Les juro que no quiero obsesionarme con el gasolinero Canadell, pero me lo encuentro hasta en la sopa y observo que su ascenso en el escalafón indepe es imparable. El domingo bromeaba en este mismo diario sobre sus posibilidades de llegar a la presidencia de la Generalitat si inhabilitaban, como suele suceder, a todos los que tuviera por encima, pero ahora me entero de que encabeza la lista de secuaces de Laura Borràs tras las primarias de Junts x Puchi. Ya no hace falta que corra la lista. Si ganan las elecciones y la Geganta del Pi es inhabilitada por sus turbios tejemanejes de cuando presidía la ILC, ¡ya tenemos a Canadell de presidente! Para el carrerón que lleva el partido, la cosa sería de una lógica y una coherencia irreprochables, pero para el ciudadano cabal, si es que queda alguno, representaría una catástrofe (una más) de impredecibles consecuencias.

El gasolinero no se ha tenido que conformar con un puesto al final de la lista, en compañía de fenómenos paranormales como el payaso Pesarrodona o el energúmeno profesional Mark Serra Parés, sino que la encabeza, lo cual evidencia que la base de JxCat ha perdido completamente el juicio, supongo que para no ser menos que su líder máximo, el fugado Puigdemont, también conocido como el Orate de Waterloo (guardaré un piadoso silencio sobre el hecho de que el último de la lista sea Ferran Mascarell, a quien parece que no lo aprecian ni los lazis).

No es que abunden las lumbreras en ERC, pero hay que reconocer que con lo de aprobarle los presupuestos al oportunista que hace como que preside el gobierno nacional van consiguiendo cosas. Que el estado deje de supervisar las cuentas de la Generalitat, por ejemplo. Ahora, sin nadie que lo vigile, el gobierno catalán pueda lanzarse a gastar sin tasa en memeces patrióticas sin temor a que una autoridad superior le enmiende la plana. Y eso lo ha conseguido Rufián, prácticamente él solito. Pillar, lo que se dice pillar, los devotos de Puchi no pillan nada. Se limitan a echar pestes de Rufi porque, según ellos, colabora con el enemigo, cuando éste lo único que ha hecho es recuperar el famoso peix al cove de Jordi Pujol, fundador del partido del que vienen todos los fans de Puchi ahora convertidos en activistas antisistema. Cualquier independentista racional --perdón por el oxímoron-- debería darse cuenta de que, actualmente, ERC torea mejor al enemigo español que JxCat, pero igual por ahí se hunden, como demuestra la evidencia de que las primarias de los de Waterloo las haya ganado un tío que viaja con una careta de cartón del jefe en el asiento del copiloto: la independencia será friki o no será.

Pienso en los que han votado a Canadell y me gusta imaginarlos disfrazados de Napoleón o luciendo un embudo en la cabeza, pero sé que no son así y que, en apariencia, no se diferencian en nada de sus conciudadanos. Puede que tengan serrín donde los demás --incluidos muchos independentistas-- tienen el cerebro, pero lo cierto es que han optado claramente por lanzarse por el precipicio cual Thelma y Louise, arrastrándonos con ellos a todos los demás. Lo que el domingo me parecía un chiste --que Canadell llegara a presidente de la Generalitat-- es ahora una posibilidad aterradora que, de hacerse realidad, convertiría la administración Torra en algo digno de añoranza.

Dicen los de Puchi que Madrid desea el triunfo de ERC en las próximas elecciones autonómicas. Puede que tengan razón, pero no es de extrañar. A fin de cuentas, con Rufi, como antaño con Pujol, todo es cuestión de dinero y de influencia, pero con frikis irredentos como Puchi y Canadell, los desencuentros y la bronca están garantizados para lo que quede de legislatura y más allá. En fin, igual de eso se trata. Igual, cuando has visto que no vas a alcanzar la independencia en la vida, solo te queda alargar todo lo posible la tangana patriótica. Desde ese punto de vista, claro está, el gasolinero Canadell es tu hombre.