Varela Ortega: "Lo que dice Torra es lo mismo que defendía Franco"
El historiador considera que no se ha producido un nacionalismo español y que el proyecto de Aznar era "interno" para lograr la unidad de la derecha española
3 junio, 2018 00:00José Varela Ortega (Madrid, 1944) tiene una obsesión: la precisión, la interpretación correcta a partir de los datos y el contexto. Como historiador lo ha plasmado en su extensa obra. Patrono fundador de la Fundación Ortega-Marañón, Varela Ortega, nieto de José Ortega y Gasset, tiene claro que el nacionalismo español brilla por su ausencia, teniendo en cuenta su experiencia y su conocimiento del “nacionalismo español de Franco”. Por eso, como apunta en una entrevista con Crónica Global, no entiende cómo se ha llegado a la actual situación en Cataluña, desde la premisa de que “nunca ha sido un territorio invadido o dependiente”. Por todo ello, asegura que no se ha visto sorprendido por los escritos y mensajes del presidente de la Generalitat, Quim Torra, porque se trata de un nacionalismo que lleva en su seno unas características propias. “Torra dice lo mismo que defendía Franco”, sostiene, al señalar, que, como el dictador, se acusa a quien disiente de “traidor a la patria”, o se “antropoformiza a los países”, hablando de los catalanes como un todo, “lo mismo que hacía Franco respecto a los españoles”. Varela Ortega habla de Aznar y de su proyecto político y de Rivera, avalado por su extensa obra, de la que destacan algunos títulos como El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1872-1923), o Contra la violencia. A propósito del nacional-socialismo alemán y del vasco (2001).
--Cuando se les lleva la contraria a los independentistas, suelen contestar con que delante tienen un nacionalismo español. ¿Ha existido el nacionalismo español en todos estos años?
--No lo creo: si no, no hubiera existido el independentismo, porque los hubieran arrasado. No, porque, precisamente, se ha apreciado a Cataluña. Lo que se ha provocado es un movimiento ciudadano, pero no es un nacionalismo español autoritario. Hemos visto reaccionar a gente como Josep Borrell o Mario Vargas Llosa, que no son nacionalistas. Y de eso vive Ciudadanos, que lo ha inventado un catalán, precisamente, Albert Rivera. No veo el nacionalismo español rancio por ningún lado, al menos por ahora. Y yo he conocido el nacionalismo español del franquismo. Lo que hay es una reacción ciudadana, que se deberá encauzar, pero no es nacionalismo español. Más bien, está naciendo eso que los alemanes de posguerra llamaban el Verfassung Patriotismus.
José Varela Ortega en un momento de la entrevista con Crónica Global
--Pero el nacionalismo catalán ha gozado de una gran simpatía.
Sí, claro, por la mala conciencia de políticos franquistas, de gente que estaba acobardada por su pasado reciente ligado al franquismo. Como se victimizó a nacionalistas catalanes, como a todos los que no eran franquistas, por cierto, se recibió con simpatía ese nacionalismo. Pero ese nacionalismo tiene en su seno lo que dice el presidente Quim Torra. No sé a qué viene tanto escándalo, porque eso siempre ha estado latente. Lo que dice Torra es lo mismo que defendía Franco. El General Franco decía cosas muy parecidas, como que cualquiera que es disidente es un traidor a la patria. Antropoformiza a los países, hablando de los catalanes, como un todo, lo mismo que hacía Franco respecto a los españoles.
--Hay quien sostiene que todo empezó con José María Aznar, con la bandera española en la plaza Colón de Madrid, con un nacionalismo español orgulloso.
--No lo veo así. Lo de Aznar es un proyecto hacia adentro. Lo que trató de hacer es rescatar a la derecha española de una tradición autoritaria que venía desde Primo de Rivera. Aznar recoge una derecha liberal desde Cánovas, de partidos centristas, y se incluye a gente como Cambó, con Azaña, incluso con los republicanos de izquierdas, con un cierto éxito, y en ese intento no hay ninguna pretensión de enfrentarse con Cataluña o con el País Vasco, para nada. La idea consistía en hacer una derecha que tuviera frontera con el PSOE, que pueda competir, y que, gracias al éxito electoral que pueda obtener, la derecha autoritaria se abstuviera o no tuviera más remedio que votarle. Fue de consumo interno, básicamente, dentro de la derecha española.
--¿Cree que Jordi Pujol tenía dibujado todo lo que ha ocurrido en Cataluña, cuando rechaza la oferta de Aznar para integrarse en el Gobierno de España, pero que él no protagonizará ese camino, sino las generaciones más jóvenes del nacionalismo?
--Pujol no es Tarradellas y por eso se enfrentó al viejo presidente. Y eso que usted dice creo que sí, que va en esa dirección. Pujol aprovechó la enorme descentralización de las autonomías para fabricar nacionalistas. No fue leal. Ese alma antiCambó, que ha estado siempre en el nacionalismo catalán, se manifestó en Pujol.
José Varela Ortega / CG
--Usted se ha preocupado de la marca España, de estudiar cómo nos han visto desde fuera. ¿Es España diferente o es como los países de su entorno?
--Nunca he creído en eso. Al contrario. He hecho mi carrera de historiador intentando demostrar lo contrario: que España es un país tan parecido y tan diverso como cualquier otro. Pero nada singular o extraño. Sí es cierto que es de los tres o cuatro países que ha tenido un imperio inmenso, con la exportación de una lengua, pero fuera de eso, la España peninsular e islas tiene una evolución muy parecida a muchos otros países europeos. La excepción es que al final de la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos entraron como colaboradores y no como liberadores de un régimen, el franquista que pudo perpetuarse, una criatura política que fue un movimiento en contra de la movilización política, y, como tal, diferente al fascismo y al nazismo. Pero por razones de estrategia militar norteamericana y de los aliados, este país se englobó dentro, y quedó fagocitado por, el mundo occidental. Y pasó como en tantas dictaduras, que, siendo el problema, el dictador se ofrece como solución. Franco lo destrozó todo entre 1936 y 1956, pero, luego, se ofreció a partir de los 50, como solución, y efectivamente se metió dentro de la corriente del mundo occidental y produjo un estallido de creación económica enorme, que estaba latente. Yo lo he visto, año tras año.
--Y todo cambió.
Cuando muere Franco, este país tenía ya muy poco que ver con el país en el que él se sublevó y hemos visto un Madrid como ciudad moderna que se iba pareciendo cada vez más a Barcelona. Como dice el norteamericano Mark Lilla, cuando somos más parecidos, nos refugiamos en la identidad y el territorio, que me parece algo asombroso. Cualquiera que haya conocido este país en los 50 y 60, se queda asombrado, y si no cometemos disparates, seguiremos en esa línea. La España contemporánea es la historia de un éxito, a falta de guion y relato.