Carlos Silva

Carlos Silva

Política

'El seis de octubre de 1934 y el de 2013'

Hace 79 años Cataluña era víctima de una aventura independentista cruenta y evitable. Hubo similitudes y diferencias con el aventurismo actual de CDC y ERC. El independentismo habla de 1714 pero calla un hecho más esclarecedor.

7 octubre, 2013 04:08

Hay obsesos por el uso de una presunta "memoria histórica", que de hecho recrean. Lo sufrimos durante el tripartito. Ahora lo volvemos a sufrir con el independentismo. Unos tomaron un momento histórico y otros han escogido otros. Los eligen en función de lo que quieren hacer tragar.

Lo sufriremos mucho durante 2014, tricentenario de la Guerra de Sucesión española. Se ha elegido un solo momento: la caída de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714.

Siempre se da la paradoja consistente en ofrecer un pretendido futuro a partir de mirar por el retrovisor. Todo va de memoria relativa y muy selectiva, por no decir utilitaria, con voluntad no de esclarecimiento histórico, sino de lograr o conservar el poder político.

Elegir el momento histórico más utilitario

Los momentos históricos que no convienen se dejan de lado. Por lo tanto, se olvida que este domingo es el aniversario de un hecho muy importante, el del "seis de octubre" de 1934. Fue El derrumbe de los jacobinos, para decirlo usando el título de un libro de Àngel Estivill, publicado en 1935 por Ediciones la Hora. Desde una visión muy de izquierdas, Estivill dejaba muy mal a la Generalidad de Companys. El libro tiene mucho de interés, en tanto en cuanto es justo calificar a Companys y ahora a Mas de jacobinos puros.

Más interesante, y fácil de comprar en cualquier librería, es el excelente Antes del seis de octubre (un dietario), de Amadeu Hurtado (Cuadernos Quema, Barcelona, 2008).

Nunca se hablará del libro de Hurtado desde CDC ni desde ERC, a pesar de que los hechos de hace 79 años son útiles, en parte, para valorar los problemas que puede comportar el aventurismo de CDC y ERC en 2013. Los de 1934 resultaron desastrosos para Cataluña y para España.

Fascismo, nazismo y nacionalismo estatista

Amadeu Hurtado (1875-1950) fue un gran y famoso abogado catalanista, dirigente de Acció Catalana Republicana. También fue decano del Colegio de Abogados de Barcelona. Su libro sobre el seis de octubre es un sincero testimonio de la política de aventurismo y de provocación que se llevó a cabo desde la Generalidad.

Varias veces, Hurtado califica de "nazis" a Estat Català, un partido independentista minúsculo, siempre coaligado a ERC.

Refiriéndose al nacionalismo catalán más radical, en la página 98 escribe:

"Todo hace pensar que vamos hacia un tipo de 'nazismo', la base del cual podrá ser la pequeña organización que se ha intentado, con la ayuda de todos, para jugar a hacer la guerra. Sólo hay que apoderarse de los resortes que permitan montar el propio mecanismo de la burocracia naciente para que la fuerza de los futuros 'nazis' se vuelva invencible. Será, si se quiere, una parodia, pero los efectos serán cómo si fuera de verdad. Los tiempos no están para las fuerzas constructivas porque no se sabe qué se tiene que construir".

Una buena parte del libro está destinado a explicar de manera detallada las gestiones y el acuerdo que Hurtado logró con el presidente de la Segunda República española, Niceto Alcalá Zamora, para superar el conflicto surgido con la ley catalana de Contratos de Cultivo.

Muestra al presidente catalán Lluís Companys como contrario a entenderse con el Gobierno republicano, cosa que le llevó a proclamar la "República catalana". Esto causó la intervención del ejército, la detención de dirigentes catalanes y la suspensión de la Generalidad, como es muy sabido. Hubo 74 muertos.

Vaya, muchos irresponsables hablan de "proclamación de una Cataluña independiente" pero olvidan decir lo que pasó entonces.

Situación internacional diferente

Una gran diferencia respecto a entonces es que hoy la situación internacional es diferente, mientras que el desprestigio del Gobierno de la Generalidad (incluso en el seno de los Mossos d'Esquadra) es enorme y que ir por un camino violento no tendría ningún sentido. Es el independentismo el que a menudo ha aludido a una vía violenta por parte del Estado. Es pura demagogia barata.

También se olvida que entonces el presidente de la Generalidad, Lluís Companys, había encargado al consejero de Gobernación, el muy siniestro simpatizante con el fascismo italiano Josep Dencàs, la creación de un comité secreto, formado por militantes, para preparar una insurrección armada.

Fue agua de borrajas, pero cruento. Precisamente Hurtado expone que desde la Generalidad se entregaron permisos de uso de armas en blanco.

Internacionalmente, 1934 era mucho peor que los tiempos actuales. Hitler acababa de subir al poder y Rusia estaba bajo el comunismo. El crack del 1929 quedaba cerca.

En cambio, en el orden político interno catalán hay similitudes entre entonces y ahora. Se tiene la sensación de que Companys vivía en una burbuja como por ejemplo lo hace Artur Mas.

Otra similitud es la indiferencia de Companys ante el drama que podía generar a nivel de toda España.

Tarradellas recordando el seis de octubre a Suárez

Fue un drama precursor de la Guerra Civil, nunca olvidado por los políticos de cierta edad. Josep Tarradellas me dijo, la primera vez que cenamos, solos, en la Casa dels Canonges (lo habíamos hecho infinitas veces en Saint-Martin-le-Beau) que la primera vez que se encontró con Adolfo Suárez le dijo que él nunca haría un "seis de octubre".

Añadió que Suárez lo entendió perfectamente bien. ¿Mas podría decir lo mismo? Seguro, tan seguro como que podría decir exactamente lo contrario.

Hay frases de Hurtado que parecen escritas hoy mismo: "Nuestro pueblo -afirma- es esencialmente emotivo y sólo podrán y sabrán conducirlo los que participen naturalmente de sus emociones, sin miramientos si son por motivos reales o imaginarios y sin preocupación por el resultado. Por mucho tiempo, los tiempos de nuestras luchas serán caseros porque, alejados de las grandes corrientes espirituales que trastornan el mundo, todos los problemas universales llegarán aquí por reflejo, a través de cuestiones locales, únicas que se avienen a nuestra capacidad de emoción".

Los catalanes, pueblo sentimental

Como apéndice, el libro incluye una conferencia pronunciada en 1945, en Perpiñán, donde Hurtado estaba exiliado. Escribe frases también transportables al presente: "Es la pugna que se presenta y se presentará siempre en momentos de crisis de nuestro país, entre quienes representan la tradición política de Cataluña, refugiados ahora en el principio de la autodeterminación, y quienes representan la renovación penosa y difícil del sentido político de los catalanes".

Añade que "siendo [Cataluña], en tantos órdenes de la vida, un pueblo hecho, políticamente no lo es. Por razones históricas que todos conocemos demasiado, Cataluña en el aspecto político no ha podido salir todavía del estadio de multitud. Y es sabido por todo el mundo, especialmente por nuestros tradicionalistas, que una multitud, para moverse y acontecer un factor de la vida pública, necesita el estímulo de una emoción. [...] En una multitud se puede encender un sentimiento de adoración del pasado, porque ya no molesta y es como un sagrario de todas las virtudes nacionales, y también se puede azuzar una pasión por el futuro, que tiene todo el encanto de una ilusión, pero es extremadamente difícil conseguir la estimación del presente, que no tiene, por la razón de ser el presente, ningún interés emotivo".

Contra lo que es actual, por serlo

Añade otra frase muy aplicable ahora: "Se comprende, en las horas que vivimos, como en tantas otras parecidas, que la tradición política de Cataluña salga levantada contra [sic] el Estatuto de su autonomía, no porque sea restringido, deficiente o malo, sino porque es el actual".

Hay que recomendar leer a Amadeu Hurtado no solamente para entender el seis de octubre de entonces, sino para evitar cualquier otro, aunque no sea cruento. Hace falta también evitar que hubiera una cierta escenificación entre un Rajoy peor que Alcalá Zamora y un Mas también peor que Companys, en muchos aspectos.

La guerra no es buena ni como juego, un juego que hace demasiado tiempo que dura y sirve para negar un fracaso cósmico por parte de Mas y de su agónico partido, CDC. Una reciente encuesta de La Vanguardia lo acredita y en pocas semanas lo reafirmará otra del CIS. Pero al ser del presente pronto se las hará olvidar, como ayer la maligna, cínica y manipuladora TV3 se olvidó tan sólo de citarla. Había que llegar al lunes, en que Mas y la Generalidad se inventarán otro tema. Lo impondrán como actualidad, para desaparecer en pocas horas, sustituido por otra obsesión cortesana.