Finalmente, el inefable Nuet lo ha conseguido: ya lo han incluido en la querella contra Carme Forcadell y sus secuaces de la Mesa del Parlament. Puede que otro hubiese dado gracias al Señor (o al ectoplasma de Stalin, en su caso) por librarse de semejante marronazo, pero Nuet se lo tomó como si todos, menos él, hubiesen recibido una invitación al Baile de la Rosa de Montecarlo. Se libró por, teóricamente, no ser independentista, aunque sus palabras y acciones lo desmientan constantemente. Se rebotó de mala manera y no paró --con todo tipo de declaraciones, aspavientos y alharacas-- hasta que la justicia se apiadó de él (un poco en plan, "ya que insiste, para usted la perra gorda") y lo ha llamado a declarar. El último, eso sí, para humillarlo un poco: el hombre sabía que ahí todos eran simples teloneros de la adorable Carme, pero que encima lo dejen para el final lo convierte en una especie de torna.

A diferencia de ese sabio que es Oriol Junqueras, quien se pone de perfil ante la menor insinuación de que lo puedan inhabilitar, Nuet parece aspirar a compartir el martirologio con sus compañeros del Parlament

A diferencia de ese sabio que es Oriol Junqueras, quien se pone de perfil ante la menor insinuación de que lo puedan inhabilitar, Nuet parece aspirar a compartir el martirologio con sus compañeros del Parlament. Lo cual no le impide seguir medrando, pues ya se está colocando como secretario de Xavier Domènech en ese pedazo de partido progresista que le están fabricando a su medida a Ada Colau. Nuet tiene su propia agenda y es comprensible: pertenece a un grupúsculo comunista prácticamente irrelevante que convierte a Iniciativa per Catalunya en un partido de campanillas; sabe que, si no se incrusta en los comunes, lo tiene bastante crudo. Y, como la mayoría de la (supuesta) izquierda catalana, tiene interiorizado que no hay vida fuera del nacionalismo, concepto imbuido entre sus conciudadanos por Jordi Pujol desde su primer gobierno. Un comunista nacionalista es un oxímoron, pero aquí abundan, y Nuet está dispuesto a destacar entre la masa de los ni sí ni no, sino todo lo contrario, dando por hecho que el Estado es siempre malvado, cruel y hostil a los intereses de los catalanes.

Esperemos que comparta destino judicial con la banda Forcadell, porque si no, no quiero ni pensar el rebote que se va a coger. Si sale ileso de la querella, es capaz de considerarlo la tercera y definitiva humillación: primero pasan de él, después lo incluyen por lo pesado que se pone y luego lo declaran inocente. Sería como pensar que le tienen manía y no se lo toman en serio, que es, por otra parte, lo que le sucede a EUiA desde hace años, pues ahí se acumula lo más rancio del comunismo catalán y abundan los fans de Castro y Chávez. En cualquier caso, no se le puede negar a nuestro hombre un voluntarismo digno de Gramsci, aunque a muchos nos parezca que insistir tanto en que te empapelen es del género tonto.