Hace unos días, cuando se conocieron las (de momento) últimas sentencias judiciales que tumban la aplicación de la inmersión en varios colegios de Cataluña --poco a poco los padres y las asociaciones van erosionando ese modelo ilegal y aberrante--, el consejero de Educación de la Generalitat, Josep González-Cambray (ERC), salió hecho un basilisco.

El tipo --recuerden, uno de los detenidos en la operación Voloh sobre malversación, prevaricación y blanqueo para financiar el procés-- incluso amenazó con “rebelarse” contra los tribunales y anunció la creación de una suerte de comités en las escuelas para controlar el uso del catalán por parte de alumnos y profesores.

Poco después, el presidente de su partido, Oriol Junqueras, advirtió durante un acto público que ERC solo apoyará los Presupuestos Generales del Estado si el Gobierno de Sánchez garantiza que el catalán se mantendrá como “la lengua vehicular” de la enseñanza en Cataluña. Ese “la” deja claro que el catalán debe seguir siendo la “única” lengua vehicular, sin espacio para ninguna otra. Ni siquiera el insignificante 25% que ordenan las sentencias.

Todavía hay en el constitucionalismo quienes insisten en que ERC es la parte razonable del independentismo catalán. Aseguran que no son tan radicales como JxCat y la CUP. Que son gente con la que se puede hablar. Pero la realidad les desmiente cada día.

ERC lo tiene muy claro. No piensa retroceder ni un centímetro con la inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán que los tribunales han dictaminado ilegal. Mientras puedan, seguirán pisoteando los derechos lingüísticos de los catalanes castellanohablantes. Seguirán maltratando hasta donde se les permita a la comunidad castellanohablante de Cataluña.

Y, además, se mofan de ellos.

Para muestra, basta con echar un vistazo a un par de las enmiendas presentadas por ERC a los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso. En concreto, las 4.919 y 4.922, que solicitan 20.000 euros para crear un “fondo para el fomento de la lengua tamazigh en Melilla” y otro para “el fomento de la lengua árabe-dariya en Ceuta”.

ERC justifica estas peticiones con argumentos como que “el estudio Los usos lingüísticos de la población de Ceuta: el español, el árabe y el bereber, presentado hace siete años, concluyó que el 62,9% de los ceutíes cuyo origen sociocultural es árabo-musulman, la mitad de la población de la ciudad, utiliza el árabe ceutí o dariya como lengua habitual”. O que “Melilla forma parte del conjunto de zonas berberófonas de habla rifeña en un entorno norteafricano musulmán” y que “España silenció completamente la situación de la lengua amazige en Melilla hasta el año 2010, cuando se publicó el tercer informe sobre el cumplimiento en España de la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias del Consejo de Europa para el periodo 2006-2009”.

Así, mientras ERC machaca a los niños catalanes castellanohablantes y les declara odio eterno, muestra un inusitado interés por la promoción del árabe y el amazige en Ceuta y Melilla.

A mí me parece que seguir negociando con estos rufianes es un precio demasiado alto para sacar adelante unos presupuestos.