Hemos acabado abril en Barcelona con un destello, una fina luz, apenas una brizna de esperanza. Es cierto que la mayoría de barceloneses estarán mucho más preocupados por el final de próximo mes, en el que se determinará cuál será el futuro próximo, el horizonte inmediato de la capital catalana en lo político. Así ha concluido DespertaBCN! después de tres días de apasionantes debates e interesantísimos análisis en los que Crónica Global, Metrópoli Abierta y El Español hemos puesto en el centro de la diana de la reflexión a la Ciudad Condal.
Al finalizar las sesiones celebradas de miércoles a viernes pasado se extraen algunas conclusiones unánimes. La primera de todas ellas: por qué hemos tardado tan largo tiempo en debatir en profundidad sobre la realidad social, económica, cultural y política de Barcelona. ¿En qué momento la sociedad civil cedió la iniciativa a los partidos y a sus dirigentes para olvidarse de cualquier responsabilidad? En los tres días del DespertaBCN! se ha recuperado el gusto por el diálogo ordenado, el análisis sosegado y la sana curiosidad respecto a la ciudad y su devenir.
Hay otra conclusión transversal que suscribieron muchos de los participantes en las sesiones y que nos aleja del fatalismo de los últimos tiempos: no todo está perdido, queda, sobrevive, existe todavía una Barcelona viva que con los necesarios retoques puede recuperar el liderazgo del pasado. Con un poco de esfuerzo en reorientar de manera conveniente aquellos aspectos más adormilados de la ciudad resultaría suficiente para reconquistar una parte del vigor perdido. Casi todos los participantes admitieron que la capital dormita, pero hubo coincidencia en que es posible despertarla y existió quien se atrevió a llamar su atención, como si de una infantil reprimenda se tratara, al parafrasear el nombre de las jornadas y pedir, como hizo el ministro de Cultura, Miquel Iceta, un “¡Espabila Barcelona!”.
Fue Nietzsche quien sostuvo que la esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte. Quizás fue suerte capitalina lo que ha disfrutado Madrid para comerle la tostada a la ciudad de los prodigios durante los últimos 80 años. En ese tiempo la capital española mejoraba un punto por década el PIB mientras otras zonas del norte de España encogían su fortaleza económica. Esos datos que puso sobre la mesa el empresario y financiero Javier Faus querían señalar que la tendencia al repliegue viene de atrás y no es solo cuestión del efecto del proceso soberanista sobre la riqueza y el vigor urbano de Barcelona. Si acaso la política reciente ha actuado más sobre intangibles como el orgullo y la marca que sobre el propio aletargamiento económico.
Barcelona, como han demostrado tres días de sesiones y debates, está dispuesta a recuperar el tiempo perdido y mira con gran expectación lo que suceda el 28 de mayo en las urnas. Las miradas y los corrillos están dedicados a especular sobre unas elecciones municipales que elegirán una alcaldía con una obligación principal: resituar a la localidad en el mapa desde todas y cada una de las miradas posibles. La encuesta que publica hoy nuestro grupo a escasas tres semanas de comparecer en las urnas (con una muestra sociológica reforzada que persigue presentarles con la máxima precisión el estado de cosas actual) dibuja de nuevo un triple empate que protagonizará la campaña electoral. Xavier Trias, Jaume Collboni y Ada Colau están a unas décimas de intención directa de voto y solo la aritmética postelectoral podrá aclarar quién es el encargado de pilotar la nueva etapa que se abrirá el 29 de mayo. Los llamamientos al consenso, a los pactos racionales y a la valentía sobrevolaron el DespertaBCN! desde el mundo de la empresa, la economía y la cultura esta semana pasada en el auditorio del DFactory. Es sin duda, el reto que los barceloneses quieren trasladar a sus representantes políticos: ante la ausencia de claras preferencias, el diálogo y la transacción política serán determinantes.
El otro subyacente de DespertaBCN! fue la necesidad de posicionar la ciudad lejos de dogmatismos sectarios o populismos innecesarios. Algunos radicalismos del gobierno de Colau se han revelado como una pérdida de tiempo y energía que, con el paso de los años, resultan inútiles incluso para la ciudadanía sobre la que pretenden incidir. Una prueba inequívoca fue la recurrente llamada a estimular la colaboración público-privada en todos los ámbitos como una forma inteligente, eficaz y competitiva de aprovechar los recursos disponibles. Existen experiencias suficientes para extender un modelo de desarrollo que impida el decrecimiento y abra nuevas fronteras económicas. “La riqueza se reparte, la pobreza se prorratea”, sentenció categórico Albert Martínez Lacambra, director general de Red.es. Las empresas volvieron a recordar en este foro un auténtico compromiso social en un entorno global cambiante con intervenciones como las de Ángel Simón (Agbar) o Juan José López Burniol (Fundación Bancaria La Caixa) que evidenciaron que sí existen líderes empresariales de primera división. Ahora solo es necesario que quienes tienen el mandato político de ejecutar la voluntad colectiva sean capaces de entenderlo de igual manera que lo hace la sociedad civil en el turismo, los servicios públicos, la promoción económica o la búsqueda de innovación.
Barcelona debe y puede despertar.