Durante la crisis financiera de 2008 (aquí la empezamos a asumir en 2011) nuestro país también necesitaba de la ayuda europea para poder remontar. Necesitábamos que el BCE hiciera una política monetaria pensando un poquito más en los países del sur de Europa. Mario Draghi, con el que tuve la interesante oportunidad de despachar, pensó un poco más en nosotros y dejó atrás la agermanizada política económica de Trichet. Pero no fue fácil darle la vuelta a la mentalidad del BCE.

El Gobierno Rajoy tuvo que generar credibilidad y confianza financiera internacional. No podíamos ser un país más del club de los PICS. Teníamos muy claro que, si nos veían como un país de pandereta, incapaz de devolver lo prestado e incapaz de volver a crecer, no nos dejarían el dinero que necesitábamos para curar el trombo que había en nuestro sistema circulatorio financiero. Pensamos que había que aparcar la ideología para salvar la situación y que el movimiento se demostraba andando: subidas de impuestos, reformas laborales, limitación por ley del gasto público, creación de la AIReF, limitaciones de contratación de personal en la administración, reforma del sistema energético, lucha contra el fraude, reducción de inversiones innecesarias, plan de pago a proveedores, etc.

Sólo después de muchas reformas como las antes enumeradas empezaron a cogernos el teléfono y se pudo capear la situación. Sánchez se equivoca si cree que nos van a dejar una cifra estratosférica de dinero sólo por su cara bonita. Debe proyectar que ha entendido el problema, empezar a tomar medidas para ajustar las cuentas públicas, respetar a los que le van a hacer la transferencia y ser muy empático con sus potenciales acreedores. Debe entender que Alemania, Holanda y Austria también van a cerrar el año con crecimientos negativos. También tienen sus problemas internos y la presión de sus ciudadanos será muy fuerte. Tampoco están en un contexto en el que les resulte muy fácil abrir el grifo.

Una anécdota. En algunas de las reuniones que mantuve con mis homólogos de la Comisión de Presupuestos del parlamento alemán, recuerdo que, por ejemplo, nos afeaban que en su país no se entiendía que en España el IVA sobre restaurantes, bares y cafeterías fuera del 10% y, en Alemania, su IVA (Mehrwertsteuer) para estos servicios fuera del 19%. Transmitían, especialmente el SPD y los verdes, que las cigarras del norte estaban cansadas de financiar a las hormigas del sur. Nos exigirán muchos esfuerzos, ajustes, recortes y cambios profundos en nuestro sistema presupuestario y administrativo. No será suficiente amenazar con el hecho de que si no nos ayudan Europa se romperá en mil pedazos.

Además de esta reflexión general, en el contexto actual hay que tener en cuenta, al menos, estás siete premisas antes de sentarnos en la mesa de negociación:

  1. España deberá consensuar las demandas con Italia, Bélgica y Francia. No podemos seguir yendo a las reuniones con propuestas diferentes para resolver problemas similares. La polarización de sensibilidades requiere coordinación para ganar ventaja negociadora.
  2. Será muy difícil generar confianza con un gobierno trufado de comunistas, con 22 ministerios, que cada vez que hablan es para prometer una nueva voluminosa partida de gasto público. Sánchez ahora no debe pensar en las próximas elecciones sino en las próximas generaciones.  
  3. Siempre hay que recordar que el objetivo principal del Eurosistema es mantener la estabilidad de precios, es decir, salvaguardar el valor del euro. Presentarte en la mesa negociadora pidiendo que simplemente le den a la máquina de hacer billetes atenta contra esta máxima ante cualquier economista serio.
  4. España debe defender que una parte importante de la ayuda financiera que pactar tendrá como destino final a los sectores estratégicos privados. No todo el endeudamiento debe recaer sobre el presupuesto público. En otras palabras, Europa puede ayudar a SEAT directamente y no ayudar al Gobierno de España para que esta ayude a SEAT. El detalle no es baladí. Esto incluso puede tener un efecto positivo a la hora de crear “campeones europeos” con capacidad de competir en el medio plazo con empresas de otros países del mundo.
  5. Debemos pedir parte del dinero para digitalizar, modernizar y transformar nuestra economía. El acreedor verá en esa posición seriedad y beneficios conjuntos a largo plazo. Les costará mucho entregar dinero a fondo perdido para que cada país se dedique a comprar chucherías electoralistas.
  6. España puede encontrar el apoyo político de Alemania para ablandar a otros países hostiles a la cooperación: no tiene sentido el concepto paraíso fiscal que representan Países Bajos, Irlanda y Luxemburgo. La negociación siempre es multilateral.
  7. España debe aparcar su extremada agenda socialcomunista para que las empresas ganen competitividad en el marco europeo. Se acabó hablar de derogar la reforma laboral, el establecimiento de impuestos draconianos sobre sectores estratégicos, subidas de pensiones impagables o salarios mínimos que sólo hunden a más pymes.

Seguro que el gobierno de España tiene estas variables en su agenda política. En cualquier caso, pensé que era interesante ponerlas en negro sobre blanco por si en algo no habían reparado. La tarea es titánica, requiere mucha pedagogía y unión en el seno de la coalición gobernante. No sé si Podemos aguantará mucho tiempo haciendo política de verdad en tiempos de crisis. Una cosa es predicar y otra es dar trigo…