Retrato de Henrike Naumann / CORTESÍA DE LA ARTISTA

Retrato de Henrike Naumann / CORTESÍA DE LA ARTISTA

Pensamiento

Cuando los muebles nos hablan de ideología

La artista alemana Henrike Naumann cuestiona mediante sus instalaciones la nostalgia por la extinta RDA y el auge de la ultraderecha tras la unificación de las dos Alemanias

22 abril, 2023 00:00

Cuando Rusia inició la invasión de Ucrania, en febrero de 2022, Henrike Naumann se dio cuenta de que era una de las pocas artistas internacionales que en ese momento estaban exponiendo tanto en Kiev como en Moscú. Ambas exposiciones –tituladas 2000 y Ostalgie, respectivamente— proponían una reflexión sobre los efectos de la Alemania dividida a través de instalaciones realizadas con muebles y objetos de diseño que proliferaron en la extinta RDA tras la caída del muro de Berlín, y adquirieron un significado especial en el contexto del conflicto ucraniano, ya que el público lo interpretó como una metáfora de la Ucrania dividida.

“Trabajar en ambos lugares (Kiev y Moscú) e interactuar con gente de allí me proporcionó un mejor entendimiento de la situación y los problemas que se avecinaban. Sin ese intercambio mi exposición no hubiera sido posible”, escribió Naumann en su blog poco después de que la guerra obligase a cerrar ambas exposiciones.

Una silla hecha con madera y huesos de un gran animal / CORTESÍA DE LA ARTISTA

Una silla hecha con madera y huesos de un gran animal / CORTESÍA DE LA ARTISTA

La relación entre diseño e ideología

Nacida en Zwickau, ex-RDA, en 1984, Henrike Naumann es hoy una respetada artista dentro del circuito artístico internacional. Establecida en Berlín, es conocida especialmente por sus instalaciones pluridisciplinares que recrean escenarios domésticos típicos de un hogar de la Alemania Oriental en la década de 1990, justo después de que la reunificación permitiera la avalancha de ideas y productos occidentales al otro lado del muro. Ella recurre a muebles de estilo posmoderno y otros objetos de diseño y decoración baratos –muchos de ellos comprados por eBay— que sustituyeron de un día para otro el rústico mobiliario socialista, y a partir de estos escenarios, acompañados de vídeo y audio, reflexiona sobre la relación entre diseño e ideología y critica algunos de los problemas sociopolíticos surgidos de la unificación, como el auge de la ultraderecha y el neonazismo, que ella vivió en propia piel durante su juventud en Zwickau.

“Observo el espacio privado en relación con la sociedad y en el diseño de interiores leo el miedo, el anhelo, el deseo o la ambición. Vaya donde vaya por Alemania, siempre encuentro estos objetos de los 90; hay una historia compartida que sigue siendo visible en la estética”, comenta Naumann en una entrevista con la plataforma Studio Internacional. “Se trata de un lenguaje muy particular, pero es verdad que veo fascismo en los muebles. Veo algo maligno: es como si en estos objetos cotidianos hubiera algo que puedo establecer como maligno”, añade.

Exposición de muebles de Henrike Naumann / CORTESÍA DE LA ARTISTA

Exposición de muebles de Henrike Naumann / CORTESÍA DE LA ARTISTA

‘Los Picapiedra’ como inspiración

A lo largo de los 90, centenares de ciudadanos de Alemania Oriental tiraron a la basura armarios viejos, aparadores, camas y sofás acumulados en sus casas en las décadas anteriores y acudieron a las nuevas tiendas de descuento a comprar muebles baratos y alfombras moteadas. Según Naumann, se lanzaron a consumir a ciegas y por sus televisores empezaron a ver series y películas americanas que fomentaban los valores de la sociedad capitalista occidental: la de trabajar, comprarse una casa, un coche y construir una familia feliz, como el caso de Los Picapiedra, una serie de dibujos animados que la cautivó de niña, y que ahora ha convertido en fetiche de su último proyecto artístico, Re-Education, expuesto recientemente en el Sculpture Museum de Nueva York.

En Bienvenidos a Bedrock, la instalación estrella de Re-Education, la artista alemana recrea un escenario doméstico en el que se mezcla mobiliario de la Alemania reunificada con ambientes de Los Picapiedra, como el despacho dentro de una cueva, donde no faltan un teléfono en forma de hueso y una lámpara con pantalla de piel animal. Naumann pretende así resaltar los “valores ocultos” que transmite esta serie de dibujos animados original de los años 60 –Los Picapiedra representan a una familia occidental típica, que consume, tiene un coche, con un padre que trabaja, una madre guapa que cuida de los hijos— y algunos detalles que de pequeña se le pasaron por alto, como el hecho de que los dinosaurios fueran usados como grúas o compactadoras de basura, algo que la doctrina comunista hubiera tachado de explotación laboral.

Una adaptación de 'Los Picapiedra' / CORTESÍA DE LA ARTISTA

Una adaptación de 'Los Picapiedra' / CORTESÍA DE LA ARTISTA

Cuestionarse las cosas de toda la vida

“La serie, que algunos creen que transcurre en un futuro posapocalíptico, proyecta la unidad familiar y el capitalismo estadounidenses sobre la prehistoria: sin interrupción, sin culturas indígenas, sólo el modo de vida estadounidense perpetuamente posibilitado por la explotación de la mano de obra de los dinosaurios”, escribe ella misma en un ensayo publicado en la revista Artforum. “Quiero que los espectadores se planteen críticamente las cosas con las que han crecido y se interroguen sobre estéticas que pueden parecer divertidas, extrañas o poco serias, pero que también pueden ser profundamente peligrosas”, añade.

Re-Education en realidad hace referencia a dos fenómenos: en primer lugar, el despliegue de los programas de “reeducación” antifascistas de los Aliados para restablecer las bases de la democracia en Alemania Occidental tras la segunda guerra mundial; y en segundo lugar, la posterior “reeducación” implícita de quienes vivían en antiguos estados socialistas, como la Alemania Oriental natal de Naumann, tras la caída del muro. Para la generación de Naumann posterior a 1989, la “reeducación” se produjo a través de la importación de la cultura pop estadounidense (Los Picapiedra son el ejemplo más evidente) y el auge del poder del consumidor. La reunificación fue, según ella, un proceso acelerado que dejó secuelas crónicas en los hogares de la Alemania Oriental, como el descontento social, el sentimiento antiinmigración y el auge de la ultraderecha. Y los muebles, iguales en ambas Alemanias, son testigo de esta diferencia.