El mapa del transporte mundial está cambiando. Emergen nuevos actores y potencias o regiones y nuevas ciudades como centros de distribución internacionales. El comercio mundial evoluciona y el modelo de potencias marítimas que llevaba siglos transportando cargas a través de alta mar está dando paso a un futuro más multidireccional y multimodal.

En esta nueva dinámica China empieza a ejercer una mayor influencia. El lanzamiento de la nueva ruta de la seda, una iniciativa con una enorme inversión, tiene como objetivo reorganizar el comercio intercontinental a través de una nueva red de conexiones marítimas y terrestres entre Asia, Europa y África, basada en las antiguas rutas comerciales, y el Mediterráneo es clave para China.

Por mar circulan el 80% de las mercancías y alrededor del 50% del petróleo. Ante esta expansión de China en los puertos del Mare Nostrum, es urgente liberar el potencial económico de la región. Hay que apostar por la integración y construir una estrategia mediterránea económica y financiera unificada que impulse las inversiones, la construcción, la modernización y gestión de las infraestructuras imprescindibles y que permita crecer y competir con otras regiones.

Hace más de 2000 años se creó el primer concepto de puerto libre o puerto franco, entre caldeos, fenicios y cartagineses para facilitar el comercio en el Mediterráneo. Pero el Mare Nostrum corre el riesgo de perder su liderazgo a pesar de sus ventajas naturales: una situación estratégica entre tres continentes y acceso a cientos de millones de habitantes. Pero necesita más integración de las infraestructuras, desarrollar la interconexión del sur, urge crear una red de comunicación terrestre, aérea y marítima eficiente y impulsar los corredores multimodales. Y solo puede hacerse realidad con una alianza regional y su asociación con Europa.

Se debe actuar para transformar esta gran plataforma logística decisiva en los flujos entre este-oeste. Y la mejor opción para canalizar las cargas entre Asia, África y Europa. En esta escenario de cambios, Barcelona tiene mucho que aportar y es la alternativa más eficaz y ágil también económica a otras opciones portuarias europeas.

Barcelona, por su situación geográfica, sus capacidades e infraestructuras podría consolidarse como la gran plataforma del sector logístico y de transporte del Mediterráneo aunque la competencia será dura. Debe prepararse ante los retos que se avecinan. La apuesta por las infraestructuras debe seguir siendo prioritaria, especialmente el corredor mediterráneo y la creación de redes y servicios logísticos de mayor eficiencia.

Transformar Barcelona en un centro logístico para el Mediterráneo representa una alternativa: un híbrido que reduce la tensión entre la integración global y la capacidad de respuesta local. Tanto las organizaciones internacionales y regionales como las grandes empresas multinacionales pueden seleccionar la ciudad como sede, plataforma o como una base natural para cubrir o ampliar su expansión en mercados vecinos y como centro de enlace para toda la región mediterránea.

Barcelona es el primer centro logístico del Mediterráneo, es única y diferente de otros enclaves. Dispone en un reducido espacio de un gran puerto, tanto para mercancías como para pasajeros y cruceros. También la zona de actividades logísticas más importantes del sur de Europa, un gran aeropuerto internacional, una zona franca, Mercabarna y una gran feria de congresos de referencia para el sector en el sur de Europa y el Mediterráneo: el Salón Internacional de Logística (SIL) que ya es el hub anual de reflexión, discusión y negocios. Esta oferta dota a Barcelona de una oportunidad única para liderar la logística regional.

El peso del sector logístico es muy importante a nivel mundial. Sin una logística efectiva, la economía no puede desarrollarse; una logística eficiente contribuirá a reducir el coste total de los productos para la exportación, importación y distribución en el mercado interno. Es simplemente sangre para la economía, un gran apoyo para el ecosistema industrial y una verdadera palanca para el crecimiento y la competitividad. La creciente internacionalización requiere poner un especial énfasis en el rendimiento global de las redes de distribución y suministro.

Un ejemplo es la macroampliación del canal de Suez en Egipto y la importancia que puede tener para Barcelona y sus terminales de contenedores. Una parte importante del tráfico de contenedores que pasa por el canal de Suez se podría descargar en Barcelona y cargarlo en trenes con destino a Europa central, con lo que la mercancía podría llegar a su destino en 48 ó 72 horas. Si se descargase en Barcelona la totalidad del barco, a continuación se podría volver a cargar con los contenedores llegados asimismo por ferrocarril desde Europa central con destino a Oriente, y el barco podría volver a zarpar mucho más rápidamente.

Apostar por la integración mediterránea cambiaria las tendencias y beneficia a todos los componentes de la región. Atraería empresas internacionales, aumentaría las exportaciones e impulsaría la creación de puestos de trabajo y de empresas locales. Esto impactaría positivamente en todos los países de ambas orillas, especialmente España y Italia. Cerrar las brechas existentes entre ambas orillas no será fácil, pero lograrlo significaría una red de transporte más efectiva, más comercio y desarrollo, y en esto Barcelona tiene el alcance y la ambición para convertirse en actor clave en la escena logística internacional, una apuesta ganadora.