Núria González opina sobre la utilización del feminismo por parte de los políticos
Cada vez que un político pronuncia la palabra “feminismo” muere un gatito
"En Barcelona, apenas 1.000 personas se manifestaron por el 25N. Un fracaso de la organización de 'Novembre Feminista', que de feminista no tiene nada, pero que cada año recibe una subvención del Ayuntamiento de Barcelona"
Esta semana se ha conmemorado el 25 de noviembre, día internacional contra la violencia machista. En España han habido cinco feminicidios esta semana, de momento, dos de ellos en la provincia de Málaga. Y con las manifestaciones del 25N luciendo un aspecto pírrico y desangelado.
En Barcelona, apenas 1.000 personas. Un fracaso de la organización de “Novembre Feminista”, que de feminista no tiene nada, pero que cada año recibe una subvención municipal del Ayuntamiento de Barcelona, precisamente para organizar la movilización (también la del 8M), que cada vez congrega a menos mujeres.
Esto lo sabe el Ayuntamiento de Barcelona, pero le da exactamente igual. Lo sabe porque los colectivos feministas de la ciudad se lo hemos dicho, y cada año organizamos movilizaciones paralelas que no den vergüenza ajena en un tema tan serio como la violencia machista, que este año está cerca ya de llegar al triste récord de 90 asesinatos de mujeres en 2025.
Pero esto que pasa en Barcelona no es exclusivo de aquí. Desde 2019 hasta hoy, los partidos políticos han utilizado a sus mujeres militantes más serviles para aplacar el movimiento feminista que sigue siendo, a pesar de todo eso, el único movimiento político organizado y con corpus teórico que planta a la cara tanto a la derecha como al izquierdismo woke, en todo el mundo. Y como los partidos lo saben, su único objetivo es descafeinarlo.
Para ello llevan años sobando la palabra “feminista” y utilizándola de manera asquerosa cada vez que les ha convenido, para justificar todo, incluida una cosa y la contraria. Para justificar, por ejemplo, la Ley del “Sí es Sí”, que se saldó con la reducción de condena de más de 1.300 violadores, que sepamos, y la excarcelación directa de casi 300. Era “feminista”. O la Ley Trans, que implica la desaparición directa de las mujeres como sujeto jurídico de cualquier ley. También era “feminista”. Y lo último, la sustituta del condenado Fiscal General es buena porque dice Pedro Sánchez que es “feminista”.
Cada vez que un político se pone en los labios el “feminismo” para, a continuación, no hacer nada feminista, muere un gatito y se encabronan miles de mujeres en España, que no es que hayan dejado de ir a protestar a las manifestaciones porque nos hayamos cansado de pelear. Lo que pasa es que no nos da la gana de compartir espacios y fotito de Instagram con los políticos que sobetean el feminismo, para darle a continuación una patada en el culo o pasar de todo. No nos creemos nada.
También sería un grave error por parte de nuestros políticos pensar que no salimos a protestar porque estamos de acuerdo con sus inexistentes políticas que garanticen, al menos, la vida de las ciudadanas, que les recuerdo que mientras están vivas pagan sus impuestos religiosamente, hasta que llega un asesino feminicida y las mata.
Mientras, 5.000 millones de euros nos tenemos que gastar cada año todas y todos en una jurisdicción especial de los juzgados de violencia de género, para unos cuantos miles de hombres machistas que pegan, violan y matan a las mujeres porque les da la gana.
Nuestro Código Penal no contempla el tipo específico de feminicidio, y a la mayoría de los agresores los despacha con una multa pírrica un un cursito de nuevas masculinidades. En Italia acaban de aprobar la cadena perpetua para los feminicidas. Eso es lo que queremos, mano dura a los agresores y equiparar el delito de apología del terrorismo a negar la violencia machista. No parece tan complicado.
Pero a la vista del desprecio institucional y social, supongo que la gran mayoría de mujeres hemos convenido de manera tácita que ya que no nos escuchan en las calles, tendrán que hacerlo en las urnas, con un estruendoso silencio como el de los minutos a los que ya ni vienen de casa vez que asesinan a una mujer.
Hasta entonces, los políticos seguirán matando gatitos.