La primera lectura a destacar es la derrota de las derechas tripartitas y el regreso al pasado que representaban. El temor al avance del pasado ha llevado a una amplia movilización del electorado de izquierdas y democrático. Las derechas han quedado reducidas en peso parlamentario, dividido y desgastado y con serias dificultades, alguna de ellas, de enderezarse de su fracaso.

La ciudadanía española ha dejado claro su rechazo al retorno a un pasado que aún está en la mente o en el recuerdo de mucha gente.

La segunda reflexión es que el PSOE y Pedro Sánchez capitalizan el voto de la gente de izquierdas y progresista. Sus meses de gobierno, las esperanzas que suscitó, han sido determinantes en su victoria electoral.

El resultado es un aliciente para un nuevo emerger socialdemócrata en unos tiempos que son negros en el conjunto de Europa. No es un triunfo de cualquier PSOE y eso los que lo deberían tener más claro son los propios dirigentes socialistas. Es un triunfo del nuevo PSOE que ha defendido Sánchez frente al antiguo aparato. El del retorno de Sánchez a la Secretaría General del PSOE, el de la moción de censura y del pacto con Podemos.

Sánchez tiene una gran cantidad de voto prestado, que confía en que no vuelva a las antiguas posiciones socioliberales del PSOE de los barones. Un ejemplo claro: la Andalucía que perdió Susana Díaz la ha recuperado Sánchez. Que no lo olvide la nueva dirección del PSOE. Ha ganado pero debe consolidar su espacio y dependerá de las políticas que realice.

Es necesario profundizar en las políticas sociales, mediante la creación de más y mejor empleo derogando la Reforma Laboral del PP, garantizando el futuro de las pensiones públicas y eliminando la reforma unilateral del PP, eliminando la Ley Mordaza y priorizando la lucha contra la desigualdad y potenciando el fomento de los servicios públicos, las leyes de igualdad y profundización de la democracia, con una política europea más social y al servicio de la ciudadanía.

El PSOE debe reforzar sus alianzas con la izquierda política mediante acuerdos de gobierno o pactos de legislatura, con Podemos y con Compromís, y ampliarlos a socios estables como el PNV. Pero debe reforzar sus vínculos sociales, especialmente con alianzas con el sindicalismo de clase y reforzando la función y el papel de interlocutores de los sindicatos confederales.

Cualquier alianza con Cs es descartable porque no sólo le restaría confianza electoral, sino que le impediría continuar con la necesaria política de diálogo dentro de la ley para solventar el problema territorial en Cataluña y las posibles medidas para desinflamar el conflicto, ahora que ERC se presenta como el principal interlocutor por parte de los independentistas.

En relación a la izquierda alternativa, los resultados de Unidas Podemos y los de Compromís en las generales no son buenos. Compromís en el ámbito autonómico ha conseguido un resultado aceptable pero las generales no son su mejor marco electoral. Por parte de Podemos, y a pesar de que Pablo Iglesias ha realizado una buena campaña, no ha sido suficiente para evitar un fuerte descenso en la confianza electoral. Una cosa es que la campaña de Iglesias haya evitado un desastre, pero la situación de su organización y sus confluencias es muy deficiente. En Galicia y en el País Valenciano las confluencias se han roto. En Madrid es el propio Podemos el que está en crisis. Y en Cataluña En Comú Podem está muy deteriorada y con un deficiente candidato en el cartel electoral. Es muy valioso el cambio de óptica manifestado por Iglesias en los debates donde ha pasado de acusar al “régimen del 78” a alabar la Constitución, pero este cambio importante se ha efectuado sin mediar explicación ni reflexión alguna. Podemos debería reflexionar en el dicho de Gramsci: “No hay ideas sin organización”. Y hoy por hoy Podemos no tiene organización ni estructurada ni democratizada y eso se nota. Podemos parece que tiene más groupies, lo que denominan inscritos, que militantes. Ya no hablaremos de la situación de IU, donde el coordinador general de su referente EUiA se ha presentado por ERC.

Sinceramente creo que Podemos no debería encastillarse en demandar un gobierno de coalición, sino centrarse en un acuerdo programático y en reflexionar respecto a sus problemas internos para encarar mejor su futuro.

Porque el 26 de mayo viene la segunda parte. No hay duda de que el PSOE y Sánchez salen favoritos pese a las candidaturas inapropiadas de algunos barones como los de Castilla-La Mancha y Aragón, declaradamente “antisanchistas”. Las derechas tendrán suficientes problemas peleándose entre sí. Veremos si el PP en horas bajísimas consigue con su mejor estructura territorial frenar el empuje de Cs. Y veremos en el ámbito de la izquierda alternativa cuántas de las “ciudades del cambio” que tanto empuje dieron a Podemos consiguen salvar en estas elecciones.