Una de las máximas más recurrentes del universo del balompié asegura que la confirmación de un entrenador en su cargo es el paso previo a su destitución. En los últimos días, ante la crisis del coronavirus, se han repetido los mensajes por parte de GSMA --la entidad organizadora del Mobile World Congress (MWC)--, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona confirmando que la feria del móvil no se va a suspender. Esperemos que los aforismos futbolísticos no sean de aplicación en el mundo de los negocios tecnológicos o la capital catalana sufrirá un boquete de cerca de 500 millones de euros, que es el impacto que se calcula que el evento deja en la ciudad.
De momento, una decena de empresas --algunas de las más potentes del mundo en el sector de la comunicación y la tecnología-- han anunciado que cancelan su participación en el congreso más importante de España y uno de los más relevantes del globo. A la espantada inicial de LG hace una semana le han seguido las de Ericsson, Sony, Amazon, Nvidia, NTT DoComo, Gigaset, Umidigi, Commscope y Amdocs, en una suerte de tenebroso efecto dominó. Y se prevén nuevas anulaciones o reducciones de las actividades previstas --como ha ocurrido con Samsung y ZTE-- en los próximos días.
Aunque el MWC tiene prevista la presencia de más de 2.400 exhibidores, para hacerse una idea del estropicio generado por las bajas registradas hasta ahora, basta con señalar que las ausencias suponen un agujero de más del 10% de la superficie expositiva de la feria.
Nadie duda de que la crisis del coronavirus es una situación excepcional que no puede ser achacable a las autoridades autonómicas o locales, pero su respuesta ante la incertidumbre generada no parece haber sido la más ágil ni la más convincente. Tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona han tardado en salir a dar la cara públicamente y, cuando lo han hecho, han lanzado mensajes que han generado más dudas que confianza.
La consejera de Salud, Alba Vergés, estuvo desaparecida hasta el viernes pasado, en que compareció flanqueada por el secretario de Salud Pública de la Generalitat, Joan Guix, y el jefe de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, Antoni Trilla. Para entonces, la inquietud ya se había extendido y las primeras empresas del Mobile habían puesto pies en polvorosa. Preguntados sobre ello, los responsables autonómicos se limitaron a considerar la decisión de las compañías no acudir a la feria de Barcelona de “injustificada” y asegurar que respondía a “otros intereses” ajenos a los riesgos sanitarios. Balones fuera.
Hasta este lunes, cuando el goteo de bajas ya era preocupante, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, no se ha puesto en contacto con el presidente de GSMA, John Hoffman, para trasladarse el “apoyo” (sic) del Govern al MWC. El consejero de Políticas Digitales de la Generalitat, Jordi Puigneró, también ha esperado hasta esta semana para lanzar un mensaje de tranquilidad y contra el "alarmismo" que apunta que el congreso pende de un hilo.
Este martes, está previsto que Vergés y el consejero de Acción Exterior, Alfred Bosch, se reúnan con los cónsules acreditados en Barcelona para explicar los protocolos previstos por la Generalitat frente al coronavirus e intentar calmarles.
Si algo está demostrando la gestión de esta crisis es que a los principales dirigentes del ejecutivo autonómico sus responsabilidades le vienen demasiado grandes. Solo quedan dos semanas para el Mobile. Esperemos que los Torra, Vergés, Puigneró, Bosch y compañía no sean una rémora insalvable. Aunque la experiencia nos invita a ser pesimistas.