CARTA DE UN SEGUIDOR AL PRESIDENT TORRA

Molt Honorable President,

Tengo que escribirle; no aguanto más. Esta mañana me he levantado y lo he visto todo con una claridad meridiana, apabullante. Ha sido una auténtica revelación. Tal cual, Honorable. Y quiero transmitírsela para que usted la explique claramente, para que diga la verdad con voz alta y fuerte a todos los catalanes: este virus no es nuestro. Este virus viene de Madrid.

Nosotros estábamos libres de la enfermedad Covid-19. Yo recuerdo perfectamente que cuando en España ya se oían numerosas voces de alarma (justificadas allí), Usted, Honorable, salió a decir que la Mesa de Negociación con el Gobierno para que nos den el referéndum no debía parar. Para nosotros no había nada más importante que la Mesa aquellos días de marzo, Usted no hablaba de otra cosa. Y con la sabiduría que le caracteriza, propuso continuar con la Mesa telemáticamente para que así, la delegación catalana no se contagiara. Era el día 11 de marzo cuando hizo estas declaraciones, porque aquí no pasaba nada. Si hubiera habido contagios ya en Cataluña, como dicen algunas malas lenguas, usted se hubiera puesto las pilas inmediatamente y hubiera aparcado la Mesa. No lo hizo, ¿verdad? No lo hizo porque no teníamos el virus, no lo teníamos. Nos lo mandaron después.

Que los primeros días de aquella fatídica semana todo estaba normal en Cataluña y que nosotros no éramos víctimas de ningún virus lo pudimos comprobar también en la rueda de prensa de la estimada Meritxell Budó el día anterior. El día 10 de marzo empezó la rueda de prensa con el tema de los nuevos premios Sant Jordi, con la ilusión que nos hacen a todos estos premios anuales a nuestros herois i heroïnes. Italia había decretado el confinamiento en todo el país aquel día, sí, y, en Madrid, el día anterior se cerraron las escuelas, pero ¿y qué? Nosotros no teníamos el virus y la prueba es que Meritxell centró su rueda de prensa en los apasionantes Premis Sant Jordi.

No fue hasta el jueves 12 que, lamentablemente, las cosas se torcieron en la nostra terra. Se decretó el cierre de las escuelas. Aquel día fue cuando empezamos a ver que el virus podría haber llegado a Cataluña. Se lo comenté a una vecina en el ascensor y me dijo que hacía días, posiblemente semanas, que ya había contagios en Cataluña. Que por eso cerraban las escuelas, que más cosas cerrarían. Incluso que España pararía en seco. Vale, España, pero nosotros, no. Porque nosotros, ¿verdad, Honorable?, nosotros no teníamos el virus el pasado 12. En Italia, sí. En España, también. Pero nosotros no porque nosotros somos diferentes.

Cuando Pedro Sánchez decretó el Estado de alarma el pasado 14, casi me desmayo. Confinados, juntos, pegados, ligados, nosotros con los españoles, noooooo. Y entonces salió usted, Honorable, a hacer lo que se tenía que hacer: pidió que no se hablara de ciudadanos y ciudadanas sino de territorios. Que se cerrara Cataluña, que se pusiera una frontera con Aragón y con la provincia de Castellón, y con Francia, dejando abierta la Cataluña Nord, por supuesto, y que se cerraran puertos y aeropuertos catalanes, con los Mossos patrullando estas zonas y no dejando entrar ni salir a nadie. Todos nosotros, hermanos y hermanas, estaríamos juntos en nuestra catalana tierra, sana y libre de patógenos. Sí, Honorable, tengo sus sabias palabras grabadas a fuego en mi cerebro porque si se hubiera cerrado Cataluña, nos hubiéramos podido defender del virus que empezaba a penetrar en nuestra tierra. Todos juntos, encerrados, haciendo frente a la malicia de Madrid que buscaba infectarnos. ¡Pero no lo logramos! ¡No nos dejaron cerrar nuestras fronteras! Una prueba más de que nos querían contagiar.

Ya con el Estado de alarma en vigor, con todos, absolutamente todos, sometidos a los designios del socialista Sánchez, cuando yo no podía dormir por la noche y me carcomía de inquietud durante el día, otra vez salió Usted a defendernos, a procurar por nosotros catalanes, a poner un límite claro y decir que nosotros somos diferentes y vamos a hacer las cosas a nuestra manera. Confinamiento total. Estas dos palabras suyas fueron un bálsamo para mí. Nuestro Honorable sabe, siempre sabe, y acaba de expresar la solución: confinamiento total. Pero ¡ay! nos dicen que no, nos dicen que lo que tenemos ya es casi confinamiento total. Mi vecina me ha dado datos de ocupación de transporte público, que solo hay aproximadamente un 10% de uso de los trenes de cercanías, dice ella. Y yo digo, pero si lo que nos está matando es este 10% que va a trabajar, y Madrid lo sabe, y por eso no le hace caso a usted, Honorable, por eso no le deja decretar el confinamiento total de Cataluña. Quieren seguir contagiándonos.

Lo veo muy claro, President y le exhorto a que lo haga. Salga y diga, primero en catalán y después en inglés: este virus no es nuestro. Y diga, manteniendo la voz alta y clara, que, unilateralmente, usted va a cerrar Cataluña a cal y canto, va a decretar un confinamiento total, del 100 por 100, y que usted va a ser el único gestor de la crisis. Estoy seguro de que así ganaremos al virus y podremos salir a la calle, al aire fresco, sano, puro, impoluto e inmaculado de nuestra tierra.

Eso sí, no me decepcione, Honorable. Ojo, mucho ojo. Cuando haga el anuncio unilateral del cierre de fronteras de Cataluña, esperaré con el corazón encogido que no retire sus palabras al cabo de… ocho segundos. No pasará, sé que esta vez no sucederá. Esta vez no. Esta vez ganaremos. Porque somos diferentes y el virus no es nuestro. Es de Madrid.