Albert Soler, periodista y escritor, en las instalaciones de 'Crónica Global' / CG

Albert Soler, periodista y escritor, en las instalaciones de 'Crónica Global' / CG

Política

Albert Soler: "La prensa catalana ha sido un apéndice del poder durante el 'procés'"

El periodista de 'Diari de Girona' presenta su nuevo libro, 'Barretinas y estrellas', en el que disecciona con ironía y acidez a los principales protagonistas del 'posprocés'

17 enero, 2021 00:00

Albert Soler (Girona, 1963) publica un nuevo libro. En Barretinas y estrellas (Península), el periodista y escritor hace una detallada radiografía del posprocés fiel a su habitual estilo irónico y ácido. Como señala el subtítulo de la obra, se trata de "un paseo por el esperpéntico circo del independentismo" en el que no deja títere con cabeza. A lo largo de las 252 páginas que se devoran entre sonrisas, Soler recupera los momentos más sorprendentes y disecciona a los personajes más insólitos que han sacudido la política catalana en los últimos tiempos. En esta entrevista con Crónica Global [aquí, la segunda parte] el columnista del Diari de Girona desgrana los detalles de un libro imprescindible para entender las causas de la decadencia de Cataluña.

--Pregunta: ¿Por qué se decidió a escribir este libro?

--Respuesta: Porque me lo propuso Planeta. Yo soy muy vago, soy incapaz de ponerme a escribir un libro si no viene un editor y me lo propone. Yo necesito que me obliguen y que me den dinero a cambio de escribirlo.

--¿A qué público va destinado?

--Sobre todo a los que viven en Waterloo, en la Casa de la República. Yo lo escribí para ellos. Para ver si se dan cuenta de cómo se les ve. Pero solo con eso no me ganaría la vida, ni tampoco Planeta. Así que el libro también está dirigido a los no independentistas, pero aún más a los lacistas. En el caso de estos últimos porque ellos también merecen saber la verdad, porque los han tenido engañados hasta ahora, a través de los medios de comunicación, políticos, etc. Espero que este libro contribuya a que mucha gente abra los ojos un poco y que vean que lo que hacen no es que sea ni peligroso ni heroico sino ridículo.

--¿Está pensado, entonces, para el público catalán?

--También se dirige a esa parte del resto de España que, de buena fe, se ha creído que lo del procés era una cosa romántica, una revolución con el lacito amarillo, las ansias de libertad… Espero que esa gente de buena fe del resto de España vea que no somos esclavos recogiendo algodón sino que han sido cuatro ociosos los que se han inventado una revolución para burgueses y para ricos, pero que aquí no estamos oprimidos. También se han creído este relato ridículo y falso algunos en el resto de Europa.

Albert Soler, periodista y escritor, en el plató audiovisual de 'Crónica Global' / CG

Albert Soler, periodista y escritor, en el plató audiovisual de 'Crónica Global' / CG

--¿En qué momento se jodió Cataluña?

--Mucha gente dice que con Pujol empezó a joderse pero yo creo que no. Tal vez puso los cimientos de todo esto, pero --parafraseando a Aznar-- Cataluña iba bien. En los últimos 5.000 años, ¿cuándo había estado tan bien Cataluña como hasta hace 15 o 20 años? Éramos una de las regiones más ricas y prósperas de Europa. Se empezó a joder desde que, unos para tapar la corrupción, otros para ganar dinero y otros por un espíritu romántico mal entendido, se embarcaron en esto. Pero lo que más me entristece es que jamás en la historia Cataluña había estado tan bien. Ya son ganas de joderla.

--Le veo condescendiente con Pujol…

--Pujol también sale en el libro. Es un personaje casi caricaturesco, pero no en el sentido de que haya sido él quien ha jodido Cataluña. Cuando él gobernaba, se llevaba su dinero pero, mal que bien, Cataluña iba tirando no solo económicamente sino también socialmente. No existía la fractura que hay ahora. Ya les gustaría a muchos volver a la Cataluña pujolista. Y es triste decir eso.

--¿Y la actuación de la prensa catalana?

--La prensa ha fallado porque su principal función debería haber sido dudar de todo, sobre todo de los que tienen el poder, y de lo que dicen. Y aquí no se dudó. Cuando hace diez años nos empezaron a contar que teníamos que ser independientes porque seríamos la Dinamarca del sur y seríamos los más prósperos del mundo y Europa nos recibiría con los brazos abiertos y Madrid nos roba, la prensa debería haber dudado. La función de la prensa es preguntarse cosas. Pero, en lugar de eso, la mayor parte de la prensa --no toda-- compró ese relato e incluso lo amplificó. Esto no es prensa, es un apéndice del poder.

--¿A qué se debió ese comportamiento?

--Cada medio y cada periodista sabrá por qué. Los hay que viven --y muy bien-- de las subvenciones. Mira Pilar Rahola, lo que se saca cada mes por sus apariciones en TV3. Hay muchos periodistas que han conseguido tener un altavoz. Todo eso es mucho dinero. Cuando Rahola o Lluís Llach publican un libro, salen en TV3 como si hubiera resucitado Dostoyevski. Pero no salen en la sección de cultura, sino en el Telenotícies con todo un reportaje. Cada uno tendrá sus propias razones, pero ninguno de estos ha actuado como periodista.

--Tampoco ha ayudado Madrid, ¿no?. Ni el Madrid político, ni el periodístico, ni el cultural...

--Hay gente en el resto de España que ha comprado el relato de que esto es una revolución romántica. Como Lord Byron se fue a Grecia por romanticismo. Hay españoles que creen que nosotros somos oprimidos, casi esclavos. Y lo creen de buena fe porque se han creído un relato que les ha llegado. La culpa, en todo caso, es de políticos y periodistas del resto de España que no han tenido el coraje de decir la verdad. Muchas veces, por miedo a que les traten de fachas o de derechas. Sobre todo a la gente de izquierdas del resto de España les ha faltado coraje de decir: los lacistas son unos impresentables y unos mentirosos. Pero eso abre la posibilidad de que te llamen facha. Y eso todavía duele mucho.

--¿Ha habido complejos?

--A mí me da igual. A mí me importa un bledo. Pero hay gente, sobre todo de izquierdas, a la que le da miedo que le puedan llamar facha por no apoyar esta revolución romántica de los catalanes. Y en Europa también los hay. Pero se van a ir dando cuenta de lo que se cuece aquí.

--La colección de frikis que desfilan por su libro es para echarse a temblar. Dice que los frikis han tomado el poder político, cultural, mediático y hasta moral en Cataluña.

--Lo que sucede es que siempre han sido frikis. Primero ha habido una generación de frikis que lo disimulaba (el Vivales [Puigdemont], Junqueras, etc.) y ahora es la hora de los frikis sin disimulo. Pero no hay mucha diferencia entre unos y otros. Simplemente ahora hay tipos como el que se vino de Waterloo con un trozo de tierra del jardín, el que va con un megáfono a berrear “buenas noches”, el policía de Mossos por la República…

--O sea, que vamos a peor...

--Ya sé que a Cataluña no le conviene pero yo, egoístamente, espero que salgan elegidos y que estén todos en el Parlament porque tendría columnas cada día. Aunque Cataluña ya no puede ir peor, o sea que tampoco se puede agravar la cosa mucho, y yo agradecería que me faciliten las columnas cada día.

--Pero Puigdemont no es el único vivales que ha generado el procés, ¿no?

--Casi todos los que están viviendo del procés podrían ser calificados de vivales, pero Vivales realmente solo hay uno, la máxima expresión, el que merece que su foto salga en las enciclopedias junto al término vivales. Una imagen de Puigdemont zampando mejillones en Waterloo.

--Entonces, ¿casi todo fue por la pasta?

--Por parte de los dirigentes, sí. Aunque algunos también se apuntaron al procés por un afán de notoriedad. En cambio, la morralla, la base, entró a trapo por idiotas o por ingenuos, pero todos engañados.

--Dice en su libro que muchos ciudadanos tienen miedo a hablar, a expresar sus opiniones en público, sobre todo si son contrarias al independentismo.

--Sí, pero de todas formas creo que va a menos, que la gente está perdiendo el miedo. Yo me encuentro bastante a menudo en Girona --que es una ciudad pequeña, como un pueblo grande-- con gente que viene --en la playa medio en pelotas, en el médico, en el notario, cenando-- y me dice bajito: ¿Tú eres Albert Soler? --con un tono como si fueran a comprarme farlopa--. Y luego me dicen: te agradezco mucho lo que escribes, eres la voz de mucha gente, muchos pensamos así.

--Hay menos miedo a posicionarse públicamente...

--Eso me lo dicen en privado. Porque también me he encontrado gente que me dice: me gusta mucho su artículo de hoy pero no puedo ni tan solo poner “me gusta” en el Facebook porque tengo un comercio, trabajo en una escuela, soy funcionario de la Generalitat… Y Girona es la zona cero del lacismo y allí enseguida estás señalado. Yo entiendo a la gente. Si tengo un comercio, tengo que procurar por mi negocio.

--No es su caso.

--Yo tengo la suerte de trabajar en un periódico [Diari de Girona] en el que digo lo que me da la gana, y me importa un bledo lo que me llamen. Pero sí que hay, no sé si miedo, porque no es miedo físico, pero sí miedo a ser señalado, y puede perjudicarte.

Albert Soler, comentando su nuevo libro 'Barretinas y estrellas' / CG

Albert Soler, comentando su nuevo libro 'Barretinas y estrellas' / CG

--¿Tiene solución esta Cataluña?

--Bueno, insisto, yo estaría encantado en que esto siguiera así para siempre porque yo me dedico a escribir sobre esta gente. Yo sería incapaz de escribir dos columnas semanales en Dinamarca. En todo caso, creo que sí hay solución para Cataluña, pero costará, porque la fractura social que hay es muy bestia. Los catalanes tienen fama de tener seny, aunque yo nunca la he comprobado. Yo creo que seguirá durante muchos años esa fractura social.

--No es demasiado optimista.

--Es que la situación es muy triste. Y que ahora digan que quizás con el 50% no sea suficiente… Yo lo dije el primer día. Recuerdo que, en las plebiscitarias de Mas, hice entrevistas a gente de Convergència y te vendía la moto de que eran una mayoría suficiente. Ahora están todos descalabrándose del burro. Esto lo sabe cualquiera. Ni con un 60%. Diré más, ni con un 100% puedes saltarte la ley. La ley sirve precisamente para evitar que las grandes mayorías sojuzguen a las minorías. No vale decir: como somos mayoría, nos pasamos la ley por el forro.