La industria farmacéutica española logró esta semana un hito histórico. La Agencia Europea de Medicamentos dio el visto bueno a la vacuna contra el Covid elaborada por la compañía gerundense Hipra.
A la luz de tal dictamen favorable, se espera que la Comisión Europea de Ursula von der Leyen autorice en los próximos días a la firma para comercializar sus viales.
Hipra subirá, así, al podio nacional como primera y única compañía hispana que ha sido capaz de diseñar, desarrollar y lanzar al mercado un antídoto de refuerzo contra el coronavirus.
Se trata del logro más sobresaliente que esta firma catalana de capital netamente familiar consigue en su medio siglo de historia.
El rendimiento económico que espera obtener del fármaco, bautizado como Bimervax, equivale a ganar de golpe varios premios gordos de la lotería Euromillones a la vez. En efecto, la propia casa prevé que el preparado lance su facturación y sus beneficios hasta la estratosfera. De momento, la UE ha suscrito la reserva de 250 millones de dosis, que se suministrarán a 13 países del mercado común.
El laboratorio es la mayor corporación del sector en la provincia de Girona. Su cuartel general radica en la modesta localidad de Amer, de poco más de 2.400 habitantes, de donde es oriundo el fugitivo Carles Puigdemont.
La empresa es propiedad de la familia Nogareda. Encierra una característica singular, a saber, su estricto hermetismo, rayano en la opacidad más absoluta. Tiene en plantilla un aguerrido equipo de comunicación que no comunica nada y semeja ciego, sordo y mudo. De hecho, jamás abre la boca. Cada vez que los medios informativos le consultan algún pormenor, da la callada por respuesta.
El ocultismo del grupo llega a extremos insólitos. Sus cuentas consolidadas omiten con total desenvoltura un arsenal de datos económicos, so pretexto de que son confidenciales y su divulgación podría acarrear “perjuicios” frente a terceros.
De hecho, se abstiene púdicamente de facilitar detalles sobre los saldos y las transacciones con las partes vinculadas, o acerca de la distribución del giro por categorías y mercados geográficos.
Tampoco revela la identidad de los accionistas principales, ni el importe de la retribución que perciben los administradores y los miembros de la alta dirección.
Para rizar el rizo del oscurantismo, limita las referencias a las 40 filiales extranjeras que canalizan el grueso del negocio a una escueta reseña de la razón social, el país, la actividad, y santas pascuas.
Hipra tiene orígenes madrileños. Se constituyó en la capital del Reino como pequeño laboratorio denominado Hipra, sigla de sus fundadores Hidalgo y Prada. En 1971, pasó a manos de la saga Nogareda y otros socios. De inmediato, trasladaron la sede a Amer y se centraron en el campo veterinario, concretamente para surtir de vacunas a la extensa red de granjas de engorde de animales existente en Cataluña.
En los albores del presente milenio, los Nogareda tomaron otra decisión trascendental. Dieron un enérgico impulso a las exportaciones y alargaron sus tentáculos comerciales por todo el orbe. Hoy expenden sus productos a más de cien países.
Hipra celebra el próximo 5 de abril la junta anual de accionistas en su sede de Amer, a fin de aprobar el balance de 2022 y el reparto de un dividendo a cuenta. Por dicho concepto, los socios se embolsaron 28 millones en los tres ejercicios anteriores.
El consejo de administración está liderado por David Nogareda Estivill, hijo de Joan Nogareda Gifré, promotor inicial y presidente honorífico.
David es un declarado independentista. Ocupa la vicepresidencia del patronato de Femcat, un lobi integrado por individuos y sociedades de claro perfil secesionista.
En el órgano de gobierno de Hipra le acompañan sus hermanos María del Mar y Arnau, más Carlos Montañés, Alfredo Bru, Elia Torroella y Richard Rechter.
Este último ejerció hace un cuarto de siglo de primer ejecutivo de la fabricante de tejido elástico Dogi (ahora llamada Nextil), de El Masnou, y fue artífice de su exitosa salida a bolsa.
Hipra dispone de seis factorías en España y Brasil, que dan empleo a 2.300 colaboradores. Según las últimas magnitudes publicadas, correspondientes a 2021, los fondos propios sumaban 332 millones, la cifra de negocio global ascendió a 348 y los resultados arrojaron un beneficio neto de 50.
Curiosamente, Hipra no habría logrado descubrir la vacuna contra el coronavirus sin el generoso auxilio del Gobierno español, que ha financiado el proceso de I+D con 15 millones.
En todo caso, Hipra y sus amos están a un paso de dar un salto de escala espectacular, que colocará la entidad en cotas de prosperidad nunca soñadas.