A Pere Aragonès se le acaba su tiempo como president de la Generalitat. El descalabro del partido en las elecciones municipales y generales de este año y su debilidad en el Parlament de Cataluña, donde malvive entre los reproches de sus exsocios y el apoyo envenenado del PSC y los comunes, le han convertido en un pato cojo que afronta el tramo final de su mandato con el convencimiento de que no será reelegido.
Su incapacidad para caminar erguido en las arenas movedizas de la política catalana, donde una mala jugada estratégica te puede costar la pérdida de la hegemonía en tu espacio político --Junts y Ciudadanos pueden dar testimonio de ello--, le han convertido en el blanco perfecto de sus adversarios dentro y fuera de ERC. Una formación desorientada por la bicefalia que el president ejerce junto a Oriol Junqueras y el resurgir de Junts en el Congreso, con el consiguiente sálvese quien pueda entre los consellers del Govern.
La encuesta del CEO, elaborada en plenas negociaciones para formar Gobierno, era la crónica de una muerte anunciada. Los socialistas sacan rédito a su política de diálogo y medidas de gracia, catapultados hacia los 39-45 escaños. Estos resultados serían una catástrofe para el independentismo, ya que no sólo habrían de hacer frente a otra victoria contundente del exministro de Sanidad Salvador Illa, sino que además no sumarían para gobernar.
La ventaja del PSC sobre ERC según la encuesta sería de 10 escaños, si bien los republicanos tienen el consuelo de seguir por delante de los neoconvergentes, que sufrirían un notable descalabro pasando de 32 diputados a una horquilla que oscila entre los 19 y los 24.
Pero Junts ve la luz al final del túnel. ERC no puede reeditar su gobierno al frente de la presidencia si no es sometiéndose a su formación, quien hubo de abandonar el Govern tras decirse víctimas de numerosos agravios por parte de los republicanos, hasta tal punto de tener que digerir el cese del vicepresident Jordi Puigneró.
Volver al poder en Madrid. Volver al poder en Cataluña. Y si no hay suma posible con ERC, todos los caminos llevan a Roma, como alumbra el CEO ante la posibilidad de que el PSC vuelva a gobernar gracias a la fórmula de la sociovergencia.
Esta posibilidad hoy parece remota, como también lo era hace unas semanas que Carles Puigdemont renunciara por la vía de los hechos a la unilateralidad para garantizar la investidura y unos mínimos de gobernabilidad a Pedro Sánchez.
Hoy, muchos neoconvergentes defienden en privado la necesidad de perseverar en el entendimiento con los socialistas para recuperar cuotas de poder institucional y volver a ser determinantes para construir el futuro político, social y económico de Cataluña.
El contexto político en Madrid, con Salvador Illa y el PSC apoderándose de un Ministerio de Industria clave en la relación con las empresas catalanas… acompaña.
En los próximos meses, veremos cómo el pato cojo camina, con dificultades, pero sin desistimiento, hacia el final de la legislatura. ¿Qué encontrará, no obstante, al final de ese sendero? ¿Tripartito o sociovergencia?