Enmudecen las voces capitalinas que acumulaban semanas especulando sobre el futuro del principal grupo empresarial de España, el que forman la Fundación Bancaria La Caixa, Criteria y sus participadas (Caixabank, Telefónica, Naturgy, Aigües de Barcelona, Cellnex, Saba, Inbursa, Bank of East Asia, Inmocaixa…). Agoreros de todo signo aventuraban los siete males del mundo sobre el grupo que comanda con mano firme Isidro Fainé Casas, uno de los bancarios más avispados que ha dado el país en años.

Para acallar a los que piensan que los 82 años que cumplirá en julio próximo son un tiempo excesivo de vida profesional, el ejecutivo manresano ha vuelto a concitar la unanimidad para proseguir al frente del consejo de administración de Criteria otro periodo más de cuatro años. Hizo lo propio en febrero de 2022 con la Fundación Bancaria La Caixa, que es la auténtica propietaria del grupo financiero y empresarial. No, Fainé no se va. Se queda más que nunca a pesar de aprendices de brujo de la política a los que les apetecería ese cargo y ese poder (Junts filtró que la negociación de investidura de Pedro Sánchez incluiría la tutela de la Fundación). Tampoco lo celebrarán quienes desconfían de un conglomerado económico de tal magnitud con origen e innegable raíz catalana.

Sí que es cierto que esta semana pasada señaló caminos de futuro y despejó de forma parcial uno de los interrogantes que flotaban en el ambiente: cómo encara su sucesión desde su fortaleza actual. Primero presentó una foto con Sánchez en Madrid que respondía, sin palabras, a los que ponían en tela de juicio el apoyo mutuo de ambos presidentes. Después, a su reválida al frente del órgano de administración, añadió la designación de Ángel Simón Grimaldos como nuevo consejero delegado de Criteria. Una elección que ha satisfecho a la mayoría de la opinión publicada por la solvencia del escogido y que, sobre todo, tranquiliza una rumorología tan inquietante como nociva para la institución. Y, otrosí, Juan José López Burniol afianza su figura como vicepresidente primero dibujando las líneas de preferencia del presidente para el día después.

El hasta ahora hombre fuerte de la francesa Veolia en el negocio del agua y presidente de la española Agbar será el primer ejecutivo de un grupo con una dimensión que conviene recordar: alrededor de 26.000 millones de euros valen sus activos, el patrimonio que administrará. Sustituirá en el cargo a Marcelino Armenter, ansioso por pasar al retiro laboral. El hasta ahora CEO de Criteria es un bancario vinculado a la contabilidad y la auditoría, función que ejerció como controller que tuvo bajo su mando los riesgos de La Caixa durante años. No hubo riesgos en Criteria, salvo, claro está, el de sestear en exceso.

Ángel Simón y Juan José López Burniol, en las jornadas 'DespertaBCN'

Ángel Simón y Juan José López Burniol, en las jornadas 'DespertaBCN' Gala Espín - CG

Fainé y Simón, ambos originarios de Manresa, en la barcelonesa comarca del Bages, tienen en común más cosas. Ninguno es aficionado a los focos más allá de lo que sus respectivas ocupaciones requieren. Coinciden en desempeñar un estilo de dirección discreto, de perfil bajo que se dice hoy, y en poseer una personalidad contundente. Ambos han demostrado también en sus respectivas carreras una firmeza en su proceder que recuerdan sobre todo quienes osaron enfrentarse en algún momento. También concuerdan en su interés por el territorio (si uno ha recorrido las sucursales del banco de toda España, el otro ha repasado ayuntamientos y autonomías con Agbar) y son ejemplo de buena praxis en la internacionalización de los proyectos que han liderado. Es un simbolismo, pero también son los dos únicos altos ejecutivos del grupo con residencia en Barcelona.

En ese contexto de pacificar el ecosistema de la entidad, el camino delineado por Fainé con el nombramiento de Simón y el reforzamiento de Burniol es importante por quiénes resultan escogidos, pero lo es más por los que se apean ya de las malévolas e interesadas quinielas. Atrás quedan nombres propios como el de Francisco Reynés, que se suma en parte a las calcinaciones profesionales que sufrieron ejecutivos impacientes o rebeldes con el jefe. Su imagen compartirá espacio en la galería de desheredados, junto a la de Jaume Giró, Juan Maria Nin, Juan Antonio Alcaraz, Juan Rosell, Antoni Massanell u otros. El filósofo Immanuel Kant acuñó un aforismo que aplica como un guante a los descartados: “La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”.

La designación de Simón como nuevo hombre fuerte del grupo, al que seguirán otros en la Fundación Bancaria, es un premio del sagaz Fainé a las tres pes: prudencia, paciencia y precaución. El presidente de Agbar aguardó su oportunidad sin inquietarse, sabedor de que su perfil intelectual humanista era un activo que el presidente valoraba, que su mano de hierro en guante de seda para gobernar compañías (pregunten a Artur Mas, los Entrecanales o la remunicipalizadora Ada Colau) ha sido apreciada por un Fainé conocedor de la fortaleza, capacidades de gestión y personalidad requerida para ocupar un sillón que concentra todas las miradas.

Fainé dejó en hibernación el negocio de la gestión del agua. Complejo por la relación permanente con las administraciones reguladoras y concesionarias, muy sujeto a la crítica por la dimensión social que incorpora, difícil en épocas de sequía, sometido al populismo bolivariano de algunas fuerzas políticas y, en definitiva, por la exposición tan alta ante la opinión pública, decidió dar un paso al lado. Se desprendió de las acciones de Criteria en la francesa Suez y cuando Veolia tomó el control no reinvirtió las plusvalías. Hoy el holding de la Caixa solo posee un 15% de la empresa mixta con Agbar y el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), la conocida como Aigües de Barcelona. No se olvidó, sin embargo, del gestor que allí permaneció dando la cara con las tarifas y la cuenta de resultados, enfrentándose al Ayuntamiento de Barcelona en tiempos de Colau y afeándole a la Generalitat de Mas la chapucera y oscura privatización de ATLL.

Si Simón no hubiera vencido en aquellas complejas batallas legales hoy no sería el CEO de Criteria. Pero si no hubiera plantado cara con valentía y sentido común tampoco habría captado el reconocimiento de un Fainé que convino que su paisano de Manresa no solo fabricaba un Ebitda envidiable, sino que se jugaba el cutis para proteger los intereses de sus accionistas como si de salvaguardar un fortín se tratara. Quizá, más allá de otras virtudes personales y profesionales presentes en la elección, el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa sea consciente de que la obra social de su entidad, que se nutre del patrimonio empresarial de Criteria, estará más a salvo que nunca con el nuevo gestor.

Se harán más lecturas de la designación, políticas, por ejemplo. Simón es un directivo centrado, leído y viajado. Procedente de la socialdemocracia de juventud ronda el pensamiento socioliberal en su visión actual del mundo. Tiene interlocución con todos los partidos, ha colaborado con ellos, pero sin ser servil con ninguno. Fainé, que no lanza puntada sin hilo, aprecia esa independencia de criterio.

Ahora se abre una etapa nueva en el entorno de las torres negras de la Diagonal. Simón es el nuevo jefe efectivo --en tanto que representante del primer accionista-- de José Ignacio Goirigolzarri (Caixabank), Francisco Reynés (Naturgy), en parte de José María Álvarez-Pallete (Telefónica), Josep Martínez Vila (Saba) y otros gestores de las participadas. Y el nuevo número dos de Fainé ejercerá una función de liderazgo que su antecesor jamás asumió (eran un secreto a voces las desavenencias que Armenter mantenía con Reynés, con quien se habían negado la palabra en no pocas ocasiones). Incluso tendrá que reservar un hueco de su agenda para presidir Agbar y garantizar una transición ordenada gracias al que ha sido su equipo hasta ahora.

En dos de esas filiales hay que arremangarse de inmediato y desfacer no pocos entuertos, pero seguro que eso no impedirá acometer otros horizontes empresariales y avanzar en el objetivo de convertir esa nueva Criteria en un instrumento realmente inversor que garantice la obra social de la Fundación en el medio y largo plazo. Es lo que su gran impulsor Fainé suspira por dejar atado. Con Burniol y con Simón, atado y bien atado.