Catedráticos y profesores españoles han encontrado en el manifiesto Restoring Academic Freedom (Restaurando la libertad académica) el respaldo perfecto a sus reivindicaciones. El ambiente tóxico generado por las imposiciones ideológicas en las universidades ha sido denunciado en numerosas ocasiones por estos docentes, siendo el boicot a la profesora Juana Gallego, quien cuestionó la ley trans, o el apoyo al proceso independentista de algunas universidades catalanas los dos ejemplos más paradigmáticos.

Universidad de Standford

Más de 1.000 intelectuales han firmado ya la llamada Declaración de Stanford, impulsada, entre otros, por el lingüística y escritor canadiense Steven Pinker, surgida “en el ámbito universitario norteamericano en defensa de, sobre todo, la libertad de cátedra”. “A título personal, he firmado esta declaración porque recoge unos principios universales que merece la pena defender”, explica a Crónica Global Carlos Conde, profesor asociado de Historia de la Universidad Northumbria de Newcastle.

Instrumentalización ideológica

Las universidades anglosajonas, añade, son cada vez más vulnerables a la instrumentalización ideológica por parte de agentes tanto políticos como económicos: “Existe, en diversos ámbitos docentes e investigadores, un ambiente poco propicio al libre intercambio de ideas. Imagino que cada firmante tendrá en mente motivos diferentes, pero los principios son claros”.

La profesora de la UAB Juana Gallego

Y estos pasan por “la libertad de expresión, la libertad de investigación, la tolerancia a los puntos de vista opuestos, enfrentar dichos puntos de vista con argumentos, lógica y hechos, abstenerse de ataques ad hominem, difamación, doxing y otros comportamientos poco éticos”, indica el manifiesto, donde se denuncia que las universidades y las organizaciones profesionales “se están precipitando hacia el activismo político e ideológico institucional. Los departamentos y otras unidades universitarias hacen declaraciones públicas de puntos de vista políticos, marcando así efectivamente como herejes --e incluso fanáticos-- a los miembros que pueden cuestionar esas causas”.

Debate libre de ideas

Isabel Fernández Alonso, profesora titular de Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), también ha firmado este manifiesto, que califica como “un espaldarazo al objetivo con el que nació Universitaris per la Convivència, que no es otro que la defensa de una universidad tolerante y abierta al debate libre de ideas. Los rectores no pueden fijar un pensamiento oficial. Esto va en contra de la esencia misma de la universidad”.

La docente, miembro de Impulso Ciudadano, Universitaris per la Convivència y Foro de Profesores, considera “muy esperanzador ver a tantos investigadores de otras latitudes dispuestos a dar la batalla contra cualquier forma de imposición ideológica. Contactaremos con ellos y crearemos una gran red para dar la batalla por la verdadera autonomía universitaria”.

Entre el millar de firmantes hay un nutrido número de académicos españoles. “Esto se debe fundamentalmente, creo, a que en España se ha creado un ambiente tóxico por la descarada toma de partido político de varias universidades, sobre todo las catalanas. Estas, al promover declaraciones institucionales ajenas a la neutralidad institucional y a favor de postulados nacionalistas, están incurriendo en prácticas exclusionistas a mi juicio aún más graves que las que denuncian los compañeros americanos”, afirma Conde.

Condenas

Son varias las sentencias que condenan a las universidades catalanas por su sesgo ideológico, mientras que los episodios de acoso y agresividad sufridos por miembros de S’ha Acabat!, asociación estudiantil contraria a la independencia de Cataluña, son solo dos ejemplos de ese ambiente vivido en los campus en los últimos años.

“El problema, a pesar de manifestarse de formas diferentes es, sin embargo, el mismo, y esta declaración lo recoge con singular acierto: las injerencias políticas, cada vez más siniestras, en los ámbitos de las libertades de pensamiento y expresión en lugares que deberían ser santuarios de las mismas”, concluye el profesor universitario.

Otro de los casos que ha llevado a los académicos españoles a secundar la iniciativa americana es el de Juana Gallego, quien el pasado 15 de marzo fue víctima de un boicot por parte de las alumnas del Máster de Género y Comunicación de la UAB por cuestionar la ley trans que impulsa el Gobierno español. Gallego calificó ese plante como un ejemplo de la “cultura de la cancelación” y de un “totalitarismo puro”.

“El activismo está reemplazando la investigación y el debate”, aseguran los firmantes del manifiesto.