Una de las propuestas de los últimos días que ha pasado prácticamente desapercibida, pero que me parece muy interesante, es la de la ultra Clara Ponsatí en relación con la escuela.

La líder de Alhora (el nuevo partido independentista cofundado por la exconsejera junto a Jordi Graupera) propone establecer una doble red educativa, con una línea íntegramente en catalán y otra en español.

Ella lo justifica con el argumento de que la inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán, en realidad, no se cumple. Y que, en muchos casos, profesores y alumnos acaban utilizando el castellano.

En su opinión, la única forma de preservar el catalán y garantizar que se pueda recibir el 100% de la enseñanza en esa lengua es con una doble línea.

En realidad, su planteamiento supura un trasfondo clasista y supremacista (lo que no es de extrañar proviniendo de ella): que las clases altas y medias estudien en catalán, y los pobres en castellano.

Sin embargo, su propuesta sería un buen principio para cumplir los derechos de los castellanohablantes, pisoteados desde tiempos inmemoriales. Lo más razonable es un modelo bilingüe equilibrado al 50%, pero cualquier cosa es mejor que la aberración actual.

Acierta Ponsatí cuando dice que “la doctrina de un solo pueblo hace tiempo que es falsa”. En Cataluña hay dos comunidades claramente diferenciadas, que en gran parte viven de espaldas entre sí, la de los catalanes castellanohablantes y la de los catalanohablantes. Y es bueno que los nacionalistas lo vayan asumiendo, aunque de momento solo lo hagan los más ultras.

Ahora sería razonable que los socialistas (que han actuado durante décadas como tontos útiles del nacionalismo) dieran ese paso y también admitieran que en Cataluña hay dos pueblos absolutamente diferenciados, segregados y contrapuestos. Dos mundos impermeables entre sí. Basta con visitar Bellvitge y Olot para comprobarlo. Por eso, también sería bueno para todos que el PSC fuera valiente, lo reconociese y actuase en consecuencia.

Una vez se asuma eso, sería más fácil corregir los atropellos lingüísticos de las últimas décadas. Mejor con una escuela bilingüe, claro. Pero, si no es posible, al menos, con dos líneas para que cada padre elija en qué lengua deben estudiar sus hijos.

Es cierto que algunas de las proposiciones de Alhora son delirantes y ridículas. Como cuando defienden una “revuelta” porque “la crisis más importante que padece Cataluña es su ocupación por parte de España”. Pero si estos lunáticos pueden ayudar a enterrar la inmersión, bienvenidos sean.