts per Catalunya y el PSOE por la investidura de Pedro Sánchez.
Durante las últimas semanas, ERC y Junts han seguido estrategias autónomas de negociación. La creciente influencia del expresident Puigdemont ha obligado a Oriol Junqueras a intentar ganar presencia pública, ahondando la pugna entre las dos facciones. En este marco se han producido gestos como la resolución parlamentaria del pasado viernes en el debate de política general que pedía incluir un referéndum en las conversaciones por la investidura.
Golpe a las negociaciones
Esa gestualidad vacua, como tantas otras jugadas del independentismo, ha herido las discretas negociaciones para la investidura del presidente en funciones. Lo explican fuentes cercanas al PSC, que detallan que el propio Salvador Illa, primer secretario en Cataluña y líder de la oposición, lo ha dejado claro hoy ante los suyos en el Consejo Nacional.
Illa subrayó que una eventua amnistía serviría "para cerrar el procés independentista en Cataluña y jamás para reabrirlo". El fervor secesionista más o menos sobreactuado antes del 1-O ha provocado que los socialistas vuelvan a trabajar con la tesis de una repetición de las elecciones generales el próximo enero.
La antaño poderosa ANC, aislada
Así las cosas, se trata de un contexto político complejo para que la antaño colosal ANC logre galvanizar las bases del independentismo, siempre mediatizables a las consignas de partido.
De hecho, la ANC llega en horas bajas a la cita. La plataforma acaba de encajar tres derrotas en las recientes elecciones camerales: Terrassa, Manresa y, la plaza más importante, Barcelona, donde gobernaba la entidad de dinamización empresarial con mayoría absoluta desde 2019. En las tres cámaras se presentó bajo la marca Eines de País y ha cosechado unos pésimos resultados.
Este varapalo amenaza la influencia de la Asamblea sobre el electorado. De ahí que se haya encomendado a la radicalidad de los CDR, que siguen esgrimiendo la unilateralidad como la única salida del atolladero político catalán. En la pureza ideológica, la ANC puede sentirse cómoda. Pero cada vez representará a menos personas. Incluso entre los suyos.