El fin de semana pasado los negociadores de ERC se las prometían muy felices. Decían sin tapujos que todo iba bien porque los temas “se estaban desencallando”. La alegría duró poco. El lunes volvieron a la mesa de negociación y todo se fue al garete. Las diferencias volvieron a aflorar. Los puntos de encuentro se redujeron a la estructura del Govern, sin entrar a hablar de nombres. Los desencuentros: Consell per la República, Unidad de Acción en Madrid y estrategia frente al Estado. O sea, se volvió a la casilla de salida. Era lo previsto, todo va bien hasta que deja de ir. Una táctica dilatoria de Junts para arrinconar a ERC. Lo que faltó fue que el posible acuerdo fuera sometido a una consulta a la militancia el 20 de mayo.

 

La intervención de Jordi Sánchez el viernes confirmó las sospechas republicanas y Aragonés se plantó. Abrió la Caja de Pandora apostando por un gobierno en minoría y planteará a la presidenta del Parlament una nueva fecha para la sesión de investidura. Laura Borràs parecía conocer esta pretensión porque rauda y veloz se ha apresuró la pasada semana a decir que lo permitirá si el candidato tiene los apoyos suficientes.

“Si no quieren entrar en el Govern, que nos dejen gobernar en minoría”, apuntaba el entorno del candidato de ERC. Aragonés no está dispuesto a aceptar la dirección del Consell per la República en la hoja de ruta independentista ni tampoco que el independentismo actúe en bloque en el Congreso de los Diputados. “De qué unidad hablan si Junts está dividida en Madrid. Nosotros tenemos 13 diputados y ellos solo cuatro, porque el PDeCAT no está en esta tesitura”, dicen desde que ERC. En las filas de Junqueras se respira hastío por la actitud de Junts per Catalunya. “En Madrid que cada uno haga lo que tenga que hacer”, y en la negociación con el Gobierno el presidente de la Generalitat quiere tener la voz cantante. Aunque parezca una perogrullada no lo es porque Junts quiere tutelarlo. La razón es porque no asume que perdió las elecciones. En 2017 ganó por la mínima y ERC no puso problemas. En 2021, ERC quedó segunda tras el PSC, pero se impuso por la mínima a los posconvergentes. YJunts considera ese resultado un empate técnico.

 

Josep Rull, Jordi Turull y Joaquim Forn mantienen total silencio. No están de acuerdo con lo que está haciendo su formación, pero se les ha “sugerido” que no muestren sus discrepancias en público. Este fin de semana los de Junts eligen a su presidente del Consell Nacional en lo que es una pugna sin cuartel entre las diferentes tendencias, que les ha llevado a convocar unos comicios para ratificar la posición final del partido el 20 de mayo. Jordi Sànchez intenta mandar, pero de momento no manda. ERC no parece dispuesta a esperar tanto, básicamente porque no se fían de los sectores más radicales “que son los que apoyaron a Canadell, por ejemplo. Son los que quieren una repetición electoral. Esperar al 20 de mayo no es un buen consejo, porque tendremos un margen muy reducido”. El plazo para tener Govern acaba el día 26. Junts juega la carta de que “todo va bien” y que habrá “acuerdo en los próximos días”, dice un Sànchez que no tiene todas las cartas del partido en su mano. ERC no ha aguantado más y ha roto la baraja.

En conclusión, seguimos sin gobierno, las negociaciones encalladas y total incertidumbre sobre la formación del nuevo Govern. Además, desde la formación republicana se critica el papel de Toni Comín, el politólogo que quiere garantizarse su futuro en el Consell de la República. Aragonés ha dado su particular puñetazo encima de la mesa. Joan Tardà en una entrevista en La Vanguardia lanzó el mensaje. Aragonés sabe que esta agonía no favorece ni a ERC ni al país y quiere descartar unas elecciones anticipadas. Que por él no sea. El problema es que él no es el único que decide. Si es investido porque le prestan los votos estará preso de Junts en el Parlament y el Govern corre el riesgo de ser una entelequia. Estamos aquí después de más de 80 días de vaivenes. ¡La que nos espera en esta legislatura! Eso si la tenemos.