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Paso de la DANA Alice por Terres de l'Ebre

Paso de la DANA Alice por Terres de l'Ebre LUIS MIGUEL AÑÓN Barcelona

Pensamiento

El día después

"Más allá de la empatía social inmediata y de las promesas de ayuda económica por los desperfectos causados por una DANA, es necesario pensar en acciones sostenidas"

Publicada

Desgraciadamente, “el agua tiene memoria”. Esta expresión del saber popular cobra especial relevancia ante los sucesos que algunos municipios de Cataluña han sufrido —y siguen sufriendo— debido a los efectos catastróficos de las inundaciones. En ciertos lugares, la memoria histórica de estos episodios empieza a convertirse en una constante casi anual.

Es en este punto donde comienza mi reflexión: ¿qué podemos hacer el día después? Más allá de la empatía social inmediata y de las promesas de ayuda económica por los desperfectos causados, es necesario pensar en acciones sostenidas.

Al igual que los incendios deben prevenirse con tiempo, limpieza y cuidado del bosque, las inundaciones también requieren constancia y esfuerzo. Al analizar ambas situaciones, encontramos similitudes evidentes, por eso mi pregunta debe reformularse para no focalizarnos “únicamente” en el día después, sino en el proceso de prevención de la siguiente crisis.

En este sentido, para ser eficaces, es imprescindible una acción coordinada y transversal entre múltiples actores públicos y privados, incluyendo distintos niveles de la administración y operadores de infraestructuras y servicios esenciales (agua, luz, gas, telecomunicaciones, etc.).

El reto es garantizar un seguimiento constante y permanente del proceso de prevención. Así como se hace con determinadas obras singulares -como la estación de la Sagrera o el corredor del Mediterráneo-, deberíamos pensar en modelos de intervención territorial similares.

El segundo gran reto es cómo generar estas sinergias. Ya lo hicimos con la canalización de las rieras del Maresme a partir de los años ochenta y noventa: con tiempo, constancia, inversión pública y privada, y estableciendo calendarios claros.

En las comarcas del sur de Cataluña, especialmente en las del Ebro, el proceso debe ser similar: delimitar los territorios, planificar los tiempos —porque no todo puede hacerse a la vez— y establecer prioridades.

El peligro de la dispersión y de que las acciones se diluyan con el tiempo es real. Estas situaciones de emergencia y prevención climática requieren un modelo de task force, grupos de acción específicos cuya tarea esencial sea coordinar las actuaciones de los distintos operadores en cada zona. Sin coordinación ni impulso sostenido, las diferentes interpretaciones normativas y los desfases en los calendarios pueden derivar en consecuencias negativas a corto plazo.

Las administraciones locales, más allá de sufrir los embates de la naturaleza, no cuentan con instrumentos técnicos ni económicos para revertir estas amenazas. Sin embargo, son imprescindibles para liderar, para hacer pedagogía cívica con los vecinos, actores principales y que deben implicarse activamente.

La Generalitat y la Administración del Estado, por su implicación en costas, carreteras o vías férreas, deben trabajar conjuntamente. Para que esta coordinación sea efectiva y práctica, debe situarse en los niveles operativos con mayor capacidad de coordinación y ejecución.

La lista de acciones necesarias ya es conocida. El gran peligro es enunciarlas, quizás empezar, pero quedarse a medias. Hemos avanzado mucho en predicción climática, en saber cuándo y aproximadamente dónde pueden ocurrir estos fenómenos. El reto ahora es evitar o minimizar los riesgos de situaciones que, con el escenario climático actual, volverán a repetirse y cada vez con mayor frecuencia.