Está claro que a Quim Torra no le gustan los niños pobres. Son invisibles en su acción de gobierno. Fueron los grandes olvidados de su discurso de investidura y lo han vuelto a ser en esa hoja de ruta presentada esta semana que incluye 1.000 iniciativas --así, a bulto--, pero ninguna de ellas contempla medidas concretas para paliar la pobreza infantil, que en Cataluña supera el 20%. Dice el presidente de la Generalitat que quiere desarrollar la ley de infancia, pero nada dijo del presupuesto necesario para ello.
A Torra tampoco le gustan los menores extranjeros no acompañados (MENA). Los que duermen en las comisarías porque se escapan de los centros de la Generalitat. Lo denunciamos en Crónica Global: al Govern se le escapan los menores refugiados que quiere acoger. Y no será por las advertencias de Save the Children o de los grupos de la oposición, muy activos. Pero donde se pongan una buena estructura de Estado internacional que apuntale el sueño procesista, que se quite cualquier progreso social. El presidente por accidente no engaña, la quimérica independencia es el objetivo principal y, ahora sí que sí, se va a implementar la república catalana gracias a un nuevo chiringuito, el Foro Social, Cívico y Constituyente, con sucursales en las veguerías de Cataluña. Casi nos habíamos olvidado de esta estructura medieval recuperada por el soberanismo y que estaba llamada a sustituir las españolazas comarcas y diputaciones.
Así, mientras el Gobierno español eleva el tema de la pobreza infantil a la categoría de problema de Estado y crea un Alto Comisionado, el Ejecutivo catalán construye pseudoinstituciones como el Consell de la República o la Assemblea d’electes. Nadie sabe qué son y para qué sirven. Pero sí se sabe, porque hay estadísticas escandalosas, que el Govern no ha revertido los tijeretazos aplicados en política social. Y que fue Cataluña la que concentró la mitad de los recortes efectuados en España.
De pobreza habló ayer Manuel Valls en su primera rueda de prensa ante los medios de comunicación tras confirmar que será alcaldable por Barcelona. Le echa en cara Ada Colau que es el candidato del Ibex y que, por tanto, no está legitimado para hablar de esos temas sociales. Tampoco la líder de los comunes tiene autoridad moral lanzar esos reproches, pues a fuerza de hacer la vista gorda en cuestiones como los manteros, el incivismo o la inseguridad, los problemas se enquistan y, como dijo Valls, eso da alas a la extrema derecha. Cierto. Pero sería de agradecer que el partido que apoya al ex primer ministro francés, Ciudadanos, evitara también caer en posturas populistas. Ayer pecó de ello en el Parlament, donde el consejero de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias, Chakir El Homrani, compareció para anunciar medidas de choque para proteger a los MENA.