Se acabaron las aventuras judiciales para Laura Borràs, y no de la manera en que a ella le hubiese gustado. A causa de sus corruptelas cuando dirigía la ILC (Institució de les Lletres Catalanes) y le soltaba dinero público a un amiguete informático que atendía por Isaías (335.700 euros de nada), acaba de ser condenada a cuatro años y medio de cárcel, 13 de inhabilitación y una multa de 36.000 euros.
Ella pretendía que se le concediera la amnistía por su condición de independentista, pero los jueces saben distinguir una vulgar trapisonda financiera cuando la ven y la cosa no ha colado.
¿Podría haber pedido un indulto? Sí, pero no quiso, porque eso representaba reconocer su culpabilidad y ella no era culpable de nada (además, Sánchez tampoco era partidario de concedérselo, normal, si tenemos en cuenta que no puede sacarle nada a la interfecta, por la que tampoco se preocupan mucho en el partido de Puigdemont).
Los jueces le hicieron ver que una cosa es ser independentista y otra, una mangante (aunque a veces, como es el caso, coincidan ambas condiciones en la misma persona), pero nuestra Laura, mujer empoderada donde las haya, insistía en que la tomaban con ella por independentista y que tenían que amnistiarla como tal, pues era independentista y mientras trabajó en la ILC, el gobierno de la Generalitat también lo era. Peculiar razonamiento que no ha colado.
Cuando caes en desgracia, como es el caso de la señora Borràs, no suelen proliferar las muestras de solidaridad. Más bien se impone una actitud modelo “¡quita, bicho!”, como la que está recibiendo Toni Comín desde que lo pillaron sisando y metiendo mano a un asesor del Parlamento Europeo (menudo leñazo se ha pegado el hombre en las elecciones al Consell de la República, un éxito de participación con algo más de 8000 votantes que lo han dejado en tercera posición).
Pero siempre hay alguien que, contra toda lógica, toma partido por los justamente cancelados. Comín tiene a Lluís Llach para defender su honra y Borràs a Quim Torra, aquel presidente que colgaba pancartas y luego las quitaba, pero tarde, y siempre acababa teniendo que vérselas con la justicia del opresor. Vean qué bonito mensaje ha emitido esta lumbrera de la catalanidad desde el palacete en Gerona que le pagamos no sé muy bien por qué:
“Siempre, y hoy más que nunca, al lado de una mujer honorable y digna, Laura Borràs. Y a todos los que habéis contribuido a llegar a este extremo, que seáis señalados por la Historia”.
Quim Torra nunca aprovecha ninguna oportunidad de callarse, aunque ahora tenía una adecuadísima. Pero es evidente que nuestro hombre no cree en la justicia del enemigo y está convencido de que España se ha cebado con la pobre Laura por ser independentista. Si no es la única persona en Cataluña que piensa así, poco le debe faltar. No se le puede negar (como a Llach) que su fidelidad a los amigos es admirable, pero resistirse a admitir algo que ha sido sobradamente comprobado es propio de fanáticos y terraplanistas (Torra encaja en el primer colectivo y no me extrañaría que también en el segundo).
Pero la verdad es que si alguien aquí ha demostrado creer en la amistad ha sido la propia Laura Borràs, que envió su carrera política a los cerdos y puede acabar pasando una temporadita a la sombra por hacer feliz al bueno de Isaías quien, por cierto, ha salido mejor librado que ella en cuanto a condena.
Laura Borràs siempre ha sido una mujer muy dada a venirse arriba constantemente, pero es evidente que, durante su paso por la ILC, no calculó los riesgos relacionados con la felicidad de Isaías. Cuando la pillaron, lo negó todo. Y siguió negándolo mientras se acumulaban las pruebas en su contra. Es como si pensara que por ser quien era estaba exenta de dar explicaciones a la justicia. Y como va siempre tan sobrada, ahora debe ser la primera en sorprenderse de que la quieran enviar al trullo. Más le hubiese valido emigrar a Waterloo y presentarse a presidenta del Consell de la República donde, total, sólo se postulaban el cancelado Toni Comín y unos mindundis. Yo creo que la empoderada Laura habría conseguido que votara algo más del 10% de los que sostienen el Consell.
Sé que el consejo llega tarde, pero no quiero dejar solo a Quim Torra en la defensa de una mujer tan honorable y tan digna.