En el procesismo, como en todas partes, había clases. Por un lado, estaban los oficiales y, por otro, la clase de tropa. O sea, los líderes y los followers. Y si lo prefieren en un lenguaje más crudo, los engañabobos y los pringaos. Esta semana han destacado dos representantes de ambos estamentos patrióticos.
Por una parte, Marcela Topor, esposa del fugitivo de Waterloo, a la que se le ha renovado por un curso más ese programa de televisión en inglés que no ve nadie; y por otra, el dibujante Jordi Magrià i Vilardebó (Barcelona, 1960), alias Bicman (por su uso, realmente brillante, del bolígrafo para sus obras artísticas), que vivió su momento de esplendor tras la aplicación del 155 dibujando fieles retratos de sus héroes, ya en la cárcel o en el seudo exilio.
Patriota de piedra picada, Bicman dio dinero para los presos (12.000 eurillos del ala) y ahora, mientras gestiona su jubilación con el malvado estado español (no parece que el Consell de la República esté por la labor de pagarle la pensión), el hombre anda un tanto tieso de pasta y ha puesto a la venta el retrato (56 cm. x 56 cm.) que le hizo a Carles Puigdemont y que éste utilizó sin tasa para sus papeletas electorales, para su enorme retrato en Amer (No surrender!), para pasquines, folletos y lo que hiciera falta.
Sin soltarle un euro al autor, pues ya se sabe que Puchi es más de pedir que de dar, en la línea de la célebre reflexión de Josep Pla al respecto, según la cual el hecho de pagar y el hecho de cobrar no tienen nada que ver y son, prácticamente, dos conceptos opuestos.
Bicman tiene derecho a una pensión porque trabajó los años pertinentes. Primero, en la empresa de juguetes de su padre, Airgam (exacto: ¡Magriá al revés!), de la que los más provectos lectores recordarán a los célebres Airgamboys, y luego en Chupa Chups, antes de optar por la procelosa vida del free lance.
Y mientras la pensión llega, se ha visto obligado a poner a la venta (por 3000 euros) su mítico retrato de Puigdemont, para el que aún no ha encontrado comprador. ¿Tanto le costaría a Puchi aflojar los monises, sobre todo si tenemos en cuenta el jugo que le ha sacado al retrato de marras? Podría colgarlo en la Casa de la República, haciendo feliz de paso al artista. Pero a Puchi no hay quien le saque un euro.
La república catalana no está para reconocimientos sentimentales que impliquen un desembolso de dinero. Gracias, Bicman. Que te zurzan, Bicman.
En el extremo opuesto del artista encontramos a la parienta de Puchi, Marcela Topor, que nunca ha pasado penurias, por lo menos desde que llegó a Cataluña desde su Transilvania natal y unió su destino a un presunto periodista cuyos libros se los tiene que escribir otro periodista, su fiel Xevi Xirgo, actual mandamás de la Corporación que aloja a TV3 y Catalunya Radio.
El programa de televisión le cayó por ser quien era, y daba la impresión de que se lo soplarían así que Puigdemont se estrellara y ella volviera a no ser nadie, pero no ha sido así. Es más, con la renovación de este curso ha caído un aumento de sueldo: de 6000 euros a 7000. ¡Será por dinero!
Estos días se celebra en Barcelona el BCN Desperta, las anuales jornadas socio- político-económicas de Crónica Global, pero dudo mucho que Topor y Bicman se dejen ver por ellas. La una porque el futuro de Cataluña no le interesa tanto como su presente, en el que se embolsa 7000 euros al mes gracias a que su marido todavía puede serle de utilidad a Pedro Sánchez para seguir defendiéndonos del fascismo.
Y el otro porque ya ve que el futuro de Cataluña no va a ser el que anhelaba cuando se dedicaba a tirar el dinero en aliviar las presuntas escaseces de sus políticos favoritos, aquellos a los que con tanto acierto y fervor retrató con su bolígrafo.
Reconozco que esa mezcla de buena fe y estupidez que distingue al pobre Bicman puede llegar a enternecerme. En la medida de lo posible, lo dio todo por el procesismo, pero el procesismo lo ha dejado tirado cual colilla. Espero que España se porte un poco mejor con él y le conceda la pensión que solicitó hace unos meses. No será muy generosa, pero menos da una piedra.