Anna Grau (Girona, 1967) tiene muy claro que, a diferencia de Manuel Valls, a quien califica de "traidor", nunca pactará con Ada Colau. La candidata de Ciudadanos (Cs) a la alcaldía de Barcelona se define como una gran defensora de la justicia social, lo que incluye a aquellas personas que no pueden tener una vivienda en condiciones, pero también a los castellanohablantes. En una entrevista con 'Crónica Global', considera que "es tan importante deshacer las superilles físicas como las mentales". Por eso defiende, desde el punto de vista cultural, la Barcelona del boom, cuando la ciudad fue "faro de libertades y creación".
--PREGUNTA: Asume el reto de ser candidata a la alcaldía de Barcelona. ¿En qué situación cree que se encuentra la ciudad en estos momentos?
--RESPUESTA: Está todo por deshacer o por hacer. Yo creo llego en un buen momento. Me fui de Barcelona en el año 1998, una ciudad postolímpica con un gran prestigio internacional, con una gran confianza interna, muy bien vista en el resto de España, una ciudad admirable en muchos sentidos. Vuelves y te encuentras una ciudad con una serie de problemas que no son sólo de Barcelona, pero son muy de Barcelona. Problemas de inseguridad, de limpieza, de acceso a la vivienda, de la percepción de que la gestión municipal no es de fiar, que es absolutamente errática y propagandística. Pero, sobre todo, a mí lo que me preocupa es que esto acaba afectando la autopercepción de los barceloneses. Hace muchísimo tiempo que no veía a los barceloneses tan acomplejados con Madrid, por ejemplo. Yo he vivido 14 años en Madrid, que funciona ahora mismo mejor que Barcelona, aunque tampoco es el paraíso. Madrid también tiene muchos problemas y muchas carencias
--Usted ha vivido también en Nueva York. ¿Cómo se veía Barcelona desde allí?
--Por suerte, Barcelona sigue teniendo prestigio internacional, ahora mismo más del que se merece. Nueva York y Barcelona se parecen mucho a día de hoy, son ciudades carismáticas que a todo el mundo le gustan, todo el mundo quiere ir allí de vacaciones. Y todo el mundo vuelve enamorado. Pero vivir en Nueva York es duro, te genera un estrés urbano importante. Todo es muy caro, todo está muy sucio. No hay la inseguridad que hay en Barcelona, curiosamente, porque ahí la policía tiene autoridad. En Nueva York no puedes quemar un contenedor alegremente y ocupar unas dependencias municipales y que encima te tiren bocadillos por la ventana. Eso es impensable. En Barcelona, tenemos un frontal muy bonito de cara al exterior, pero el vecino, el que vive aquí, sabe lo que cuesta vivir aquí. El tema de la vivienda, el acceso a la vivienda está peor que nunca. Es otro punto en común en Nueva York. En Nueva York tú puedes comer muy barato, vestirte muy barato, pero vivir no es barato. Por un zulo, por un agujero te cobran y Barcelona va por el mismo camino. No sé cuándo la alcaldesa va a decir la verdad porque, evidentemente, ha incumplido su promesa de generar más de 8.000 viviendas y no se puede ni atender a las 700 familias que están en una situación de emergencia social. Yo vivo en Portaferrisa (centro de Barcelona). Según llego, todas las noches, bajo los soportales aparece la versión siniestra, la versión diquensiana de un dormitorio estudiantil. Una persona detrás de otra durmiendo en el suelo y, evidentemente, bajo el efecto de alguna sustancia.
--¿Qué se puede hacer?
--Nosotros siempre hemos pedido acabar de una vez con la comedia esta de la reserva de 30% para VPO porque con eso no has conseguido generar vivienda, has conseguido que los promotores no construyan. Si una política de vivienda ha fracasado, se dice, se cambia y ya está, y no montas un festival internacional de la ocupación para disimularlo. En Nueva York, eso sí que lo tienen más claro, la política es más sincera, cuando algo sale mal, se cambia y se cambia.
--Los vecinos de determinados barrios son expulsados de sus casas, pero a la vez, muchos barceloneses marchan a otros puntos del área metropolitana. Hay quien dice que eso es lo normal en grandes urbes, como Londres. ¿Lo de la gran Barcelona permite tapar problemas internos?
--Exacto, mira, me encanta que lo dices porque es algo que no se suele plantear. A ver, cuando la gente habla de las pacificaciones, de pacificar el centro, probablemente todos queremos ciudades más amables, menos contaminantes, más transitables, más peatonales. Pero, ojo, yo no quisiera para Barcelona un centro vacío, un centro hueco, como el que te encuentras en Londres, en cuyo centro solo vive el rey de Inglaterra. Todos mis amigos de Londres viven a una hora en Metro de las partes que a ti te gusta visitar cuando vas a la ciudad de paseo. En Nueva York no es tan exagerado porque tiene una morfología más parecida a Barcelona. Manhattan, como Barcelona, está geográficamente limitado. Igual que nosotros tenemos el mar y la montaña y de ahí no pasa, Manhattan es una isla, por lo que todavía tiene zonas con mucha actividad vital. Yo no quiero un centro vacío, un centro que solo tenga tiendas y monumentos de visita turística. Hay que evitar que muera esa característica tan entrañable de Barcelona consistente en ser una gran urbe metropolitana admirada en todo el mundo y en el resto de España, y a la vez, tener ese saborcito vecinal, bajar a comprar el pan y el periódico en donde vives. Yo vivo en el centro de la ciudad, tengo carné de conducir, pero no conduzco. Hace muchos años que me muevo con transporte público. Mi estrategia habitacional siempre es vivir en el centro de la ciudad aunque tenga que pagar un poquito más de alquiler, y eso que me ahorro en transporte. Eso empieza a no ser así porque los alquileres aumentan estratosféricamente y no hay una oferta de transporte público que realmente llegue a todas partes. Y hay personas con dificultades de movilidad que no se pueden pegar las caminatas.
--Y sin embargo, Colau ha ganado dos veces las elecciones.
--Bueno, se ha hecho con el gobierno más que ganar. Mira, tú puedes ganar o hacerte con el gobierno por méritos propios o por deméritos ajenos o por la combinación de ambas cosas. Jordi Pujol gobernó 23 años a veces con sonadas mayores absolutas. Su secreto era una masiva abstención. En el caso de Colau, yo creo que ha habido una dejación, un abandono, una incomparecencia de otros actores políticos que no se han atrevido a dar la batalla política ni cultural contra las colauadas. Por ejemplo, cuando Colau plantea algo como la ruptura del hermanamiento de Barcelona con Tel Aviv, los hay que nos atrevemos a decir que es una barbaridad, que nos ponemos de perfil, pero otros miran para otro lado a ver si no se nota que me estoy absteniendo. Así con todo, así con el bilingüismo, así con la política de vivienda. Colau ha hecho lo que se le ha dejado hacer. Yo he enviado una carta a Ada Colau en la que le pido un debate con cara a cara. ¿Por qué se lo pido? ¿Porque tengo afán de protagonismo y no quiero debatir con los demás? No. Yo creo que Colau es sincera.
--¿Eso es positivo?
--La sinceridad es una virtud auxiliar, no mejora la calidad de la verdad. Colau es clara, yo creo que ella no hace promesas electorales, hace amenazas electorales y las cumple. Dice “me voy a cargar al Pla Cerdà” y se lo carga. “Voy a impedir que los coches entren en Barcelona y que la gente pueda cargar y descargar” y lo hace. “Voy a convertir Barcelona en el paraíso de las mafias o los okupas internacionales”, y lo hace. Los que mienten son todos los demás. ¿Por qué quiero un debate con ella? Porque de todos los demás, honestamente, no me fío. Ciudadanos siempre ha sido muy claro, es el único partido que nunca le ha votado ni por activa, ni por pasiva, ni por abstención a los presupuestos a Colau. Hubo una persona que traicionó gravemente nuestra confianza, que engañó al partido, a los votantes, una persona como Manuel Valls. Contra todo lo prometido, todo lo hablado, todo lo pactado, todo por lo que todas las personas de Ciudadanos habían trabajado denodadamente en su campaña, Valls decidió hacer alcaldesa a Colau. Y esa misma tarde se rompe el grupo municipal de Ciudadanos, decimos que nosotros no queremos ser cómplices de eso, aunque nos cueste concejales, dinero, recursos… Da igual. Nosotros no bromeamos. Creo que aquí hay dos modelos, la ciudad de Colau y el mío, que es totalmente opuesto.
..¿Qué cambiaría?
--Yo cambiaría el 99% de lo que ha hecho. Y el otro 1%. Todos los demás son acomodaticios, van al sol que más calienta, yo espero que el sol que más caliente acabe siendo el mío y podamos volver todos a disfrutar el calorcito. Colau intenta hacer una pequeña Unión Soviética en cada superilla, porque desengañémonos, este urbanismo no es solo táctico, no es solo infantil, no es solo ocurrente: es un urbanismo deliberadamente enfocado al decrecimiento económico de Barcelona. Nos lo venden como una pacificación, pero como la parroquia de Colau es anticapitalista, están en contra del emprendimiento, del negocio, pues ella atiende a su parroquia. Pero el problema no es ella, el problema es qué pasa con los demás, quién defiende a los restauradores, quién defiende a las personas que no viven en Barcelona y tienen que entrar cada día para llevar sus hijos al colegio, para ir a trabajar; qué pasa con las personas que nos dan miedo las bicicletas y los patines, que te vienen por todos los lado. Pero Ada Colau no es un genio, no es la Angela Merkel de la ultraizquierda. Es una señora que se ha hecho con un ayuntamiento por incomparecencia de todos los demás o por intereses creados, porque hay gente que prefiere tener unos determinados puestos de poder en el área metropolitana y en la Diputación, que no hacer frente a lo que hay que hacer frente.
--El anticolauismo, personalizar demasiado ¿no puede tener un efecto contraproducente? Se la puede convertir en una mártir.
--Para eso se inventó la batalla cultural y la batalla política. Hubo un tiempo en que Pujol parecía invencible, era invencible, simplemente porque una serie de opciones políticas priorizaron otras cosas. ¿Por qué fracasa el PP en Cataluña?. Porque cuando por fin parece que pueden sacar la cabeza, prefieren pactar con Pujol que Aznar sea presidente, y hacer totalmente dejación. ¿Por qué el PSC fracasa en Cataluña, no como partido, pero sí como opción alternativa al nacionalismo? Porque en un momento dado le cunde más, o creen ellos que les cunde más, aliarse con el nacionalismo, y tener una serie de prebendas. Ciudadanos nunca ha entrado en esas cosas, y tampoco lo hemos hecho en el Ayuntamiento de Barcelona. Yo creo que Colau se ha beneficiado de los intereses creados. Se ha beneficiado, por ejemplo, del miedo de ERC a la sociovergencia. Si buscas, detrás de la Generalitat que gobierna ERC hay muchas colauadas. Ves que la campaña de Colau contra el hermanamiento de Barcelona con Tel Aviv tiene dinerito de Aragonés. Luego te encuentras que Jaume Colboni, o sea, el collbonismo, dice “yo salgo de gobierno, pero dejo a mis concejales aquí”. Tenemos una alcaldesa de Barcelona pretendiendo dictar la política exterior de Cataluña, de España, vamos. Pero es que todo esto es porque se le permite. Tiene que haber un principio de autoridad en la política y un principio de seriedad entre los electores. Cuando yo pido un debate con Colau es para poner las cosas en su sitio, porque yo no le voy a reír las gracias, yo no le voy a dejar pasar ni una. Bilingüismo o nada. Me preguntan si eso es importante. Pues mire, todo es importante. En la política municipal hay un mantra peligroso, según el cual, hay obligación de ser más concreto. Evidentemente, tienes que atender los problemas inmediatos del vecindario, qué pasa con la vivienda, como hablábamos hace un momento. Otra cosa es que ignores la dimensión estratégica de todo eso.
--¿Hay un exceso de ideología?
--El urbanismo de Colau es un urbanismo antisistema, o sea, hay una idea política detrás. Entonces, hay que debatir a dónde vamos, a dónde va la ciudad, a dónde va la política. Cuando tú crees que puedes sacrificar el bilingüismo o que da igual apartar o no apartar una bandera en la sala de prensa del Congreso, porque tal solo es un trapo... Pues no, esa bandera representa una identidad nacional, la de todos los españoles, y algo más. Representa un sistema de valores y de principios, para que todo el mundo, hasta los patrióticamente patosos, me entiendan. Cualquiera que haya visto Casablanca, la película, es consciente de que hay momentos en que la bandera francesa y La Marsellesa significaban algo más. Ahora mismo vemos una bandera de Ucrania, y no vemos solo la bandera de un país, vemos un símbolo de la libertad y la lucha contra la opresión. Pues la bandera de España, de la que estamos contentísimos y muy orgullosos, representa un paquete de principios constitucionales que a España le ha costado mucho sangre y fuego. Nos hemos ganado la democracia, nos hemos ganado las libertades y no tiene que venir nadie a cuestionarlas, a quitarlas o a discutirlas. Pero es que esto también ocurre a escala municipal, o sea, cuando no se le da la importancia debida a la cultura, que es el urbanismo del alma, pues un buen día no dejamos subir a los que no nos gustan a los autobuses o ignoramos a quienes no pueden pagar un alquiler. Entras en una deriva de degeneración, de abandonar los principios. Yo creo que no hay que abandonar ningún principio, ni el del bilingüismo, ni el de la vivienda social, ni el de la seguridad, no renuncias a nada y lo pides todo, y más cuando tienes delante posiciones tan agresivamente maximalistas como el comunismo este que hay en cada superilla.
--Ciudadanos comparte espacio electoral con PP, Valents y Vox. ¿Le condiciona determinados discursos maximalistas sobre seguridad o inmigración?
--Vox y Valents tienen un discurso, en mi opinión, retrogrado, es un discurso que se opone a cosas que yo creo que deberían estar fuera de cuestión en una democracia liberal, como el derecho al aborto, derecho a la eutanasia, la xenofobia. Igual que la libertad y el orden son perfectamente compatibles, no hay que engañar a la gente, ni hay que convencerla de que para tener orden tiene que renunciar a libertad, ni de que hay que echar a los MENA (menores extranjeros no acompañados). Eso sí, hay que regular la inmigración, necesitamos una ley de extranjería seria y que además se aplique. Hace poco coincidí con el número 2 de la Comisaría de los Mossos de Manresa y me expresaba su preocupación y me decía que mientras nuestro marco legal no se ajuste a nuestro entorno, mientras la okupación aquí sea más barata que en Alemania, Francia, Inglaterra, y mientras la multirreincidencia, que a veces se asocia a la inmigración, aquí esté menos castigada, da igual las comisarías que tengamos, los agentes que tengamos, porque no seremos eficaces. Eso lo entiende todo el mundo, pero de ahí a dar el salto, a decir, no, fuera los MENA, o establecer comparativas muy peligrosas… Cuando oigo a unas personas de Vox diciendo que a los MENA no habría que darles atención sanitaria o a los inmigrantes… ¿Por qué? ¿Por qué no han cotizado? De esto, a que a algún genio de Vox incluya a las personas que perciben pensiones no contributivas porque no han cotizado, un ama de casa que ha criado a sus hijos o una persona que ha tenido que dejar de trabajar para cuidar una enfermedad, no va nada. Los recursos son limitados, la demanda es muy grande y cualquier excusa es buena para no pagar los fármacos oncológicos o negarle la atención a enfermos de la ELA. Qué no harás con un niño, hijo de inmigrantes. ¿Quiere eso decir barra libre? No, pero igual que yo creo que se puede combatir el independentismo sin volver al siglo XIV, no hace falta volver a la edad media para rebatir los discursos de Vox. Si a estas alturas me tengo que poner a discutir sobre el derecho al aborto, pues no, eso no va a ocurrir.
--Asegura que no piensa pactar con Collboni. Si Ciudadanos tiene la posibilidad de ser decisiva en las elecciones municipales ¿le daría si con ello se impide el acceso al independentismo en la ciudad?
--Me encanta ser tan sexy, tengo la sensación de que todo el mundo se me rifa (ríe). Yo he dicho que no voy a pactar nunca con Colau. Porque creo que no miente y no tengo ninguna duda de que va a seguir haciendo lo que me parece una barbaridad. La cuestión no es con quién voy a pactar yo, sino quién va a pactar conmigo, quién me va a dar apoyo a mí para aplicar el programa de Ciudadanios, que va a ser claro, inequívoco, con líneas rojas claras, con propuestas claras y no va a ser negociable. No aceptaré que digan que el bilingüismo es una tontería. Pues no, mire, yo por defender el bilingüismo entro en política y lo voy a defender igual en el Ayuntamiento de Barcelona, en el Parlamento de Cataluña y en el Parlamento Europeo si me hicieran presidenta. Para mí es una línea roja. También lo son otras cosas, como la vivienda social, la limpieza y la okupación
--¿Aunque se produjera la misma situación que llevó a Manuel Valls a apoyar a Colau?
--El señor Valls fue una gran decepción e incluso una traición. Yo me voy encontrando personas que me dicen “qué horror lo de Manuel Valls”, “nunca volváis a hacer lo de Manuel Valls”, “qué desastre Manuel Valls". Valls tomó esa decisión (investir a Colau) en función de intereses personales y nada más, y lo último que puedes hacer en política, pero sobre todo en política municipal, es dar cheques en blanco. Yo siempre comparo lo que hizo el señor Valls con el desastre que hemos visto en Estados Unidos e incluso en España al rescatar al sistema financiero gratis. Tú vas y rescatas al sistema financiero con una millonada de dinero público. Vale, porque no lo puedes dejar caer. Pero entonces me vas a dar créditos para las familias, pisos vacíos para alquiler social y una fundación para ayudar a los niños. Lo peor que hizo Valls fue votar a Colau porque él le dio la gana, porque sí. Ni siquiera le puso una condición. Fue un entreguismo. Yo eso no lo voy a hacer ni con Colau ni con el Papa de Roma. Pues no hay trampa ni cartón.
--Tiene un discurso bastante socialdemócrata. ¿Es un error que Ciudadanos se haya puesto etiquetas ideológicas?
--Yo me he pasado media vida escuchando qué maja eres para ser catalana y ahora qué maja eres para ser de Ciudadanos. Yo empecé a trabajar en la Cataluña en la que eras socialista o convergente. Entonces, como yo trabajaba en el diario Avui y se daba por hecho que no era socialista. Y claro, mis amigos autoproclamados socialistas y socialdemócratas gustaban de darme lecciones de sensibilidad social, pero no los econtrarás para ayudar a nadie que tuviera un problema. Mi etiqueta son mis acciones. Yo creo que la socialdemocracia como etiqueta está en crisis porque se asocia a un modelo de estado del bienestar salido después de la Segunda Guerra Mundial que ahora mismo es muy difícil de defender porque estaba pensado para otras pirámides demográficas. Muchas opciones políticas, más que ir a regenerar eso, van a disimular las goteras, van a darle una mano de pintura para que no se note. Yo, de verdad, no sé si soy socialdemócrata, sé que me preocupa mucho la justicia social, que para mi es un todo. Afecta a quienes hablan en español, a la gente que no tiene dónde dormir esta noche, a la gente que necesita una vivienda social. Ponle la etiqueta que quieras, me da lo mismo. Yo lo que quiero es arreglarlo. Quiero una economía más humana, una sociedad más humana.
--A diferencia de otros candidatos, usted no esconde las siglas de su partido, que ha pasado por una fuerte crisis en el grupo municipal y por un ciclo electoral adverso. ¿Qué músculo tiene ahora mismo Ciudadanos?
--Yo estoy vinculada a Ciudadanos desde el año 2013, pero no di el paso de afiliarme hasta el 2019. Y no entro en una lista electoral, aunque había tenido invitaciones antes, hasta 2021. Había mucha gente que se mataba por ir en la lista de Ciudadanos y ahora solo quedamos los que somos como yo. Y realmente creo que es un buen momento para personas como yo que trabajamos mucho, que no mentimos, que, evidentemente, sabemos que no saldremos de pobres con la política, pero mira, yo creo que este es mi momento, en Ciudadanos y en Barcelona. Y creo que que es el momento de la reilusión, de la reconexión, de dejar atrás momentos muy duros y de ir a por todas, todos juntos.
--¿Cómo lleva los insultos, los ataques especialmente duros durante el 'procés'?
--Mira, lo llevaba peor como periodista que como política, porque yo realmente, como periodista, ya hace mucho tiempo que he tenido que soportar unos linchamientos alucinantes y en política, la violencia en redes, la violencia machista incluso, creo que es instrumental. Cuando te insultan como política y te atacan por tu vida personal o te llaman puta, borracha, se meten con tus relaciones personales, critican a tu indumentaria o tu físico... no es un machismo en estado puro, es un machismo que lo que busca es a ver si a esta se asusta, se harta, lo deja y se va. Yo no me voy a ir a ninguna parte. He estado 20 años fuera y he vuelto. Ja soc aquí.
--Ha estado vinculada también a ámbitos culturales. ¿Cómo está ese sector ahora en Barcelona?
--Languidece por una razón universal, no soy de Barcelona aunque aquí es más grave: la cultura está excesivamente subvencionada. Los poderes públicos, en lugar de favorecer la creación cultural, lo que hacen es intentar controlarla al máximo. En ámbitos como las artes escénicas, es casi imposible funcionar sin subvención. Y claro, el control público aquí no es inocente. Lo dije en el Parlament: la Generalitat no tiene política cultural propiamente dicha, lo que tiene es una cruzada hispanófoba, o sea, que toda su política cultural se hace a lo que se llama el foment del català, que ya se ha visto para lo que vale, para que cada vez menos gente quiera hablar catalán, porque en realidad es una política hispanófoba. Eso se ha trasladado al Ayuntamiento de Barcelona, donde nos encontramos la tormenta perfecta, o sea, se asumen todos los mantras del independentismo multiplicados, elevados a la enésima por el intervencionismo feroz de una ultraizquierda que no quiere que se mueva nada que no haya pagado ella y no la tenga controlada. Así no hay cultura que levante cabeza.
--Y eso no ocurre en Madrid...
--En la Comunidad de Madrid tienen un sistema muy interesante, también subvenciona la creación escénica, pero eso incluye a compañías de fuera, de otras comunidades. Y claro, los catalanes se van allí. Aquí no, no se subvenciona a los de fuera. Madrid apuesta por captar talento de fuera. Hay que recuperar el espíritu de la Barcelona del boom, cuando era faro de las libertades, de la cultura, de la creación literaria. Hay que dar a la cultura el protagonismo que merece, porque solo la cultura nos va a sacar de este hoyo de cerrazón, de desesperación, de confrontación, yo digo que la cultura es el urbanismo del alma. Es tan importante deshacer las superilles físicas como las superilles mentales.