Suelo leer con regocijo los artículos de Enric Vila en el digital del ancien régime El Nacional (también conocido como Ca n'Antich). Por si ustedes no lo conocen, que es lo más probable, diré que el señor Vila es el máximo guardián de las esencias patrias y el hombre que más fielmente ha aplicado a la política el método paranoico-crítico de Salvador Dalí. Nuestro hombre es tan purista con lo suyo que todos los demás independentistas le parecen unos pusilánimes o, más directamente, unos vendidos al perverso estado español. Él está solo en la lucha (o acompañado por unos escasos leales) y todos los demás forman parte del régimen de Vichy, que es como él define a los representantes del
falso independentismo.

Hombre propenso a las ideas peregrinas (hace años publicó un libro sobre Josep Pla en el que demostraba sin ningún género de dudas que el escritor ampurdanés siempre fue independentista: aún estoy esperando nuevas aportaciones literarias del señor Vila en las que realce el separatismo radical de Juan Antonio Samaranch o Carlos Sentís), Vila ha intentado algunos acercamientos a la world domination, como intentar asaltar el Ateneu Barcelonés junto a su amigo Bernat Dedeu (perdieron las elecciones) o sumarse al partido de su compadre Jordi Graupera, Primàries (otro desastre electoral).

Especialista en sacar de quicio a los demás tertulianos de radio y televisión con su tendencia a interrumpir a todo el mundo y monologar mientras da rienda suelta a su inacabable repertorio de tics, Vila tuvo el honor de ser expulsado de una tertulia de Catalunya Ràdio por Mònica Terribas, la pasionaria del prusés, con el argumento de que ni ella ni sus compañeros de mesa podían soportarlo (todos de Vichy, por supuesto). Para situar a Cataluña en el mapa, este hombre ha sido capaz de empezar un artículo hablando de la carga de los 600 en Balaklava, inmortalizada por el poeta Tennyson, y acabarlo citando a Laura Borràs (o a cualquier otro habitante de Vichy).

Ahora le ha dado por defender a Sílvia Orriols, la matamoros de Ripoll, porque, según él, es la única que llama al pa pa i al vi vi (como el llorado Eduardo Tarragona en los albores de la transición). Cualquier burrada que ponga en marcha la jefa de Aliança Catalana cuenta con el aplauso del bueno de Enric (¿aspirará a convertirse en el ideólogo de referencia del partido después de recibir más palos que una estera en el Ateneu y en sus trepidantes aventuras con el primario Graupera?). Por eso tengo ganas de ver qué dice ante su última ocurrencia, que consiste en seguir el ejemplo de la extinta Rodesia cuando se alcance la inevitable independencia.

Rodesia fue un invento del político Ian Smith que duró entre 1965 y 1979, cuando se convirtió en Zimbabue. La política (por llamarla de alguna manera) del señor Smith consistía en putear a la mayoría negra de todas las maneras posibles, llegando al extremo de confiscar tierras para dárselas a la minoría blanca y reservar las peores para los malditos betunes. Considerada Rodesia un régimen racista por la comunidad internacional, Smith sorteó las previsibles sanciones a base de exportar por país interpuesto, Sudáfrica. Según Aliança Catalana, Rodesia es el camino a seguir para conseguir una Cataluña rica y plena.

Como los orriolistas lo han previsto todo (menos la segunda aplicación del 155), Andorra jugaría el papel de Sudáfrica y a cambio les soltaríamos unos monises en señal de agradecimiento (y porque en Andorra nadie mueve un dedo si no hay posibilidad alguna de lucro). En la Cataluña de la señora Orriols, el papel de los negros lo interpretaríamos los pérfidos unionistas y cualquiera que no tragara con el nuevo régimen. Y así sucesivamente.

Afortunadamente, los planes de Aliança Catalana son absolutamente irrealizables, ya que la Cataluña independiente ni está ni se la espera, pero ellos ya están tramando lo que hay que hacer después de la entelequia separatista: con la plena competencia sobre inmigración, se iban a enterar los enemigos de Cataluña (incluyendo a los de Vichy, supongo). E intuyo que la capitalidad del paisito pasaría de Barcelona a Ripoll.

Enric Vila lleva años incurriendo en el racismo (y en el delirio) en sus columnas, que me entretienen mucho en las mañanitas de los martes. Espero que se pronuncie a favor de la Rodesia catalana, perla del Mediterráneo. Y si no, lo destierro a Vichy.