Será una votación fallida. Porque Junts per Catalunya (JxCat) y su abstención así lo han decidido. La frustrada investidura que Pere Aragonès sufrirá hoy es consecuencia de una larga historia de peleas y reproches entre neoconvergentes y republicanos.

Y es que la sombra de Carles Puigdemont sigue siendo alargada. JxCat nunca perdonó a Esquerra que impidiera, a través del expresidente del Parlament, Roger Torrent, la investidura telemática del fugado tras las elecciones de 2017.  Ahora, el expresident exige dirigir desde Waterloo la mesa de diálogo con el Gobierno, una iniciativa de ERC que JxCat siempre menospreció, subiendo sus exigencias rupturistas. Para sorpresa de muchos, ha sido la misma CUP que hace tres años pidió la cabeza de Artur Mas la que, sin imponer fechas para el referéndum, votará hoy a favor de Aragonès. Pero no será suficiente.

 

 

ERC celebra que la CUP apoye la investidura / EP

Diferencias irreconciliables

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? ERC y JxCat ya dieron síntomas de diferencias irreconciliables en la anterior legislatura. La izquierda republicana había sufrido durante años el rodillo del liberalismo convergente. La hegemonía de CDC, indiscutible en época de Jordi Pujol, y de la que no pudo beneficiarse Mas, puso al independentismo a los pies de la CUP. Tras el convulso mandato de Puigdemont, que huyó de España para no ser procesado por el referéndum del 1 de octubre, Quim Torra tomó las riendas de un Govern compartido con ERC en consejerías clave: Economía, Salud y Asuntos Sociales. De ahí que los republicanos asumieran el grueso de la gestión de la pandemia, que afloró esas diferencias entre dos socios unidos exclusivamente por un lazo amarillo. Las pugnas se tradujeron en un gobierno errático que provocó inestabilidad e incertidumbre en los momentos más críticos del Covid.

El partido de Oriol Junqueras, que siempre partía como favorito en las encuestas, no ganó las elecciones. Lo hizo el PSC con Salvador Illa como candidato, aunque empató en escaños con los republicanos, quienes se volcaron enseguida en buscar un acuerdo independentista con JxCat y la CUP, extensivo a los comunes, que se apearon pronto de las negociaciones.

Sin un acuerdo de legislatura

La excusa oficial de JxCat para abstenerse en la votación de hoy y, de esta forma, impedir que Aragonès sea presidente en primera vuelta, es la falta de un acuerdo de legislatura que evite la reedición de un gobierno convulso. Pero, de nuevo, es Puigdemont el escollo que impide a los neoconvergentes sumarse a un pacto en el que, por otro lado, se ha dado prioridad a la CUP. Y eso ha escocido a Junts. 

JxCat quiere un trato preferente para el fugado y que el Consejo para la República, que controla Puigdemont desde Waterloo, dirija las negociaciones con el Estado. Unas negociaciones que deben pasar, dicen los neoconvergentes, por exigir la amnistía de los procesados, un referéndum de independencia y unilateralidad para cumplir con los resultados. Esto es, que Puigdemont controle la mesa de diálogo que impulsaron los republicanos, quienes han logrado, para sorpresa de muchos, que los cupaires no pongan fecha al referéndum que reclaman. Eso sí, Aragonès se ha comprometido a someterse a una cuestión de confianza si, después de dos años de gobierno, la mesa de diálogo no obtiene resultados.

¿Qué pasa a partir de ahora?

Descartado que el candidato republicano obtenga hoy la mayoría absoluta, se podrá someter dos días después a un segundo debate y una segunda votación, en la que será suficiente que obtenga la mayoría simple. Es decir, más votos a favor que en contra. JxCat ha hablado de "días o semanas" para llegar a un acuerdo.

Si Aragonès tampoco resulta investido en segunda vuelta, la presidenta del Parlament, Laura Borràs, antes de convocar otro debate de investidura tendrá que hacer una nueva ronda de consultas con los grupos y volver a proponer un candidato, que podrá ser el mismo que ya se ha sometido a la investidura o uno nuevo. Si transcurridos dos meses desde la primera votación no es elegido ningún candidato, la legislatura se disuelve automáticamente y se convocan nuevas elecciones de manera inmediata para que se puedan hacer 47 días después de la convocatoria.

Los presidentes de la Generalitat desde 1980 han sido Jordi Pujol (1980-2003), Pasqual Maragall (2003-2006), José Montilla (2006-2010), Artur Mas (2010-2015), Carles Puigdemont (2016-2017) y Quim Torra (2018 hasta 2020). En todos los casos fueron elegidos en primera votación, excepto en cuatro ocasiones: Pujol (1980 y 1995), Mas (2010) y Torra (2018).