Y no lo digo yo, tomen como ejemplo la famosa Olimpiada Cultural que tenía que acompañar la carrera de regatas durante todo 2024, tal y como hizo el calendario paralelo a los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992: ni está ni se la espera. Nadie sabe dónde están los eventos culturales que tenían que galvanizar el espíritu Copa en la capital catalana. Yo mismo conozco a algún gestor de venue que ha ofrecido su espacio a la Copa para la olimpiada. Se lo han rechazado.
Es un mero ejemplo. Pero es que hay más. Los resultados preliminares del America's Cup Experience son malos: el centro de interpretación del trofeo del mar situado en el antiguo cine Imax 3D no arranca, y hay preocupación. Las entradas a 15 euros no ayudan, pese a la titánica labor que están haciendo los chefs de Vraba, situados en la planta superior. Miren las opiniones de Google.
La ciudad no respira Copa América, por mucho que la próxima semana se celebre un sarao en el flamante hotel Torre Melina de Meliá. La ciudadanía vive absolutamente ajena al trofeo, más preocupada por la sequía o la escalada de precios, y los organizadores ya cuentan con un precedente: la discreta acogida que tuvo la regata preliminar de Vilanova i la Geltrú, que encharcó el mal tiempo.
Los presagios no son malos, pero sí agridulces. En estas condiciones, Barcelona celebrará una Copa América anodina, y ello si la delincuencia multirreincidente de la capital catalana, cada vez más desvergonzada, lo permite. Quizá por ello, subrepticiamente, en la Guardia Urbana de Barcelona ya se están guardando horas extra para el verano: quieren uniformes en la calle. También hay contactos con la fiscalía, que ya veremos en qué concluyen. ¿Una gran limpieza antes de la Copa América? No es descartable.
Por lo pronto, lo que sí hay es "poco". Entre el empresariado de la Ciudad Condal cunde la idea de que la Copa "está parada", y que sus impulsores apenas participan en los eventos de ciudad. Les lanzo una pregunta: ¿alguien echó de menos a Grant Dalton en la fiesta de Santa Eulàlia del Gremi de Restauració de Barcelona, donde estaba toda la Barcelona influyente? ¿Alguien paró a Joan Torrella, coordinador del trofeo en el ayuntamiento, para preguntarle cómo iba la organización? ¿Fue protagonista en los corrillos? Las respuestas son no y no, porque la Copa avanza, pero al ralentí.
Eso sí: los habituales saldrán ganando. Los pisos en la Barceloneta se han puesto a precios por las nubes. Los hoteles ya tienen reservas bloqueadas para la liza marítima. Los restaurantes de postín se frotan las manos. Pero la ciudad está haciendo poco, pese a la buena voluntad de la Fundación Barcelona Capital Nàutica, a quien aprecio.
Y eso que aún faltan los detalles menos edificantes de la competición, como ver a tres cuerpos policiales, Guardia Civil, Guardia Urbana y Mossos d'Esquadra, patrullando el mar a la vez. Y flanqueados por Policía Portuaria --que tendrá hasta drones-- y Policía Nacional. Todos buscando una photo opportunity que los representantes electos que les guían apenas merecen.
O comprobar qué alcance tienen las protestas que, previsiblemente, convocarán la CUP y los comunes. A la Copa la salvará le hecho de que los radicales van a la baja.
Pero a los extremistas de izquierdas, que se equivocan en el fondo y la forma, sí les asiste la razón en un punto: en estos momentos y a 15 de febrero, ¿qué está aportando la Copa América al vecino de a pie de Barcelona?