Cataluña aprobará la primera ley europea contra el despilfarro alimentario
Esta normativa pionera pretende poner freno a las 260.000 toneladas de alimentos que se pierden al año (35 kilos por ciudadano) y contempla sanciones
27 febrero, 2020 00:00Cataluña aprobará la próxima semana la primera ley europea que regula y sanciona el despilfarro alimentario en toda la cadena de producción y servicios. La nueva norma, promovida por PSC-Units, se votará en el Pleno del Parlament que comenzará el 4 de marzo y está dirigida a empresas, distribuidores, ONG, restaurantes y administración pública. Con ella también se pretende concienciar a la ciudadanía de que los restaurantes están obligados a facilitar recipientes para llevar la comida sobrante a casa. Que los tomates “feos” no se tiran. Y que los bonitos que se venden envasados suponen un desperdicio, pues es preferible volver a la venta a granel.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un tercio de todos los alimentos producidos en el ámbito mundial se pierden o se despilfarran. Cada año, en la UE se desperdician 80 millones de toneladas de alimentos, cifra que va en aumento. En Cataluña, según la Agencia de Residuos de Cataluña, se pierden 260.000 toneladas de alimentos, es decir, unos 35 kilos por ciudadano. La mayor parte de este despilfarro alimenticio se registra en los hogares (58%), supermercados (16%), hostelería (12%), comercio minorista (9%), caterings (4%) y mercados municipales (1%).
Evitar la sobreproducción
El objetivo de la ley es establecer acciones de prevención para reducir pérdidas y despilfarro, así como fomentar el aprovechamiento de los alimentos a lo largo de toda la cadena de forma que también se evite la sobreproducción o los excedentes alimentarios.
Está dirigida a empresas alimentarias, del sector de la hostelería y la restauración, así como a las ONG que se dedican a la distribución de alimentos --papel destacado del espigolament, que aprovechan los productos desechados por los agricultores y la promoción de la inserción social--, administración pública, consumidores y los espigoladors, un movimiento que trabaja en favor de ese aprovechamiento alimentario y la creación de oportunidades laborales para colectivos en situación de riesgo de exclusión social.
“La ley nació con consenso y se aprobará por consenso”, explica el diputado del PSC-Units Raúl Moreno, impulsor de esta normativa que ya fue presentada en la anterior legislatura, pero que decayó al finalizar la misma. Ya en el nuevo curso parlamentario, fue la primera norma registrada y, tras año y medio de debate, llegará al Pleno el próximo miércoles, con algunas enmiendas vivas --la CUP pretendía incluir la obligación de consumir únicamente productos catalanes--, pero con la seguridad de que, por fin, será aprobada. Se trata de la primera ley europea que regula toda la cadena alimenticia.
Moreno, que defenderá el texto en la sesión plenaria, explica que uno de los aspectos positivos de la ley es que “permite hacer una fotografía de la situación, ya que no hay una metodología establecida”. A lo largo de los trabajos parlamentarios han comparecido 40 representantes de diferentes sectores implicados en este tema.
Planes para evitar pérdidas
La política agrícola común, la pesquera o la de seguridad alimentaria quedan fuera de la ley, ya que la Generalitat no tiene competencias en estos ámbitos. No obstante, la norma catalana contempla la obligación de que todos los agentes de la cadena --excepto las microempresas-- dispongan de un plan propio para evitar estas pérdidas y garanticen la aplicación de la jerarquía de prioridades. Estas son, por este orden, el consumo humano, animal, recuperación de elementos y sustancias para usos industriales, compostaje de calidad, obtención de biogás, otros tipos de valorización energética y eliminación.
Comedores escolares, hospitales o residencias de la tercera edad también deberán cumplir con estos requisitos legales. Asimismo, los restaurantes están obligados a facilitar a los clientes recipientes en los que puedan llevarse a casa la comida sobrante, e informar de ese servicio en su carta o en un lugar visible.