Esta semana el Ministerio de Hacienda ha empezado a publicar los datos para calcular las balanzas fiscales, respondiendo a una exigencia de Junts en contrapartida al apoyo en la aprobación de diversos decretos del pasado mes de enero. El Ministerio no ha dado a conocer el resultado de las balanzas, sino que se ha limitado a informar de los datos disponibles, dejando que cada partido elabore sus cálculos y alcance sus propias conclusiones. La medida resulta razonable, pues no se entiende que se pueda ocultar información de esta naturaleza. Sin embargo, la respuesta inmediata desde los partidos a la disponibilidad de los primeros datos resulta tan previsible como lamentable y preocupante.

El cálculo de las balanzas fiscales (la diferencia entre los ingresos y los gastos públicos en una determinada comunidad) resulta de una enorme complejidad y existen diversos modelos para su cálculo, sin que ninguno de ellos resulte perfecto ni tampoco descartable. Por ello, el análisis debe sustentarse en unos criterios generales aceptados por las partes, unas ciertas formulaciones matemáticas y, especialmente, una notable dosis de sensatez de los actores políticos. Dicho de otra manera, sin lealtad mutua y sin vínculos afectivos entre todas las partes, el cálculo de las balanzas fiscales, siendo necesario, no hará más que aumentar la radicalidad y el enfrentamiento. Y en ello estamos de nuevo.

Los pocos días transcurridos, y siendo aún escasos los datos conocidos, ya han bastado para que se multipliquen las acusaciones mutuas: Cataluña se beneficia de su constante chantaje a España o, en sentido contrario, España nos roba. Afirmaciones tan contundentes como simplonas, sustentadas en datos singulares que, descontextualizados, carecen de validez alguna. Y esta será la tónica que nos aguarda en los tiempos inmediatos, a medida que se vayan conociendo los datos desagregados y, especialmente, ante la sucesión de elecciones vascas, europeas y catalanas en los tres próximos meses.

En el contexto que vivimos, y viviremos, la necesaria publicación de información de la que dispone Hacienda no mejorará el clima político. Si unos y otros siguen empeñados en distorsionar la realidad, todo irá a peor. Cuando la verdad carece de validez y la mentira de castigo, la mínima razonabilidad es imposible. En eso estamos, y lo que nos falta por ver.