Según un reciente artículo aparecido en la Harvard Business Review, parece que el buen humor aumenta la productividad en el trabajo. Vaya por delante que las dos autoras del artículo pertenecen a la Universidad de Stanford, pero lo publican en la universidad rival de Harvard. Así que la cosa ya empieza con cierta guasa.

En base a una encuesta Gallup, la pareja sostiene que “las investigaciones muestran que los líderes con algún sentido del humor son vistos como un 27% más motivadores y admirados que aquellos que no bromean. Sus empleados están un 15% más comprometidos y sus equipos tienen más del doble de probabilidades de resolver un desafío de creatividad, todo lo cual puede traducirse en un mejor desempeño. Los estudios incluso muestran que algo tan simple como agregar una línea alegre al final de un argumento de venta, como 'Mi oferta final es X y arrojaré mi rana mascota', puede aumentar la disposición de los clientes a pagar en un 18%”.

Choca lo de “algún sentido del humor” atribuible a los líderes o jefes. Ignoro cómo habrán hecho la encuesta para obtener esos datos, pero me consta cómo se suele hacer por estos pagos. Normalmente se efectúa por departamentos y la respuesta de cada uno de éstos queda aislada. Es lo que se suele denominar Evaluación 360º, donde te examinan los de arriba, los de al lado y los de abajo. Cada encuestado debe responder bastantes preguntas personales como por ejemplo: en qué departamento concreto está; de qué género es; qué antigüedad lleva en la empresa; y qué edad exacta tiene. Es decir, en cada encuesta se puede saber inmediatamente quién ha sido la persona que ha respondido. Como ingenuos quedamos pocos, todo el mundo contesta lo que se espera que debe responder para no incomodar a nadie. O hacerlo lo menos posible.

Así, quien más quien menos, se ha tenido y tiene que tragar las bromitas del jefe mediocre tipo “adjudicación de Oscar de la Academia de la empresa al más pesado, al más vago, al más lento, etc.”. Todos deben reírle las gracias y opinar a los cuatro vientos “lo majo, salado y gracioso que es el jefe con sus ocurrencias”. Ese tipo de bromas suelen acabar con un “porque lo digo yo que para eso soy el jefe/dueño”. Como el papel todo lo soporta, esas salidas de tono o imposiciones neronianas teóricamente quedan, cuando menos, como una gracia o un rasgo de buen humor del jefe, siendo la realidad soterrada muy diferente. De hecho, las encuestitas de marras acaban hartando mucho más, porque además de tener que reírle las gracias al jefe/dueño, uno debe aceptar el recochineo de la evaluación sobre el buen clima en la empresa. Es como aquel chiste de juicios mucho más cierto de lo que quisiéramos reconocer los abogados:

Pregunta el Fiscal

- ¿Es cierto que usted el día de los hechos se cagó en los muertos de su jefe y ahora denunciante, en toda su puta familia, en la perra de su madre y en el hijo de puta de su padre, al igual que en toda la corte celestial?

Y responde el acusado:

- No, es falso... Yo estaba tranquilamente trabajando en la fundición y entonces le dije: "D. Antonio, por Dios, ¿no se ha dado cuenta de que me ha echado todo el acero fundido por la espalda y que es una sensación muy desagradable?

Nunca se hace una encuesta ciega universal sin saber de antemano cómo poder adivinar por lo más remoto la identidad de quien responde. Jamás se hace la pregunta de “¿Su jefe acepta bromas del mismo calibre de las que le hace a Vd.?”. Si no hubiera posibilidad de identificación del subordinado, nos llevaríamos más de una sorpresa con las respuestas a esa pregunta.

El artículo, que se basa en un test (cualquiera puede realizarlo aquí: https://quiz.humorseriously.com/survey ), distingue cuatro tipos de humor: Stand-Up (por stand-up comedy): audaz, irreverente y sin miedo a alborotar a algunos para reírse. Cariñoso: serio, discreto y usa un humor que aligera el estado de ánimo. Francotirador: nervioso, sarcástico, aunque matizado. Imán: expresivo, carismático y fácil de hacer reír. Recomiendo hacer el test, pero bajo dos bases: saber que es una encuesta norteamericana y, en cualquier caso, ser muy sincero con uno mismo. Mis resultados no me han sorprendido.