Ada Colau insiste en congraciarse con los independentistas, pasando por alto la evidencia de que la detestan por tibia y por española. Por eso nos ha plantificado en los autobuses (y en el metro) unas cartelas de Òmnium que, bajo el eslogan "Demà pots ser tu" ("Mañana puedes ser tú"), es un nuevo capítulo de la matraca habitual sobre la libertad de expresión, el supuesto retroceso de la democracia en España y la posibilidad de que todos, sin excepción, acabemos en el trullo por culpa de algún juez fascista y prevaricador. Ya sabemos lo que entienden los indepes por libertad de expresión: convertir las playas en cementerios; arrancarlas, por el contrario, es fascismo puro. Menos mal que todavía no se les ha ocurrido a los de Òmnium pintar de amarillo los autobuses urbanos, pues Colau es capaz de hacerles caso con la excusa de que hay que dar trabajo a las empresas de pintura de vehículos (seguro que alguien de Òmnium tiene un cuñado al frente de una de esas empresas, y ya hay precedentes en Barcelona: los que tengan una cierta edad recordarán la manía de Porcioles por repintar semáforos que se habían repintado hacía cosa de un mes).
De momento, solo se ha quejado Alberto Fernández Díaz, recordando que las normas de TMB prohíben colocar consignas políticas en el transporte público. Ya entiendo que con el PP no apetece ir ni a la esquina, pero creo que, en un caso como éste, PSC y Ciutadans podrían haberse estirado un poco: ya vivimos rodeados de símbolos separatistas y ni las playas se están librando de ellos. No es culpa del ciudadano que Ada necesite disculparse con los indepes por las cosas no muy agradables que dijo hace unos días sobre Quim Torra, comprensibles, por otra parte, cuando eres la alcaldesa más progre de Europa y te enjaretan de presidente de la comunidad a un supremacista que admira al Capità Collons. Los demás ya nos hemos acostumbrado a que Colau diga un día una cosa y al siguiente la contraria, así que me temo que las cartelas de Òmnium han venido para quedarse.
Y es que en Òmnium están que se salen. Les sobra el dinero y tienen afiliados a cascoporro. De hecho, esta nueva campaña es una manera de recordarles a los de la ANC --sus principales socios y competidores en la custodia de las esencias patrias-- que cada vez están más tiesos y pintan menos: mientras la ANC cuenta con algo más de 37.000 socios, Omnium ha llegado a la bonita cifra de 117.000 afiliados. No me negarán que jorobar al mismo tiempo a los hispano-catalanes y a los de la ANC tiene mucho de jugada maestra. ¡Y todo ello con el jefe en el talego! Para quitarse la barretina, amigos.