Los de Junts están entusiasmados en estas autonómicas. Quién lo iba a decir. Ellos que dijeron hasta la saciedad que la independencia estaba “a tocar”. Están que se salen explicando a sus interlocutores que van a zurrar a ERC y que están “a tocar” del PSC. Su objetivo es superar a los socialistas para luego exigirles que se pongan de perfil y dejen que Puigdemont vuelva a ser investido de la muy autonómica Generalitat. Si no lo hacen amenazarán la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez para jolgorio de la derecha, que se verá como inquilina de la Moncloa y dejarán a Cataluña en puertas de una repetición electoral. Ahí, Puigdemont volverá a presentarse como el líder genuino del independentismo y baluarte irredento frente a la pérfida España.
Los chicos de Junts, reconvertidos en chicos Puigdemont poniendo sus siglas detrás de las cortinas, venden la piel del oso a todo el que les quiera oír, pero todavía no lo han cazado. Para las elecciones quedan cuatro semanas y las campañas electorales son largas, larguísimas, y a algunos se les atragantan. Tienen razón en una cosa los entusiastas puigdemontistas: ERC está en caída libre. Hace unos días un dirigente de Esquerra, compungido, daba por hecho que iban a tener unos malos resultados. Que Puigdemont les iba a dar un baño. La razón: “que tenemos un mal candidato”, decía con pesar. La cosa está tan complicada que ERC está desempolvando la ampliación del aeropuerto -a medias- y Aragonés se desgañita pidiendo un cara a cara con Puigdemont aunque sea fuera de España. Puigdemont ha planteado a TV3 y Catalunya Ràdio que el debate electoral se realice en Perpiñán con la esotérica excusa de que es la Catalunya Nord.
El ente público no está por la labor, de momento, pero tampoco la Junta Electoral. Será entretenido ver que pasa el 13 de mayo en la formación republicana si queda en tercer lugar como apuntan todos los sondeos. Algunos no esconden que Oriol Junqueras está calentando en la banda a la espera que la ley de amnistía se apruebe y le cancele su apartheid de la vida pública para volver a ser candidato. Hasta ahora nadie le puede reprochar que haya dicho, o hecho, nada para perjudicar al candidato-president pero, háganme caso, la procesión va por dentro.
Ganar a los socialistas es el objetivo de Puigdemont, pero no lo tiene fácil. De hecho, lo reconoció cuando esta semana nos dijo que o gana y le votan o se va. El “pasar página” de Salvador Illa tiene un efecto balsámico de llamada al voto útil. De los constitucionalistas, evidentemente, pero también del nacionalismo más moderado harto del vendedor ambulante de crecepelo. Y también de la izquierda del PSC, atónita por los movimientos espasmódicos de Ada Colau. Sin embargo, el principal enemigo de Puigdemont no es Illa, es Puigdemont. Suena a cachondeo el discurso de que el president está en la Cataluña Nord para estar presente en la campaña. El problema es que no estará en los debates y su segunda, Anna Navarro, parece una estrella fugaz que se ha estrellado antes de empezar. Ninguno de los dos están preparados ni para venir a los debates -Puigdemont ni de coña- ni conocen la realidad del día a día más allá del monotema de la independencia.
Y para colmo su espacio electoral, formado por aguerridos activistas benestants que hacen la revolución desde el sofá, está siendo asaltado por turbas molestas. Para hacer frente a Aliança Catalana, la extrema derecha independentista, Puigdemont echará mano del librillo xenófobo que siempre ha recalado en el nacionalismo de derechas. No olviden aquello de CiU+ERC=Catalunya con el que pretendieron evitar que un catalán-andaluz fuera investido president de la Generalitat. No se olvidarán de los malvados charnegos que vinieron a colonizar Cataluña para acabar con su identidad, como tampoco de los inmigrantes que son el origen de todos los males. Aliança Catalana se presenta con su Salvem Catalunya, curiosamente igual que Vox, con Puigdemont dispuesto a arrebatarles la bandera. Su común denominador se llama salvapatrias. Por si acaso, Puigdemont no reniega de los votos de la extrema derecha por si los necesita para ser president. Como son patriotas, bienvenidos sean, debe pensar. Increíble pero verdad.
Silvia Orriols no es la única amenaza de Puigdemont. Dentro de su casa ha nacido Alhora con la todavía eurodiputada de Junts Clara Ponsatí al frente. Ninguna encuesta les da entrada, pero harán ruido y le robaran votos a su otrora líder. Como se los robará Aliança Catalana, que cifra sus expectativas en cuatro diputados. No hay tanto chorizo para tanto partido en este sector electoral, por lo que Puigdemont se puede quedar sin parte del bocadillo. Y sus esperanzas de superar a Salvador Illa se quedarán en agua de borrajas.
Sin embargo, no lo duden. Puigdemont se transforma y se adapta a las circunstancias porque cuenta con la aceptación de un aletargado electorado independentista que ha hecho un icono de un mentiroso compulsivo y un cobarde fugado. Y que ahora nos vende la piel del oso antes de cazarlo.