“Ni el procés ha muerto ni Societat Civil Catalana (SCC) debe dejar de existir”. Habla Álex Ramos, vicepresidente primero de esta entidad duramente criticada por las juventudes del PSC por una reunión mantenida con dirigentes de Vox. En este sentido, Ramos precisa que ese encuentro forma parte de una ronda de contactos con todos los partidos, incluidos los independentistas, para presentar su decálogo de propuestas.
“Otra cosa es la relación que tengamos en el futuro con Vox, que todavía no hemos definido”, afirma el dirigente de esta asociación, que en menos de un año ha pasado de 90 a 300 socios y cuenta actualmente con 20.000 simpatizantes activos y 4.000 colaboradores. SCC ha superado la deuda contraída con sus proveedores en 2018 y afronta su nueva etapa con plena voluntad de transparencia.
-¿Era necesaria esa reunión con Vox?
-En la junta de gobierno tomamos la decisión de vernos con todos los partidos pasadas las elecciones generales, simplemente para entregarles nuestro decálogo. También con los partidos independentistas, si tienen a bien recibirnos, y también esperamos que nos conteste Barcelona en Comú. Obviamente a algunos les gusta más un partido que otro, porque somos una entidad transversal. No hay nada más. Y en el futuro decidiremos qué tipo de relación tenemos con cada partido.
-Las juventudes socialistas creen que esa reunión blanqueó a Vox…
-No es cierto. Quizá desde un punto de vista de método debimos vernos con todos los partidos uno detrás de otro, pero las agendas no las cuadramos nosotros. De blanquear nada. Tampoco vamos a blanquear a ningún partido independentista. Seguimos siendo la misma entidad y debemos vernos con todos porque es un momento nuevo. Y por cortesía institucional.
-¿Hubo debate dentro de SCC para decidir esas reuniones y después, tras la polémica generada?
-Tras las elecciones teníamos previsto hacer una rueda de visitas a los partidos. El debate en profundidad sobre qué temas se deben tratar con cada uno queda pendiente porque eso se decidirá después. Con los partidos constitucionalistas con los que nos hemos relacionado siempre, pues lo tenemos muy claro. Pero no hemos decidido qué relación tendremos con este partido nuevo que no tiene representación en el Parlament.
-Usted está vinculado al PSC. ¿Le han dolido las críticas de las juventudes socialistas? ¿Se ha puesto en contacto con ellas después?
-Sí, me dolieron, no me gustaron. Lo puedo entender desde su óptica de partido. Pero yo, como vicepresidente primero de SCC, una entidad transversal en la que no estamos unidos por temas ideológicos, hubiera preferido que eso no ocurriera. Nos hemos puesto en contacto con ellos y esperamos reconducir la situación.
-¿La transversalidad es una buena idea, pero poco práctica?
-Es difícil y complejo, pero también necesario. Alguien tiene que hacerlo. Nosotros representamos a unos ciudadanos catalanes que nos sentimos catalanes, españoles y constitucionalistas. Dentro del arco democrático defendemos el autogobierno y la estructura de la Constitución del 78. Queremos dar visibilidad a esos catalanes tras 40 años de estar invisibilizados. Sin nosotros no hay solución. Hemos sido capaces de convocar en la calle a cientos de miles de personas que parecían que no existieran. Ese sujeto político que somos lo vamos a defender y poner en valor. Lo hacemos desde hace seis años y lo seguiremos haciendo. Es complejo y hemos aprendido a hacerlo. Creemos que los partidos deberían hacer esto más a menudo. Es fácil entenderse con quien piensa como tú, pero la gracia es entenderse con quien no piensa como tú para impulsar proyectos compartidos. Nosotros no vamos a sentarnos a hablar del eje izquierda-derecha.
-Es cierto que SCC ha aglutinado en la fila cero de sus manifestaciones a dirigentes de diversas ideologías. ¿Las próximas elecciones catalanas impedirá que esa imagen se vuelva a ver?
-Ha sido difícil desde el principio. Lo conseguimos y lo volveremos a conseguir, lo digo con absoluta rotundidad. Nuestra misión es, desde la pluralidad, promover aquello que compartimos, aquello que puede ser un mínimo común denominador. Era tanto o más complicado lo que ha pasado. Le puedo asegurar que a ningún partido le apetecía acudir a las grandes manifestaciones, pero al final logramos atraerlos. También en la última que organizamos, a la que acudieron miles de manifestantes. Nos costó, pero la lógica de los partidos no se puede imponer y eso al final lo entienden.
-Hay quien piensa que el procés ha muerto ¿Qué sentido tiene entonces SCC?
-Ni el procés ha muerto ni SCC tiene que dejar de existir. Entre otros motivos porque el procés nació en 2012 como un episodio agudo del nacionalismo catalán, un proceso crónico mucho más largo. Ese proceso agudo se produjo porque no existía SCC. Parecía que aquí había una hegemonía política, ideológica y monotemática y que lo demás no existía. Cuando no tienes un contrapeso en la sociedad, es más fácil hegemonizarte políticamente, imponer tus postulados. SCC es necesaria porque hay que demostrar que existe pluralidad y diversidad, y no un país monotemático en la lengua y en la cultura. No podemos pedir a España que sea plural y luego imponer una Cataluña monotemática. Ahora más que nunca no puede dejar de existir una entidad como la nuestra. Si en el pasado tuvimos un Òmnium que hizo un trabajo soterrado en la dictadura y que ahora dispone de grandes medios, nosotros, con menos medios, debemos seguir y hacer un trabajo parecido al que hace esa entidad, no tanto lo que hace la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Societat Civil deben estar dando la batalla hasta que esto se normalice y haya una sociedad integrada e inclusiva, y no que unos quieran imponerse a los otros.
-Las declaraciones de la alcaldesa de Vic sobre el aspecto de los catalanes, o las de la consejera de Cultura, sobre la raza catalana ¿son una anécdota o síntoma de una fractura?
-No es una anécdota, es algo que viene ocurriendo desde hace años. Hay una parte de catalanes que quiere imponer a la otra parte algo inasumible. Debemos construir Cataluña en base a algo que convengamos todos. Ellos recurren a un pasado de forma victimista para enfocar un futuro. Nosotros queremos una Cataluña de todos, con neutralidad en las instituciones, con unos Mossos d’Esquadra que sean una policía cívica y no política. Queremos que la ley electoral propia en Cataluña para que no haya un sesgo nacionalista en el Parlament. Porque los votos de Lleida no valen lo mismo que los de Barcelona, y tienen una sobrerepresentación nacionalista/catalanista que no representa a la ciudadanía. Los medios públicos no pueden estar colonizados por el ideario nacionalista, tienen que ser medios de todos.
-Gobierno y Generalitat preparan una mesa de diálogo para abordar la situación de Cataluña. La ANC pidió estar en esa mesa, ¿SCC se ve en ella también?
-Sobre esa mesa, no estamos de acuerdo con un diálogo bilateral entre dos entidades pretendidamente iguales. La mesa que nosotros visualizamos no es la que pretende ERC. Para eso está el Parlament o el Congreso. Estamos de acuerdo con el diálogo, pero debe quedar claro que sin los catalanes españoles constitucionalistas no hay solución. No vamos a ser moneda de cambio para que los nacionalistas estén contentos, no vamos a consentir un mecanismo de contentamiento, como dice Stéphane Riand, porque los demás hemos estado invisibilizados durante años. Si la lectura es que montando un pollo durante 20 años los nacionalistas tienen ventaja para lograr un acuerdo, habrá que montar pollo durante 20 años para igualarnos con el resto. Nosotros queremos una posición de igualdad para definir nuestro futuro. El problema no es entre Cataluña y el resto de España, los catalanes nos tenemos que poner de acuerdo entre nosotros. Aquí hay una gran riqueza. No la tapemos con algo homogéneo. Queremos aportar. Somos un sujeto político activo y lo hemos demostrado desde hace años.
-Insisto, si la ANC estuviera en esa mesa, ¿también debería estar SCC?
-Nosotros no queremos legitimar mesas que no estén en el ámbito jurídico actual. Pero los políticos que hablen, por supuesto. Nosotros también queremos aportar nuestra posición, se lo hemos dicho al presidente del Gobierno, intentaremos decírselo al presidente de la Generalitat. Queremos dar nuestra visión. ¿En qué lugar? Dentro del marco jurídico actual, no en inventos bilaterales con un mismo rango de poder.
-¿SCC está en una fase más ideológica que activista?
-Llevamos seis años de activismo para dar voz y visibilidad a los catalanes que no existían. Salimos en un momento en el que no se nos esperaba. Ahora hay una labor más lenta, con un método distinto. Con nuestro decálogo, queremos normalizar políticamente lo que es normal en la sociedad catalana. La lengua, la pluralidad cultural... Queremos neutralidad en las instituciones públicas. No se puede imponer un interés partidista e ideológico a la otra parte, que ha estado inmersa en una espiral de silencio. Queremos descolonizar de ideología el espacio público. Cataluña es de todos, no es de los que mandan. Necesitamos una ley electoral en Cataluña que no favorezca un territorio más que otro. Ellos tienen 8 ó 10 diputados más regalados y eso inclina la balanza y mantiene un nacionalismo étnicamente homogéneo. Y eso no lo podemos aceptar.
-Se ha referido a la inmersión, un tema intocable…
-Queremos el fin de la inmersión lingüística, que tuvo su sentido en los años 80 para corregir déficit del uso del catalán como lengua propia de Cataluña en la escuela y las instituciones. Pero eso no puede ser una normalización in eternum cuando se está penalizando a otra lengua oficial y natural, que utiliza el 60% de la población. Lo que hay que normalizar ahora es el bilingüismo. ¿Cómo? El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ya dijo que el 25% de las materias se tendrían que impartir en castellano. Pero no de forma rígida, sino incidir más en una lengua o en otra según el territorio. Compartamos ambas lenguas, que son un gran activo. Normalicemos lo que es normal, porque el castellano lo es a nivel social. Hay que despolitizar la cúpula de los Mossos, no pueden tener una misión política. Y también la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), pues no puede ser que la televisión y la radio públicas, muchos medios privados y comarcales estén parasitados o dopados con dinero público para que se transmitan unos mensajes políticos que solo interesan a la mitad de la población. Barcelona y su área metropolitana tienen que ser una gran urbe global, es un activo a desarrollar. Hay que respetar el Estado de Derecho siempre. Lo que ocurrió los días 6 y 7 de septiembre y la DUI no va a ningún lado y ellos lo saben.
-SCC instó al Tribunal de Cuentas a investigar el desvío de dinero hacia el proyecto independentista. Y les ha dado la razón.
-Han utilizado recursos de todos los catalanes para eso. Si ellos no respetan el Estado de Derecho, vamos también nosotros a desobedecer a las instituciones catalanas a ver qué pasa. Hay que poner fin a las redes clientelares. El dinero público ha comprado muchas voluntades durante mucho tiempo. Cataluña, que siempre ha sido emprendedora, se ha acomodado en esas redes nacionalistas, lo cual ha adormecido a la ciudadanía. Y finalmente, creemos que tiene que haber una auditoría del procés, cuánto dinero se ha gastado desde el año 80 por el señor Pujol, cuantas entidades se han subvencionado, saber cada céntimo de dinero público.
-Hay quien afirma que una cosa es el procés y otra, la ruptura social, que tardará una generación es reconciliarse. ¿Estaría de acuerdo? ¿Es optimista?
-No soy pesimista, soy realista. No pinta bien lo que está ocurriendo. Hemos aprendido a resolverlo de forma democrática porque hace un siglo esto habría acabado muy mal. Ahora estamos tomando conciencia de lo que hay. Antes Pujol negociaba, jugaba a la puta i la Ramoneta. Ahora sabemos lo que quieren. Han vendido una ilusión y eso hay que corregirlo porque el proyecto ilusionante que es España, con Cataluña incluida, con toda su cultura y lengua, tiene que estar encima de la mesa. Es un tema de pedagogía. Ha habido mucha propaganda, mucho marco mental vendido a la población que la ha comprado. El procés no ha conseguido sus objetivos. Aunque lleva 40 años detrás y 40.000 millones de euros de presupuesto anual, están estancados en un 47% de la población. Hay que resolver esto. Estamos en una nueva etapa en la que queremos ser una parte activa. La solución se debe hacer a través del diálogo, ver si lo que piden es asumible y legal, y si forma parte del Estado de Derecho. Si se llega a un pacto, se podrá refrendar, pero no se pueden proponer referendos para partir Cataluña en dos. Tendrá que haber cesiones, pero siempre en el ámbito legal, por parte de todo el mundo, y encontrarnos en un punto en el que normalicemos la situación en Cataluña.
-¿Cuál sería ese común denominador? ¿Reformar o desarrollar las competencias del Estatut? ¿Votar esa reforma en un referendum?
-Somos una plataforma cívica que siempre hemos dicho que es mejor estar juntos. Por muchos motivos. Pero ¿ceder más competencias para que estén contentos? No tiene sentido dárselas para que estén más cerca de la independencia. Tiene sentido pactar algo en lo que todos renunciemos, no que unos ganen y otros pierdan. El referéndum no es la solución, lo hemos visto con el Brexit. Se puede formar parte de un proyecto que es España, que es ilusionante. Pero es un tema muy sentimental y emocional, por lo que se necesita tiempo. Tiene que haber lealtad y cooperación, el Estado de las Autonomías ha funcionado, pero las autonomías deben cooperar más y optimizar los recursos.
-Enlazo aquí con el principio de la entrevista. Vox rechaza el Estado de las Autonomías.
-Nosotros defendemos el autogobierno y quien no defienda las autonomías, no coincide con nosotros. Es innegociable, igual que la Constitución del 78. Pero hay que mejorar la colaboración. Necesitamos esa subsidiariedad en la toma de decisión, que ésta esté más cerca de los ciudadanos, pero también pensar en el todo, como ocurre en Alemania y Estados Unidos. La patria común se puede construir desde Cataluña hablando en catalán, desde Galicia hablando gallego o desde Canarias desde su insularidad. Lo que pasa es que el nacionalismo ha agitado las bajas pasiones. Y ese nacionalismo del siglo XIX no es bueno, separa.
-¿El federalismo sería una mejora?
-Por ejemplo. Federar es pactar. Esta es una opción. En SCC, como somos transversales, hay quien cree que el Estado actual ya está bien, otros que es mejor la confederación e incluso hay quien piensa en recentralizar. A nosotros no nos corresponde defender una iniciativa concreta si no tiene un común denominador. Le toca a los Gobiernos decidirlo.