Andreu Mas-Colell. El hombre de las mil caras. Una delicia desde el punto de vista mediático, pues sus gestos y poses, unidos a esa imagen de sabio despistado, le vuelven entrañable. Este catedrático de Harvard que durante seis años dirigió las finanzas catalanas acaba de apostatar del independentismo. En su caso, no está claro que fuera una cuestión de fe lo que le llevó a abrazar la causa separatista, pues el exconsejero, que en una reciente entrevista se define como pragmático, forma parte de una galaxia nada lejana de conversos de ida y vuelta.

Nada lejana porque, no hace tanto, políticos y opinadores que ahora se desmarcan del procés vivían de él. Muy bien, por cierto. Cargos institucionales con sueldos cienmileuristas, tertulias bien pagadas, altavoces mediáticos a su servicio… Una persona con un bagaje profesional como Mas-Colell no tenía necesidad de sumarse a ese faranduleo, pero lo hizo, quizá por fidelidad a Artur Mas, quien le había fichado como consejero de Economía en 2010. Mucho se ha escrito sobre la conversión del hijo político de Jordi Pujol. Que si ya apuntaba maneras secesionistas, que si quedó prendado del movimiento 15M y su capacidad de acorralar el Parlament, que si su deriva independentista pretendía tapar los duros recortes aplicados y nunca revertidos...

Todo ello es cierto. Y también que Mas pactó los presupuestos de la Generalitat con el PP, presidido entonces por Alícia Sánchez-Camacho, en dos ocasiones. Dicho de otra manera, dos formaciones conservadoras se pusieron de acuerdo para dar un tijeretazo al gasto en los servicios públicos tras otro recorte, el del Estatut. Por el contrario, y embarcados ya en el derecho a decidir, Mas-Colell y Mas –sí, parece un juego de palabras— no escatimaron recursos en las llamadas estructuras de Estado. Mas-Colell fue colaborador más que necesario, no solo en esas políticas de austeridad, sino en el relato secesionista que aún perdura. El exconseller hablaba de expolio fiscal, exigía que “cuanto antes” se celebrara una consulta sobre la independencia de Cataluña y anunció en un vídeo que votaría sí en el referéndum del 1-O.

Por todas esas veleidades, Mas-Colell fue investigado por el Tribunal de Cuentas. Y tuvo que avalar con su piso la fianza impuesta, tanto a él como al expresident y al exconseller de Presidencia Francesc Homs.

Hoy, el reputado economista asegura que la ruptura de Cataluña respecto al resto de España "no es posible". Porque, dice, no es asumible en el marco de la Unión Europea. Por lo visto eso no se podía saber hace 10 años, cuando tanto Mas-Colell como otros políticos, intelectuales y opinadores se entregaron a la causa secesionista, contribuyendo así a partir Cataluña en dos mitades: la oficial y secesionista, y la contraria a ese pensamiento único, menospreciada y humillada los días 6 y 7 de septiembre de 2017.

Las declaraciones de Mas-Colell tienen lugar en un contexto de regreso a las esencias convergentes, eliminadas en las sucesivas reconversiones hasta llegar a un caótico Junts per Catalunya, que incluyen la reivindicación de la figura Jordi Pujol. En los últimos días, coincidiendo con la reedición del libro que escribió en prisión, se ha extendido una corriente de opinión a favor de blanquear al molt honorable quien, aseguran, se equivocó al confesar su fraude fiscal. Que delinquiera o no es lo de menos.

Subyace ahí esa idea de que, al igual que otros activistas independentistas –como Laura Borràs--, Pujol es víctima de una persecución judicial, de los pecadillos de sus hijos o de las circunstancias históricas que le tocó vivir. Esto es, del posible éxito de un golpe de Estado en la recién restaurada democracia que le habría obligado a tener recursos económicos para poder exiliarse. Parece que Pujol se olvidó de esos ahorros depositados en Andorra durante muchos años.

Lejos de ser anecdótico, la asistencia de Pujol y Artur Mas a la presentación de la precampaña de Xavier Trias como candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona, proporcionó la foto más buscada por quienes desean ese regreso a la old Convergència. No había siglas del partido en ese acto, pero sí mucha nostalgia de un pasado de esos conversos de ida y vuelta, los que se echaron al monte secesionista y ahora vuelven al redil catalanista. O ya rinden pleitesía al PSC.