Nadie duda de que, tras la marcha de Rafael Ribó como Síndic de Greuges hace poco más de medio año, Cataluña es un lugar mejor.

Atrás quedan 18 años de intenso fomento del odio hacia cualquier cosa que oliese a España. Ribó promovió la destrucción de la convivencia en Cataluña como muy pocos se han atrevido a hacer en las últimas generaciones.

Por ello, era evidente que cualquiera que fuera su sucesor supondría un avance para el cumplimiento de los derechos de los catalanes no nacionalistas.

Todo apuntaba a que, con la designación de Esther Giménez-Salinas como nueva Síndica de Greuges, cambiarían las cosas. Y así ha sido. En sus primeros meses de mandato, la jurista se ha alejado de las obsesiones identitarias enfermizas de su antecesor y se ha centrado en las cuestiones sociales. Sobre todo en las carencias de la actuación de las Administraciones respecto a la pobreza infantil, la vivienda, la salud y la educación.

Sin embargo, sorprenden algunas omisiones. Y el más atronador de sus silencios es el relacionado con el bilingüismo escolar.

Ya en su discurso de toma de posesión en julio pasado obvió el tema y apostó por la "desjudicialización de los conflictos políticos”. Un olvido que volvió a repetirse en diciembre, durante una intervención en el Parlament.

Y la semana pasada, en un artículo publicado en la Revista catalana de dret públic, cometió de nuevo el mismo error. La pieza repasa “las prioridades” de su mandato al frente de la Sindicatura de Greuges: pobreza (en especial la infantil y la energética), vivienda, salud (listas de espera, falta de sanitarios, salud mental), educación (segregación escolar), niños, mayores, inmigrantes, refugiados, discapacitados, perspectiva de género, crisis climática y energética, prestaciones sociales, homofobia, trato hacia los presos, lenguaje más sencillo por parte de la Administración...

En fin, Giménez-Salinas repasó todo tipo de situaciones y de injusticias en las que están implicadas las Administraciones. Pero en las más de 2.100 palabras utilizadas no encontró ni un hueco, ni uno solo, para denunciar el atropello que sufren los alumnos catalanes castellanohablantes.

No dedicó ni una sola frase a exigir a la Generalitat que cumpla las sentencias judiciales que ordenan que en Cataluña se impartan, al menos, el 25% de las clases en español, lengua propia de la mayoría de los catalanes. Ni una sola frase.

Veremos cómo transcurre el mandato de Giménez-Salinas, pero de momento ha empezado mal. Desoladoramente mal.